¿Alguna vez has sentido que cuando se mueve, sale a dar un paseo al aire libre o hacer algo de ejercicio físico, tu mente se vuelve lúcida, positiva y los pensamientos fluyen como por magia? Bueno, no es magia, es ciencia. Y algo que los filósofos antiguos ya sintieron.
Aristóteles y su escuela peripatética
Ya Aristóteles (335 a. C. por lo tanto, caminó con sus discípulos a través del jardín de piojos, El PeripatosAl mismo tiempo, interactuaron buscando respuestas.
Además, curiosamente la expresión griega hoi peripatoûnes Literalmente significa “los que caminan”. Viene del verbo griego peripatéōlo que implica “caminar”, con un sentido contemplativo o filosófico. De estas palabras surgió “la escuela peripatética”, y sus seguidores recibieron el nombre peculiar de “el peripatético”.
Parece que Aristóteles y su peripatético se dieron cuenta de que el movimiento produjo beneficios mentales que les ayudaron a hacer conjeturas más oportunas. El poeta juvenil latino ya formuló la expresión: “El sonido de la mente en un cuerpo sano“, Vinculándolo con la conexión integral entre el cuerpo y la mente. Estos beneficios también han sido utilizados por muchos pensadores a lo largo de la historia.
Jean-Jacques Rousseau, Immanuel Kant, Friedrich Nietzsche, Heidegger, Jean-Paul Sartre, Oliver Sacks, Yukio Mishima o Santiago Ramón y Cajal compartieron una idea común: la práctica de la actividad física como motor para la mente. Muchos de ellos encontraron claridad, inspiración y una forma de conectarse con el mundo urbano, la naturaleza y con ellos mismos. Para ellos, mover el cuerpo también era una forma de estimular el pensamiento.
De hecho, Ramón y Cajal practicaron el culturismo y el montañismo, convencidos de que un cuerpo activo y saludable era esencial para el rendimiento cognitivo.
¿Qué dice la ciencia en la actividad física y la relación de rendimiento cognitivo?
Hoy, los estudios neurocientíficos son una multitud que muestra que todos estos pensadores tenían razón.
La práctica de la actividad física proporciona beneficios intelectuales de las primeras edades en todo tipo de poblaciones. Por ejemplo, después de realizar una caminata de 20 minutos a una intensidad del 60 %, la activación cerebral mejora, lo que provoca un aumento en las áreas vinculadas a la atención y la velocidad de procesamiento mental.

Además, hace casi una década, publicamos una revisión sistemática profunda que concluyó que el nivel de forma física, especialmente cardiorrespiratoria, también puede ser decisivo para estos beneficios. Por ejemplo, un estudio en el que participaron más de un millón de suecos jóvenes, mostró que la condición cardiorrespiratoria física adquirida entre 15 y 18 años predijo la capacidad intelectual a los 18 años.
En la confirmación de todo lo anterior, un metanálisis reciente incluyó 133 revisiones sistemáticas que analizaron 2.724 intervenciones sobre la efectividad del ejercicio físico para la mejora de la cognición, la memoria y la función ejecutiva en un total de 258 279 participantes. Se demostró que el ejercicio, incluidas las actividades de intensidad baja y moderada, mejora todas estas variables cognitivas.
¿Qué mecanismos activan la actividad física para producir estos beneficios?
La práctica de la actividad física aumenta el flujo sanguíneo y produce angiogénesis, mejorando la circulación cerebral y, con ella, oxigenación y suministro de nutrientes. Esto a su vez hace que el cerebro y los procesos emocionales, cognitivos o creativos mejoren.
La actividad física también mejora la plasticidad y la microestructura cerebral, y aumenta la producción del factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF), una proteína esencial para la formación de nuevas neuronas (neurogénesis) y para la eficiencia y las conexiones neuronales (sinaptogénesis).
