En el corazón de Rotterdam, Países BajosUn conjunto amarillo vibrante de formas imposibles desafías la lógica arquitectónica. Se trata Casas de cubouna de las atracciones más fotografiadas de la ciudad y un trabajo emblemático de Arquitecto Piet Blom. Más que hogares, son un manifiesto visual que duda de lo que creemos que debería ser una casa.
1. Una respuesta creativa a un pasado devastado
Las casas del centro surgieron en el contexto de la reconstrucción de Oude Haven, un área portuaria bombardeada durante el Segunda Guerra Mundial. Blom, influenciado por el estructuralismo, rechazó la idea del desarrollo convencional y propuso una solución inesperada: un bosque urbano de cubos inclinados, donde cada casa representa un árbol. Este enfoque estalló con la idea de repetición y uniformidad, en lugar de proponer una experiencia visual y espacial única.
2. Diseño que despierta preguntas
Desde lejos, parecen cuidadosamente ordenado por un niño con imaginación geométrica. De cerca, las casas de cubos causan asombro e intriga. “¿Es este un hogar o una escultura?” Es una reacción frecuente entre los visitantes. Y eso fue precisamente lo que Blom quería generar: confusión. Su intención era que el espacio no se entendiera como una habitación simple, sino como una experiencia de diseño.
3. Espacios de corredores, creatividad sin límites
Cada una de las 38 casas de cubos habitables tiene 100 metros cuadrados distribuidos en tres niveles. Desde la entrada puede acceder a una sala de estar y una cocina integrada en ángulo no convencional; El nivel intermedio alberga habitaciones y baño, mientras que el último piso, con forma piramidal, suele ser un espacio de recreación o habitación para niños. No hay paredes verticales extensas, y las esquinas obligan a la imaginación a distribuir muebles y objetos personales. No hay espacio para lo innecesario.
-4. Vivir en una obra de arte
Aunque dos casas funcionan como albergues y una como centro cultural, el resto están habitados y ocasionalmente salen a la venta por los precios que son de alrededor de 380 mil euros. También es posible ingresar solo por tres euros a la llamada Visualización de cubos o “museo de la casa”, donde los visitantes pueden viajar su interior y verificar cómo el diseño puede transformar un hogar convencional en una experiencia juguetona y funcional.
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5. Un legado que trasciende el tiempo
Inspirado en un primer experimento arquitectónico en la ciudad de Helmond, muy modesto, las casas de cubos de Rotterdam son hoy un símbolo de una ciudad que ha hecho de la arquitectura su sello distintivo. Rodeado de otros íconos como Blaaktoren o la torre de “lápiz”, estas casas continúan atrayendo a los viajeros de todo el mundo que buscan más que una postal: buscan ideas.
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