Las curvas cerradas del camino que conducen al emblemático Valle de Viñales anuncian la entrada a un mundo suspendido entre montañas, historia y tradición agrícola. Y es que Viñales no es solo un paisaje: es un viaje de tiempo, una inmersión en la historia viva de Cuba. Quien se atreve a cruzar sus mogotes encuentra mucho más que postales; Descubra una cultura sembrada con manos callosas, Pulse Crooked y le contó al ritmo de los tambores ancestrales.
En esta pintoresca ruta, se revelan joyas vivas, como la finca Tabacún, una extensión de la granja Macondo, propiedad de la familia Macondo, una de las más prósperas de la zona de la siembra de tabaco.
En esta granja, que ya va para su cuarta generación, el tabaco rubio se cultiva, principalmente destinado a las fábricas de Cohíbba y Montecristo. Aunque solo el 10 % de la producción puede comercializarse directamente, cada puro torcido a mano mantiene el sello de excelencia que ha vuelto a la región, ubicada en la provincia de Pinar del Río y que comprende municipios como San Juan y Martínez y San Luis.
La experiencia incluye una demostración completa del proceso de tabaco: desde la semilla, a través de la fermentación en los tercios, hasta la final retorcida. La producción es completamente ecológica, con técnicas tradicionales como el uso de la tabina, un pesticida natural basado en nicotina, y barreras y flores de plátano vivas para proteger los cultivos. “Aquí todo se hace con respecto a la tierra y la herencia”, dice Yoel Alejandro Núñez Roque, trabajador agrícola.
Los visitantes no solo aprenden sobre la técnica; También descubren la cultura detrás de cada hoja. “Enseñamos a fumar lo puro como debería ser: sin aspirante, disfrutar del sabor en la boca. Es una experiencia sensorial y cultural”, agrega.
Una parada imperdible es el punto de vista del jazmín, un punto más alto que ofrece una de las vistas más espectaculares del valle de Viñales, rodeada de mogotes que emergen como gigantes de piedra, dando la sensación de estar en otro mundo. Desde aquí, la vista panorámica es inigualable, y justo al lado del hotel Los Jazmines, perfecto para descansar mientras disfruta del paisaje natural que caracteriza la región.
Y para aquellos que buscan la magia de las cuevas de Viñales, no puede faltar una visita a la famosa cueva india. Descubierto en 1920 por un campesino local, es uno de los más visitados en el área. Su nombre se debe a los restos arqueológicos que se encuentran en el interior, pertenecientes a las comunidades indígenas precolumbianas que habitaban la región.
Se trata de unos 300 metros accesibles para el público, y se viaja un pie hasta llegar al río San Vicente, donde los visitantes abordan un bote para completar el viaje que navega debajo de la montaña. Durante el viaje, puede ver formaciones geológicas de gran belleza, como estalactitas y estalagmitas, así como murciélagos y peces de agua dulce. El cruce subterráneo culmina con una salida de cielo abierto, dejando una sensación de asombro y conexión con las entrañas de la tierra.
Pero Vineyard Journey no estaría completo sin una visita al Palenque de los Cimarrones, un complejo turístico cultural que recrea la vida de los esclavos africanos fugitivos que encontraron refugio en estas montañas. Ubicado cerca de la puerta de Ancón, el sitio combina historia, etnografía y arte afrocubano. La gira está pasando por una cueva de 150 metros hasta que llega a una simulación de un asentamiento de Cimarrón, donde los visitantes son recibidos con música, fuego y danza.
En este espacio, el pasado cobra vida: se muestran utensilios, armas y estufas típicas de la época, y el restaurante representa un palenque africano con salas decoradas según los Orishas del Panteón Yoruba. Los murales cuentan sus historias, y la experiencia culmina con un espectáculo popular vibrante, el resultado del trabajo de artistas locales especializado en la cultura afrocuba.
Muy cerca de allí, el mural de la prehistoria se eleva imponente, un trabajo monumental pintado en la roca de un Mogote de Leovigildo González Murillo, discípulo de Diego Rivera. Con 80 metros de altura y 120 de longitud, representa la evolución de la vida en el archipiélago cubano y es uno de los murales al aire libre más grandes del mundo. La historia del mural, desde su inspiración en los descubrimientos fósiles hasta su realización por parte de los campesinos locales que cuelgan de cuerdas, es tan fascinante como su contenido pictórico.
Viñales no es solo un paisaje postal: es memoria, resistencia y tierra fértil en todos los sentidos. Del tabaco que se cultiva con cuidado hasta la cultura que se conserva con orgullo, cada esquina te invita a mirar hacia el pasado. Y el visitante, inevitablemente, lleva un poco de viñedos con él.