
La cocina se articula alrededor de una isla escultórica de madera, cerámica y hierro.Fotografía: Daniel Schäfer
En medio de la cuenca del río Guadarrama, Una imponente villa única de una sola familia está viva gracias a la intervención del diseñador Iñigo iriarte. Su desafío: transforma una arquitectura rotunda en un hogar cálido, versátil y profundamente conectado con la naturaleza. “La misión principal era crear un hogar que refleje la personalidad de los clientes, integrándose con su entorno”, Iriarte explica. Desde la fachada negra, cubierta de varillas de metal, hasta los interiores cubiertos de materiales orgánicos, todo el proyecto se basa en un diálogo constante entre la fuerza y la calidez, la escultura y la habitabilidad.
La redistribución de los espacios fue clave, ya que el nuevo esquema gira en torno a un patio central, que articula la cocina, el comedor y la sala de estar en un flujo continuo y brillante. Es solo en la cocina donde una isla geométrica se convierte en la protagonista gracias al uso de Madera, cerámica y hierro, Mientras que los muebles altos se esconden después de los paneles de arcilla. “Queríamos que cada espacio tuviera un propósito real en la familia día a día”, dice el diseñador.

La fachada negra, envuelta en varillas de metal, se encuentra como una escultura Å entre los árboles, marcando el contraste entre la fuerza del exterior y la intimidad luminosa del interior.Fotografía: Daniel Schäfer
El arte no es un complemento; Es una pieza fundamental en la arquitectura emocional del espacio
Los materiales juegan un papel esencial: la arcilla proporciona textura, regula la humedad y se conecta visualmente con el medio ambiente, mientras que la madera natural introduce una dimensión emocional que suaviza las líneas del volumen arquitectónico. “Queríamos que la casa respirara la naturaleza” afirma. El arte refuerza la narrativa emocional de la casa. Funciona como una imagen de Antonio Madre, esculturas de Control deslizante o una pieza vibrante de Egi.ka Viven con muebles diseñados a medida, como la mesa escultórica diseñada junto a Unai Gabilondo. “El arte no es una adición; es parte de la arquitectura emocional del espacio”, dice.