Los rayos del sol de la mañana se filtran por el gran ventanal del apartamento de David Beltrán, diseñador gráfico, baterista y ‘beatlemaníaco’. La luz incide sobre la mesa redonda del comedor donde hay dos tazas de café recién hechas. En él está pintada la portada del álbum ‘Sgt. Banda del Club de Corazones Solitarios de Pepper’, uno de los más importantes de la historia del rock de los años 60, de la autoría de la banda británica The Beatles.
Cuando David comienza a mostrar su colección, es inminente darse cuenta del conocimiento que tiene sobre ella. Lo organiza por orden alfabético, y si es del mismo artista, por orden cronológico. No tiene ninguna pieza favorita.
“Hay piezas con valor sentimental y hay piezas únicas”, indica dubitativo mientras muestra la portada del disco ‘Gling Glo’ de la artista sueca Björk. “Esta es una pieza única, me la regaló un antiguo admirador para conquistarme”.
Este CD es una rareza porque fue producto de un proyecto de uno de los artistas más influyentes del pop anglosajón y que pasó desapercibido. También mostró una extraña pieza del ‘Tool’ de la banda, una especie de caja de música que al abrirse reproduce automáticamente el vídeo de la canción en una pantalla de aproximadamente una pulgada y media de tamaño.
Después de hacer gala de una que otra exclusividad, David se levanta de la silla y se dirige al cajón con ruedas donde ha guardado su colección más preciada: la discografía de los Beatles. Allí selecciona el volumen recopilatorio de la banda de 1962 a 1966 y sostiene con cuidado el acetato rojo con las yemas de los dedos. Se levanta y coloca el vinilo en el tocadiscos de la marca japonesa Technics, baja la aguja del equipo lentamente y el crujido se escucha nítidamente. Después de un par de segundos suena el estribillo de la canción. ‘Nowhere Man’, sencillo del álbum Rubber Soul de 1965. Esta canción es importante en la discografía de la banda porque es una de las primeras cuyo tema principal no es el amor, sino la orientación filosófica.
Entre ellos Aprecia mucho las 17 ediciones colombianas en vinilo de la legendaria banda británica. En los años 50 y 60 se importaban acetatos del exterior, uno de los sellos discográficos que traía la música era Codiscos, que luego comenzó a producir sus propias ediciones en Colombia, incluso traduciendo los nombres originales al idioma español y haciendo recopilaciones diferentes a las álbum original. .
David se propone buscar en particular un álbum que le llame la atención, ‘Meet The Beatles: the brooms that sing’. “Esta pieza es muy popular por su nombre, y además es muy divertida, creo que la llamaban así por la forma de su cabello”, dice dejando escapar una sonrisa.
David recuerda con orgullo a su padre, Jorge Beltrán. Era un joven rebelde, radiófilo y apasionado de la música, no sólo del rock, sino también de la tropical. Él le da crédito a su pasión por el género y su admiración por Los Beatles.
La colección fue el legado que su padre les dejó a él y a su hermana. De hecho, al principio no supieron qué hacer y se los dividieron entre los dos, prometiendo que en algún momento lo rotarían, pero esa promesa se rompió, y David acabó con toda la colección de vinilos y su hermana con la colección de CD.
Entre ellos, David muestra el disco ‘El maravilloso mundo de Ingenson’ del autor Los Speakers. Al abrirlo, inmediatamente se ve una mancha gris sobre una frase que dice: para experiencias extrasensoriales. Comenta en broma: “supuestamente aquí había un chicle que contenía LSD, pero mi papá nunca me dijo si lo había probado”.
El álbum ‘Yellow Submarine’ salió a la luz en 1969 y es la banda sonora de la película del mismo nombre.
La banda de los Nowhere Boys
La aguja acaricia los surcos del acetato y continúa con la selección de canciones mientras continúa la conversación. Cuatro cuadros cuelgan sobre los muebles, el que más sorprendió fue la imitación de la legendaria fotografía de los cuatro integrantes de la banda pasando la cebra en Abbey Road, luego de su show en Inglaterra. “Tocar en el Cavern Club de Liverpool fue lograr nuestro mayor objetivo como banda, regresamos de ese viaje y nos preguntamos ¿qué hacemos ahora?” recordó David.
El comedor redondo que ilustraba imperfectamente ‘Sgt. Pepper’ fue pintado por el artista ecuatoriano Montesdeoc en 2009, y también una batería casera fue la pista para que David se uniera a la banda tributo a los Beatles al año siguiente. Nicolás Villamizar, fundador del grupo musical, vio la foto de estos dos elementos en Facebook y lo contactó para ser el nuevo baterista de ‘The Nowhere Boys’, la banda colombiana réplica de Los Beatles.
Desde allí ha ido representando a Ringo Starr en la batería por diversos clubes y cuevas, hasta llegar a Liverpool y tocar en el mismo lugar donde los integrantes de The Beatles comenzaron su carrera hace poco más de 60 años. “Cuando estuvimos allí dimos diez conciertos en siete días, fueron 57 canciones en total. Subir al escenario e ir a esa ciudad se puede comparar con un devoto que va a Jerusalén”, dijo David con la mirada fija en un punto de la pared.
“Al principio era un hobby, ahora es mi estilo de vida y ellos son mis hermanos”
David dijo que otro de sus logros fue realizar el concierto en el antiguo edificio de El Tiempo, que nació del deseo de emular la presentación improvisada de Los Beatles en la estrecha terraza del edificio ‘Apple Corps’. El balcón perfecto para dar su recital estaba en la esquina de calle Séptima y carrera 13, al lado de donde mataron a Gaitán y el tranvía circulaba sobre rieles.
David admite con un suspiro: “Al principio era un hobby, ahora es mi estilo de vida y ellos son mis hermanos”. La aguja casi marcaba el final de la canción ‘Yellow Submarine’ y la visita a su apartamento había terminado.
DIEGO SANTIAGO SALINAS RODRÍGUEZ
Escuela de Periodismo y Multimedia – EL TIEMPO