Por qué el cerebro de una madre le permite hacer varias cosas al mismo tiempo

Que el cerebro se transforma con el embarazo, el parto y el posparto es una evidencia conocida desde 2017, año en el que ella y otros dos investigadores publicaron un estudio pionero. Profundizar en estos hallazgos podría predecir y evitar patologías como Depresión post-parto. Sobre estas cuestiones, Carmona acaba de publicar ‘Neuromaternal’.

La maternidad afecta de manera decisiva a las mujeres. No sólo hablamos de su cuerpo, de sus vísceras y de lo que afecta a su identidad. Nos referimos a sus efectos sobre la cerebroese órgano asociado en el imaginario colectivo a la frialdad y al cálculo, parámetros, a priori, en las antípodas de traer hijos al mundo.

Curiosamente, las investigaciones pioneras en neurociencia sobre las modificaciones cerebrales provocadas por la maternidad no llegaron hasta 2017. Susana Carmona, Erika Barba y Elseline Hoekzema comenzaron a estudiar la cuestión en 2008 hasta publicar sus primeras conclusiones en ‘Nature Neuroscience’. , ya que los cambios que se producen en el cerebro de las madres tienen como objetivo mejorar su capacidad para proteger y relacionarse con el bebé.

Como resultado, Carmona (Terrasa, 1980), psicóloga, doctora en Neurociencias, profesora del Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal y directora del grupo de investigación de neuroimagen Neuromaternal del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, ha ampliado sus estudios en este campo. Desde entonces el tema ha despertado el interés de la comunidad científica europea y norteamericana. No en vano, “el 85% de las mujeres atraviesan el embarazo. Hay que saber qué pasa en el cerebro durante y después de este proceso”, explica. Ahora acaba de publicar ‘Neuromaternal’ (Sine Qua Non).

Los estudios revelan que los cambios en el cerebro de las madres duran hasta seis años después del parto. Por este motivo, este período, el de la “matrescencia”, se equipara al de la adolescencia. ¿Este concepto es aceptado por la comunidad científica?
Este término, acuñado en los años 1970 por la antropóloga Dana Raphael, se utiliza cada vez más. En términos de magnitud y forma de los cambios, los cambios que ocurren durante la maternidad y la adolescencia son efectivamente equivalentes. La masa gris se reduce, aunque eso no implica nada malo. Otros estudios afirman que los cambios persisten durante toda la vida e influyen en cómo envejecemos. Han comparado a las madres con mujeres que no lo son y las primeras presentan rasgos de juventud más cerebral. Hay dos hipótesis para explicarlo: una biológica, según la cual el aumento de estrógenos durante el embarazo ‘obliga’ a actualizar tu sistema inmunológico, por lo que cuando entras en la menopausia tienes menos inflamación y tu envejecimiento cerebral se reduce. El otro, ambiental, sostiene que la crianza de los hijos plantea tantos retos a una madre que se vive en constante entrenamiento cerebral y, por tanto, su cerebro se mantiene más joven.
Dices que más cambios cerebrales significan un mejor vínculo con el bebé. ¿Qué pasa con los padres o madres adoptivas?
En los humanos todavía no sabemos exactamente qué sucede en el cerebro, pero en los animales está claro. Una rata que no es madre ignora o ataca a la descendencia. Si les hormonamos, su cerebro cambia e inician un comportamiento maternal. En 2017 comprobamos que hubo cambios en el embarazo, parto y posparto y que cuanto más mayores eran, más vínculo mostraban con el bebé. Creemos que estos procesos facilitan pero no determinan el comportamiento materno, porque los padres y madres adoptivos también están vinculados. Es decir, no es necesario pasar por un embarazo para tener esos vínculos, pero los facilitan un poco. Entonces influye la interacción con el bebé.
Los cambios que se producen en el cerebro de una mujer afectan a la red encargada de la atención y también a la red predeterminada (RND). ¿A qué se aplican ambos conceptos?
La red por defecto tiene que ver con el estado en el que se encuentra una persona cuando no hace nada: pensamos en nosotros mismos, en lo que hicimos ayer, etc. Este ensimismamiento ligado a uno mismo es la base de la empatía, porque simulamos en nosotros mismos. cómo se siente otro. Es la base del altruismo y afecta el comportamiento de madres y padres. En cuanto a lo otro, se sabe que existen dos formas de atender a algo: prestar atención o seguir estímulos. Los bebés activan esta red y secuestran la atención de las madres. No es que no sepan otras cosas que suceden, sino que sus hijos se comen la mitad de su atención. Se tienen que ir con la mitad para seguir haciendo las mismas cosas.

