esto fue lo que pasó- .

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(CNN Español) – El 10 de abril se estrenó en Netflix “Secuestro del vuelo 601”, una miniserie de seis episodios basada en uno de los hechos más dramáticos de la historia de la aviación en Colombia y toda América Latina.

Entre 1967 y 1973, en la época dorada de la piratería aérea, cerca de 90 aviones fueron secuestrados en América Latina, de los cuales unos 30 ocurrieron en Colombia, según recoge el periodista italiano Massimo Di Ricco en su libro “Los Condenados del Aire”. ” de 2020, en el que se inspira la serie de Netflix.

Esta es la historia de lo que pasó.

El 30 de mayo de 1973 dos sujetos secuestraron el avión Lockheed Electra HK-1274 de la extinta aerolínea colombiana Sociedad Aeronáutica de Medellín (SAM), según Di Ricco y los medios El Espectador y El Tiempo que cubrieron los hechos.

La aeronave despegó de Pereira, Colombia, con 84 personas a bordo, en una ruta que conectaba Medellín con Cali y Pereira.

Cuando cruzaba la Cordillera de los Andes, los sujetos -identificados como Eusebio Borja y Francisco Solano López- tomaron el control de la aeronave afirmando ser miembros de la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN), aunque en realidad se trataba de dos futbolistas de origen paraguayo con dificultades económicas.

Al principio los pasajeros pensaron que se trataba de una broma. “Pensábamos que era así, para molestar”, recordó uno de ellos, el ciclista Luis Alfonso Reátegui -fallecido en 2022- en una entrevista con el podcast Radio Ambulante, en la Radio Pública Nacional (NPR) en 2021.

Los hombres armados y encapuchados “dispararon y dispararon hacia la parte del departamento y nos dijeron que nos quedáramos quietos, que eso era un secuestro”, explicó Reátegui.

Allí comenzó un dramático viaje que duraría 60 horas a lo largo de 24.000 kilómetros, 12 aterrizajes y 12 despegues, en el que sería considerado uno de los secuestros más largos de la aeronáutica mundial y el más largo de América Latina, según El Tiempo.

El capitán del avión, Jaime Lucena, recibió la orden de dirigirse a la isla caribeña de Aruba, según informaron El Tiempo y Radio Ambulante. Lucerna informó desde el aire que fueron secuestrados y que necesitaban combustible, por lo que hicieron la primera escala en Medellín, detalla “Los Condenados del Aire”.

Los secuestradores tenían dos demandas: 200.000 dólares y la liberación de los presos políticos en Colombia. De no cumplirse sus requisitos advirtieron que harían explorar el avión con los pasajeros a bordo, señaló El Espectador en su cobertura de la época.

Mientras tanto, los pasajeros debían permanecer sentados, sin hacer ruido, y debían pedir permiso para moverse de sus asientos.

las negociaciones

Poco antes de que el avión llegara a Aruba, las negociaciones con Borja y Solano se complicaron. El abogado negociador de SAM, Ignacio Mustafá, ofreció sólo 20.000 dólares, dijo Di Ricco a Radio Ambulante.

“Era una oferta ridícula para los secuestradores. Y había otros problemas: no sólo estaban negociando con la aerolínea, sino que también tenían que tratar con varios gobiernos. Por un lado, estaban en Aruba y las autoridades locales querían que se fueran lo antes posible. Con el avión secuestrado allí, el aeropuerto no pudo seguir funcionando. Y, por el otro, estaban las autoridades colombianas, que todavía no habían respondido”, explicó.

Los secuestradores dejaron en Aruba a unos 40 pasajeros por falta de agua y alimentos.

Horas más tarde, mientras esperaban respuestas a sus demandas, el Gobierno de Colombia anunció que no iba a negociar y las discusiones quedaron en manos de la aerolínea, detalló en su cobertura el diario El Colombiano.

Enojados por la respuesta, los piratas aéreos -concepto que la RAE define como “una persona que bajo amenazas obliga a la tripulación de un avión a modificar su rumbo”- obligaron al piloto a despegar hacia Lima, Perú, pero un técnico El problema los obligó a regresar a Aruba.

Ya en Aruba, un grupo de pasajeros decidió escapar abriendo la puerta de emergencia y saltando a la pista, según el archivo de El Espectador.

Sin acuerdos en las negociaciones, el Lockheed Electra volvió a despegar. Recorrió Panamá, Costa Rica y El Salvador, pero sin permiso para aterrizar tuvo que regresar una vez más a Aruba, según El Tiempo.

Allí, las autoridades pidieron a los secuestradores que les permitieran reemplazar a la tripulación y, a cambio, la aerolínea les enviaría un maletín con 50.000 dólares. Los hombres aceptaron y liberaron a otro grupo de pasajeros.

Después de unas 38 horas de secuestro, el avión despegó primero hacia Guayaquil, Ecuador, y luego hacia Lima, donde 14 de los 26 pasajeros restantes fueron liberados, según Radio Ambulante.

La desaparición de los secuestradores

La aeronave partió nuevamente, esta vez con destino a Mendoza, Argentina. Los piratas aéreos dejaron salir a los pasajeros restantes a bordo, abandonando las negociaciones para un rescate monetario.

Luego de 55 horas de secuestro, el avión de SAM despegó sin pasajeros con destino a Buenos Aires, recordó Di Ricco.

En su cobertura de los hechos, El Tiempo y El Espectador informaron que el 2 de mayo de 1973 el secuestro llegó a su fin con la fuga de los dos secuestradores, quienes lograron cobrar un rescate de 50.000 dólares en efectivo.

Según El Espectador, la fuga se produjo en el aeropuerto de Argentina, durante una breve escala para repostar combustible.

La versión es similar al relato de Di Ricco para Radio Ambulante, en el que indicó que los secuestradores habían escapado en uno de los breves desembarcos registrados en la frontera entre Argentina y Paraguay.

Tras el secuestro, Francisco Solano López fue detenido y extraditado a Colombia, donde estuvo preso cinco años, mientras que Eusebio Borja nunca fue capturado ni se supo nada de él, coinciden El Espectador y Radio Ambulante.

 
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