Autor: Cristián Farías Ravanal / 8 de junio de 2024
«Tengo cuatro prótesis de titanio y 68 tornillos en la espalda. Fue una operación seria… Soy como Thalía: tengo cuatro costillas menos”, dice Fernanda Cornejo, la hija mayor de Karen Doggenweiler, 28 años, politóloga radicada en Buenos Aires donde trabaja como comentarista de programas políticos. .
Desde niña, Fernandita acompañaba a su mamá en los programas donde Karen era la figura principal, en TVN. Ahora dueña de una carrera en comunicaciones, la joven contó otro aspecto de su vida: la cirugía que cambió su vida a los 19 años. En Podemos Hablar ella dijo:
«Desde niña me diagnosticaron escoleosis ideopática… Ideopática es cuando no saben por qué ocurre. Empecé con una malformación importante. Luego me salió una joroba muy grande aquí en la espalda. Esto me lo descubrieron cuando tenía unos diez años. Y luego fue ‘tenemos que operarte’. Pero siempre fue “hay que esperar a que se cierre la placa de crecimiento”. Entonces empezamos a patearlo. Estaba en el colegio y tuve unas sensaciones de ahogo… Crisis que duró como un minuto, y luego pude respirar.
«Después me empezaron a dar cosas más pesadas, a los 17, 18, porque cuando se mueven las vértebras, se mueven las costillas. Luego me hicieron una resonancia magnética y vieron que estaba a punto de tener un pulmón perforado, de tener un daño orgánico más importante. Me operaron cuando tenía 19 años. Muy tarde.
«Tuve que operarme de emergencia. Es decir, lo planearon una semana antes porque ya no respiraba. Yo estaba en la habitación del medio. Es impactante, pero si no se hubiera hecho, la historia podría haber sido diferente.
«La recuperación fue muy dura, un año. Te levantan rápido, pero hay que tener cuidado en casa. No puedes exponerte al frío, ni siquiera al lomo de un toro. Tengo cuatro prótesis de titanio y 68 tornillos en la espalda. Fue una operación seria… Soy como Thalía: tengo cuatro costillas menos.
«La operación iba a durar cinco horas y duró diez horas. Mi mamá me dijo que con Marcos se sentaron en la sala de espera y los médicos no les dijeron nada. Era pesado.
«No me duele pero, cuando estoy mucho tiempo sentada, se me adormece aquí arriba y hace mucho ruido. “Es vivir con una mochila pesada a la espalda, pero ya estoy acostumbrado”.
