El físico español que quiere sacar agua potable de la Luna

Durante mucho tiempo, la Luna ha sido considerada un mundo completamente árido. Las muestras recogidas por las misiones Apolo parecían indicar que sólo estaba compuesto de polvo y roca. Sin embargo, el impacto controlado de una sonda de la NASA llamada LCROSS en un cráter en sombra en el polo sur lunar en 2009 cambió por completo lo que pensábamos que sabíamos al respecto. Los científicos encontraron vapor de agua y hielo en la nube de materiales levantada por el golpe: 155 kilos, según publicó la revista ‘Science’ un año después.

Hallazgos posteriores demostraron que el agua estaba aún más extendida de lo que se creía, pero la confirmación “inequívoca” de su presencia llegó en 2020. Luego, un observatorio de la agencia espacial estadounidense la detectó directamente y señaló la existencia de grandes áreas en los polos lunares. donde podría quedar atrapado de manera estable. Este descubrimiento supuso una gran noticia para la exploración espacial, ya que el recurso podría ser recuperado por futuros astronautas para abastecerse.

Congelado en los polos

Eso es lo que intenta hacer el joven físico Mateo Rejón (Granada, 1999), máster en Ingeniería Espacial por la Universidad de Delft (Alemania) y becario de posgrado de la Fundación ‘la Caixa’. Con la experiencia de haber pasado por la Agencia Espacial Europea (ESA) para saber cómo utilizar el regolito (arena lunar) para fabricar ladrillos y construir hábitats en la Luna, ahora forma parte de LUWEX, un proyecto pionero para extraer agua del suelo lunar. cuyas pruebas acaban de comenzar en la Universidad Técnica de Brunswick, en Baja Sajonia.

Financiado por la Unión Europea y dirigido por el Centro Aeroespacial Alemán, el experimento no sólo pretende extraer el elemento líquido del regolito congelado, sino también purificarlo para proporcionar combustible para cohetes y agua potable a los colonos de una futura estación lunar.

«Hay mucha agua en la Luna, más de la que cabría esperar. Y está helado en los polos. Como no hay atmósfera, si el sol incide sobre ella se evapora y se pierde en el vacío del espacio. Por eso, hay que ir a buscarlo a la zona que nunca está iluminada, los cráteres que están permanentemente en sombra”, explica Rejón a este diario.

El experimento simula las condiciones que existen en la Luna. Un recipiente contiene un material parecido al regolito, con su parte agua congelada. Este material se calienta con varillas de acero que giran de forma similar “a revolver un pisto en una sartén”. Cuando se calienta, el agua se sublima. «Es el mismo proceso que se utiliza para extraer la sal del agua del mar. El agua se evapora y te queda la sal. Pero no nos interesa lo que queda sino lo que se evapora, que es el agua”, señala el investigador.

El agua recorre un camino hasta una trampa fría donde se vuelve a congelar y se deposita nuevamente en dedos de cobre. Allí, separado del regolito, ya es mucho más puro. «Hay que filtrar el agua al máximo para evitar las partículas más finas del regolito, cuyo efecto sobre la salud desconocemos. También hay metano atrapado en la Luna que, ya sea respirado o bebido, es muy dañino. Es un desafío eliminarlo”, reconoce Rejón.

Cuatro litros en pocas horas

Los científicos creen que entre el 5 y el 20 por ciento de cada kilogramo de regolito es agua. «Queremos extraer la mayor cantidad de agua posible, al menos un 75%. Por cada diez kilos de mezcla, cuatro kilos de agua”, indica el físico. Se conseguirá en cuestión de horas. La ventaja es que no hay que sacar mucho. En la Luna, el agua obtenida sería reciclada y utilizada nuevamente.

Hay muy pocos proyectos en el mundo que se parezcan a LUWEX, que tiene un presupuesto de 1,5 millones de euros. Si tiene éxito y la comunidad espacial muestra interés, se desarrollará una miniaturización de la tecnología para que pueda transportarse como carga útil a bordo de una nave espacial. Una vez en la Luna, tendrás que demostrar que funciona.

Como comenta Rejón, “llevar agua de la Tierra a la Luna para abastecer una colonia supone un enorme coste ambiental y económico. Por tanto, el objetivo es utilizar los recursos lunares. Pero no sólo para aliviar las necesidades de quienes allí se instalan. Nuestro satélite natural “se entiende ahora como un almacén y una gasolinera, un lugar donde hacer una parada para repostar o abastecerse antes de continuar el viaje a otros mundos, ya sea Marte o más allá”, comenta, “un punto intermedio para las misiones son capaces de ir más lejos.

Como ocurre con otras tecnologías espaciales, ésta también podría resultar útil aquí en la Tierra. Según el físico, el dispositivo que están utilizando para purificar el agua podría usarse en zonas de gran sequía o para mejorar la potabilización en lugares con pocos recursos.

 
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