¿Cómo es el museo que lleva medio siglo midiendo el paso del tiempo? – .

Del 23 de marzo al 10 de noviembre del presente año en suizoél Museo Internacional de Relojes de La Chaux-de-Fonds alberga la exposición que, con el nombre de brutoconmemora el 50 aniversario de su instalación en un edificio excavado en la ladera del Parque Museo de esa ciudad fundada en 1656 en las montañas del Jura, en un terreno no apto para la agricultura.

En 1967 se pensó en dotar a la ciudad de un nuevo museouna idea que surgió cuando el industria relojera Sintió el impacto de la innovación digital, de las fluctuaciones de la economía mundial y de esos nuevos materiales que, como el cuarzo y el plástico, sentaron las bases estéticas y tecnológicas de la relojería actual.

La exposición propone explorar las decisiones tomadas en interés de Muestra una de las colecciones de relojes más importantes del mundo.reunidos en este lugar, ahora periférico, pero que fue un antiguo centro del mundo, al menos en lo que a la producción de instrumentos para medir el tiempo se refiere.

Escenografía de vanguardia

Así, el 19 de octubre de 1974, el Museo Internacional de Relojería (MIH) fue inaugurado en un edificio de hormigón y bóvedas de ladrillo vistodotado de una escenografía de vanguardia, donde los objetos “flotaban” en una gran nave y en esferas acrílicas plantadas en el suelo o adosadas a otras estructuras.

El proyecto se integró en el parque. como una cueva primitiva y supersónicaun espacio que podría verse como una catacumba, un estacionamiento subterráneo o un refugio antiatómico: fue el resultado de la intersección entre brutalismo y “terratectura”, es decir, una arquitectura invisible, una idea querida por los suizos. Pierre Zeolly (1923-2003), cuyo proyecto Gnomon ganó el concurso celebrado en 1968, abierto a quienes vivieron o trabajaron en el cantón de Neuchâtel y a otros diez arquitectos suizos especialmente invitados. De los 28 proyectos, fueron seleccionados 9, cuyos modelos ahora se exhiben por primera vez desde aquel concurso.

El Museo Internacional de Relojes de La Chaux-de-Fonds (Suiza) exhibe ‘Brut’, una de las colecciones de relojes más importantes del mundo. Foto: MIH.

La exposición celebra este proyecto con final feliz y se organiza en cinco apartados: Vitalidad, Vitrina Monumental, Obra Total, Imaginación y Reinvención, que recogen la prehistoria y el futuro de este edificio que sigue destacándose como un monumento a la precisión y la delicadeza de las piezas que exhibe sino también a la flexibilidad y capacidad del hormigón para albergarlas y sostener una construcción subterránea.

Materia prima y, al mismo tiempo, producto manufacturado, es también técnica constructiva, elemento estructural, de relleno y de cobertura. Sin lujos, En las paredes se pueden sentir los nudos y vetas de los árboles utilizados en el encofrado.

El uso del hormigón y la elección de la cueva como espacio son, además, una adaptación al clima del Jurauna forma de regular la temperatura de forma natural, algo imprescindible para la conservación de las piezas.

El MIH fue construido entre 1972 y 1974 bajo la supervisión de Georges-J. Haefeli (1934-2010), arquitecto de la ciudad de La Chaux-de-Fonds, que financió, al igual que el cantón de Neuchâtel, el Estado y la industria.

La colaboración con los ingenieros estructurales y la empresa constructora dio sus resultados: En 1977 el MIH recibió el Premio Suizo de Arquitectura de Hormigón.seguido del premio de la Cámara Europea del Cemento y su elección como Museo Europeo del año 1978.

El arquitecto suizo Bernard Tschumi, creador del Museo de la Acrópolis de Atenas, destaca las características de este primer experimento europeo de arquitectura troglodita contemporánea, donde el exterior pierde importancia frente a la estructura.

culto a la ruina

Zoelly afirmó: “La ingeniería de un edificio es la base de toda mi inspiración. El esqueleto en bruto me inspira, la caja terminada me aburre. De todos modos lo termino para poder usarlo. En resumen, practico el culto a la ruina”. Una concepción que también resuena en la Biblioteca Nacional y en el esqueleto del gliptodonte de Clorindo Testa, cuyo destino, durante muchos años, fue un remanente de los muchos proyectos inconclusos de nuestro país. No en vano, es un esqueleto al aire libre.

El Museo Internacional de Relojes de La Chaux-de-Fonds (Suiza) exhibe ‘Brut’, una de las colecciones de relojes más importantes del mundo. Foto: MIH.

En Suiza –a pesar de La recesión que afectó a la industria relojera.– la construcción continuó su curso. Los interiores fueron confiados al equipo BTG (Bataillard-Tcherdyne-Gallopini), que diseñó las vitrinas florales utilizando la transparencia del vidrio acrílico y la ligereza del aluminio, en contraste con la base y la estructura monolítica del edificio. Una obra futuristaque incluyó el estudio acústico para minimizar el eco.

La exposición finaliza con una indicador de las tendencias de nuestro siglo: una invitación a los visitantes a imaginar la remodelación del museo utilizando piezas de Lego disponibles para tal fin.

Desde 2009, La Chaux-de-Fonds –lugar natal de Paul Chevrolet y Le Corbusier– y la vecina localidad de La Locle están registradas como Patrimonio Mundial de la UNESCO como ciudades prototipo de “urbanismo de vigilancia”.

Allí, en el siglo XVIII, Nació una forma de producción protoindustrial.: él establecimientoeso es el Fabricar un producto dividiendo el trabajo en unidades domésticas especializadas.Sé independiente y junta las piezas en el último momento del proceso. Permitía una muy fina distribución de las tareas y la especialización del trabajador en la operación que dominaba. El trabajo se realizaba en casa y en el seno de las familias como una actividad que se desarrollaba en el invierno.

La Chaux-de-Fonds se quemó en 1794, evento utilizado para reconstruirlo según un esquema cuadriculado y de acuerdo con la organización de la obra, orientando las ventanas hacia el sol y con jardines al frente.

El Museo Internacional de Relojes de La Chaux-de-Fonds (Suiza) exhibe ‘Brut’, una de las colecciones de relojes más importantes del mundo. Foto: MIH.

En el siglo XIX se convirtió en el gran centro de la industria relojera. y, para Marx, en el ejemplo perfecto de un distrito cuyo tejido urbano podría considerarse una gran ciudad manufacturera o fabril, el modelo de la cooperación directa de trabajadores parciales al servicio del capital. Hoy, todo eso es pasado, patrimonio, museo y pende de un hilo, o mejor dicho, de un ladrillo Lego.

 
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