En el escenario apocalíptico de Riomar siguen viviendo unos pocos irreductibles

La Habana/El lamentable estado del edificio Riomar, ubicado en la calle 1 de Miramar, se puede apreciar mejor desde el borde de la piscina. Allí, rodeada de graffitis y escombros, la mole da la impresión de que caerá en cualquier momento, dejando a La Habana sin otra de sus formidables y más conocidas ruinas.

Escenario apocalíptico de varias películas cubanas, habitado –al menos parcialmente– por un grupo de vecinos irreductibles, sólo el tamaño del Riomar atestigua que, alguna vez, fue uno de los edificios más codiciados de la capital. Fue construido en la década de 1950 y confiscado por Fidel Castro después de que casi todos sus residentes huyeran.

“Aquí hay un portero que vigila quién entra y quién sale, pero es sólo decorativo”, cuenta 14ymedio Isabel, una de las pocas personas que todavía se atreve a vivir en Riomar. “Muchas parejas jóvenes vienen aquí y caminan por la zona destruida”, añade. Por las noches, es común que los jóvenes habaneros busquen un rincón del edificio para tener relaciones sexuales.


El Riomar contaba con 201 apartamentos, repartidos en 11 plantas a las que se accedía mediante varios ascensores.
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La erosión de la estructura es mayor en el lado que da al mar. El salitre hace de las suyas desde hace décadas y, sin mantenimiento ni pintura, ha corroído fácilmente balcones, ventanas y paredes. “Los bordes se derrumban como si fuera arena y cualquiera cae”, dice Isabel, que advierte que, de vez en cuando, también mira “hacia arriba”, para que no le golpee un “trozo de techo”.

Alrededor de la piscina, inundada de basura y charcos de agua de mar, vienen a jugar los niños del barrio. El espacio conserva cierta dignidad y deja entrever lo que, en sus años de esplendor, debió ser una de las mejores áreas recreativas de La Habana. Lo sabían bien los cientos de técnicos de países soviéticos que –convocados por Castro– se instalaron allí en los años 70 y 80.


Lo que antes era un amplio pasillo o habitación ahora está lleno de pintura, humedad o graffitis
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No era de extrañar: el Riomar contaba con 201 apartamentos, repartidos en 11 plantas a las que se accedía mediante varios ascensores. A su confort contribuían garajes, salones y todo tipo de comodidades, que progresivamente se fueron perdiendo. Lo que alguna vez fue un amplio pasillo o vestíbulo ahora está lleno de pintura, humedad o graffiti con leyendas que van desde “Te amo” hasta “No cagues”. Otros son metafísicos: “Mi mente está pudriendo mi alma”.

El lugar no es seguro. Freddy Loons, cineasta y productor de videos musicales -trabajó con artistas de reguetón como Jacob Forever, Divan o Yulien Oviedo- denunció en octubre de 2023 que le habían robado varios equipos de filmación en su departamento de Riomar. Los ladrones se llevaron un computadora portátiluna cámara Canon y otros instrumentos de grabación.


El espacio conserva cierta dignidad y deja entrever lo que, en sus años de esplendor, debió ser una de las mejores áreas recreativas de La Habana.
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Miguel Coyula, que ha hecho del Riomar un motivo recurrente en sus películas, lo considera un emblema de la “estática milagrosa” con la que se sostiene La Habana. Allí también ensayó la banda Porno para Ricardo, conocida por sus canciones contra el régimen.

Al lado del inmueble se encuentran el centro comercial La Puntilla y varios edificios, no menos desgastados. En uno de ellos, un cartel faraónico rinde culto a Castro: “¡Vida Fidel!” Al fondo de la piscina de este edificio, que no ha perdido su color azul, un grafitero dibujó a la Virgen de Regla o de la Caridad. Es la patrona del mar habanero, al que cada día caen los escombros del Riomar.


En un edificio cercano, un cartel faraónico rinde homenaje a Castro: “¡Vida Fidel!”
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