¿Cuáles son las diferencias entre los cambios cerebrales provocados por el embarazo, el parto y el posparto? ¿Y según el tipo de nacimiento?
Tenemos muy claras las que se producen durante el embarazo y el posparto, pero hemos encontrado las provocadas por el parto por accidente y tenemos que estudiarlas más. Durante el embarazo, el volumen cerebral y la materia gris disminuyen. También ocurre en la adolescencia y no necesariamente es malo. Esta disminución se acentúa durante el parto y cuando se expulsa la placenta aumenta ligeramente sin llegar al punto base. La reducción es desigual según la región y no podemos entenderlo como un proceso conjunto. También hemos visto que no es tan determinante si se trata de una cesárea de urgencia o de un parto vaginal, sino que los cambios cerebrales sean provocados por el parto. Es necesario realizar más investigaciones sobre esto porque no sabemos qué hay detrás de estas diferencias.
Sostiene que conocer qué cambios cerebrales provoca la maternidad podría predecir y evitar patologías perinatales, como la depresión posparto. ¿Como?
Si queremos saber qué se altera en la depresión o psicosis posparto, primero tenemos que saber qué sucede normalmente. Hasta 2017 no sabíamos nada. Necesitamos crear la línea base para predecir este tipo de patología y otras. Sabemos que el embarazo influye en el Alzheimer, por ejemplo. En EE.UU. están evaluando cómo los factores hormonales afectan las diferentes etapas de la vida y una de ellas es la maternidad. Todavía hay muchos prejuicios sexuales en la neurociencia.
Contrasta los conceptos de momnesia en un capítulo de ‘Neuromaternal’ [o amnesia de las madres] y ‘matrescencia’. ¿A qué se refiere?
El primero se centra en los déficits que la maternidad provoca en el cerebro de las madres, en los recursos mentales que pierden. Prefiero la ‘matrescencia’.
¿Diríamos que la momnesia también está ligada a esa supuesta pérdida de intelectualidad que sufren las mujeres cuando se convierten en madres? ¿Es una visión despectiva que desacredita el cuidado de esta etapa vital frente a otras capacidades “superiores”?
Esto sucede porque se le da poco valor a la crianza, teniendo en cuenta que la conducta materna, que te protege al estar indefensa, es la que no permite nuestra extinción. Las mujeres tienen que aprender muchas cosas en muy poco tiempo para que la especie sobreviva, pero parece que no se tiene en cuenta. Además de tener la atención secuestrada por el bebé, también hay estudios relacionados con el sueño y la nutrición: si en el posparto y en el tercer trimestre del embarazo se come mal y se duerme poco, surgen problemas y las mujeres obtienen puntuaciones más bajas en memoria. Pero si les damos una lista de palabras que tienen que ver con estímulos relacionados con el bebé, las mujeres embarazadas puntúan mejor. Con el paso de los años, el cerebro de una madre, que está muy entrenado, también puntúa mejor en la vida adulta en funciones ejecutivas, es decir, aquellas que permiten planificar, hacer varias cosas al mismo tiempo, etc. El foco está en lo que perdemos, pero no en todo lo que aprendemos, que es mucho.
 
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