la belleza de lo simple, la justicia de lo elemental (****) – .

La más simple es la mónada. Es decir, cada una de las partes indivisibles que componen el universo. Las mónadas se relacionan entre sí, pero no de forma directa ni recíproca (son casas sin ventanas, decía Leibniz). Las mónadas, por tanto, dependen de una armonía externa a ellas, preestablecida y, por tanto, incluso divina, para ocupar su lugar. siempre tendremos el mañana Es una mónada (ojo con el acento, que es más bien esdrújulo que llano, aunque también sirve en llano). Hablamos del universo cinematográfico, por supuesto. Esto significa que la película de la debutante como directora (no como actriz) Paola Cortellesi reproduce y ocupa un espacio en la memoria y la mirada del espectador único, irreductible y perfectamente identificable. Y eso, sin duda, lo hace indestructible.

La película aborda la historia de una mujer en la posguerra de una Italia liberada por el ejército aliado, pero aún detenida en cada una de las esclavitudes de una sociedad que, para empezar, sólo concede el voto a los hombres. Todo lo que rodea a la protagonista, que no es otra que la propia directora, es pobreza: material, moral y de otro tipo. Su hija lucha por escapar de su entorno aceptando casarse con alguien que, según anunció, le hará la vida imposible. Trabaja en mil trabajos diferentes mientras está maltratada por su marido, su suegro e incluso sus dos hijos que, a pesar de su juventud, ya están mostrando los dientes.

Cortellesi utiliza un guión descaradamente simple al que ningún cliché o arquetipo es ajeno. Muy cercano a la narración directa, sentimental e incluso conscientemente cursi de autores como Carlo Collodi antes que el de Vittorio De Sica, ‘siempre tendremos el mañana‘ hace suyos los lugares más habituales e incluso repetidos de un neorrealismo pintado de un rosa tan provocativamente falso que acaba rezumando pura sinceridad. La intención no es ocultar nada y mucho menos invitar al espectador al evento culto. Todo es más evidente porque es ahí donde se hace fuerte: en la belleza de lo simple, en la justicia de lo elemental, en la verdad de todo. Es una película, construida sobre la memoria de un cine común y una sensibilidad compartida, siempre comprometida con reducir cada elemento a su partícula más simple, más accesible y más reconocible. Mónada pura.

Rodada en blanco y negro, la película imita a su manera, de forma muy esquemática y como si de una liturgia se tratara, el recuerdo de un cine del pasado necesariamente se desvaneció con el tiempo. Cortellesi juega a descomponer la realidad en fragmentos contradictorios que piden tanto el melodrama como la comedia, lo musical (momentos increíbles de canto y baile) y la farsa. Es un cine de proclamación (concluye con el recuerdo de cuando la mujer votó por primera vez) y de detalles minúsculos, completamente banales; Es un cine descarado sobre el sentimiento de vergüenza. Es cine popular sin el más mínimo atisbo de complejo.

Se diría que ‘siempre tendremos el mañana‘ (una traducción discutible del más directo y oportuno ‘Todavía hay un futuro‘al que llama ‘C’è ancora domani’) es un cine irreductible, un cine imposible de descomponer por lo furiosamente elemental que tiene, simplemente simple, apasionante de todos. Y eso, prejuicios a un lado, nos sitúa del lado de una armonía siempre deseable, por falsa que sea; una armonía no por fuerza preestablecida, sino deseable, vengativa y por la que hay que luchar. El futuro es una mujer.

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Director: Paola Cortellesi. Intérpretes: Paola Cortellesi, Valerio Mastandrea, Vinicio Marchioni, Romana Maggiora Vergano, Giorgio Colangeli. Duración: 118 minutos. Nacionalidad: Italia.