Por otro lado, la actividad física provoca la liberación de neurotransmisores como la dopamina, las endorfinas, la serotonina y la noradrenalina, relacionadas con el bien, la felicidad, el estado de ánimo, menos ansiedad o estrés, atención o motivación. Si la actividad también es grupo, puede mejorar la autorregulación y las habilidades sociales.
-Finalmente, todo lo anterior también estimula los factores neuroprotectores y reduce el riesgo de preocupar enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.
¿Cómo puedes aprovechar el nivel práctico?
De nuestro grupo de investigación, hemos estado investigando esta fascinante conexión durante años, especialmente en torno al contexto educativo y familiar. Nuestros estudios revelan cómo la práctica de la actividad física durante los diferentes momentos del día se relaciona positivamente con una multitud de variables clave para el desarrollo emocional y cognitivo desde las primeras edades.

Por ejemplo, nuestra guía práctica de revisión sistemática y educativa resume los efectos de lecciones académicas y actos físicamente activos o recreaciones activas sobre la cognición. Este trabajo proporciona una tabla con sugerencias para la implementación de estos estímulos en el contexto educativo en jóvenes de 6 a 12 años.
Además, otros estudios que hemos estado haciendo muestran cómo el aprendizaje reproducido mejora la adquisición de vocabulario o comprensión de lectura o autoconcepto, autoestima y habilidades sociales de los niños. También que el desplazamiento activo, los inicios activos escolares, las descansos activos o las intervenciones integrales, planificadas y controladas de la educación física pueden mejorar las interesantes variables mentales, socioemocionales y académicas cognitivas en niños y adolescentes.
Sugerencias para cualquier día
Recomendamos que el día comience con viajes activos al centro educativo de al menos 15-20 minutos. Incluso se pueden hacer en un grupo o plantear desafíos, como tratar de superar una serie de pasos entre todos.
Al llegar al centro, sería ideal comenzar con un estímulo de 16 minutos que implementa, por ejemplo, el programa C-HIIT (ejercicios cooperativos que se cruzaron en períodos cortos de alta intensidad y descanso). Esto puede mejorar la concentración de cuidado de manera aguda. Otra propuesta podría ser el programa de “inicio activo”, comenzando el día con 30 minutos de juegos de coordinación y toma de decisiones.
Durante la mañana, es muy conveniente usar clases físicamente activas en las que se puede enseñar contenido académico a través del movimiento, incluso en la educación de la primera infancia. También se sugiere incluir, por ejemplo, 4-10 minutos de descansos activos. Los programas como Fontervals o “Dame10” son algunos conocidos.
Los recursos activos o las clases de educación física (que contienen demanda cognitiva o aspectos cooperativos y socioemocionales) son igualmente muy útiles.
Al salir del centro educativo, es aconsejable ir a las escuelas deportivas o continuar moviéndose en tiempos de ocio, poder usar varios programas extracurriculares o aplicaciones novedosas que pueden usarse para motivar, a través de los desafíos, el cumplimiento diario de la actividad física recomendada.
Finalmente, debemos tener en cuenta que los jóvenes que perciben a sus padres más activos o en espera de su práctica tienden a moverse más. Esto implica un mayor interés y adherencia a la actividad física, con los consecuentes beneficios ya descritos.
Desafíos para la sociedad actual
Aunque parece claro que Aristóteles y su peripatético tenían razón, hay muchos desafíos y preguntas presentados por la sociedad actual. ¿Es viable implementar todas estas propuestas? Algunas medidas probablemente necesitan apoyo institucional y capacitación específica de todos los involucrados. Esto requiere una adaptación metodológica de enseñanza y un paso adelante de toda la comunidad.
Otro desafío será lidiar con el surgimiento de nuevas tecnologías, que pueden ser rivales o aliados. En algunos trabajos anteriores, ya hemos tratado de mostrar cómo se pueden usar sus potencialidades, pero sin duda debe ser responsabilidad de todos los involucrados controlar y reducir los daños, aprovechando todos los avances.
De todos modos, muévase. Tu corazón y tu cerebro te lo agradecerán.