La nueva etapa del conflicto colombiano

La nueva etapa del conflicto colombiano
La nueva etapa del conflicto colombiano

El 12 de junio cayeron del cielo explosivos en la localidad montañosa de El Plateado, en Argelia (Cauca), puerto de entrada al cañón del río Micay y ruta de salida de drogas ilícitas al océano Pacífico. Tres soldados resultaron heridos. Cinco días después, este lunes, una mujer y una niña de dos años también sufrieron heridas en la misma localidad al caer bombas sobre sus cabezas. En ambos casos, los artefactos no fueron lanzados por cohetes o aviones: provenían de drones modificados por disidentes de las extintas FARC para convertirlos en armas de guerra; una nueva arma en el país.

Un edificio en llamas tras el presunto ataque con un dron, en Argelia (Cauca), 17 de junio.

Horas después del ataque de este lunes, el comandante de las Fuerzas Militares, Hélder Giraldo, anunció a los medios que el Ejército trabaja para adquirir sistemas antidrones: “El objetivo es poder detectar, identificar y destruir este tipo de aeronaves, “, dijo el general. Al día siguiente, el ministro de Defensa, Iván Velásquez, reveló en conferencia que la Fuerza Pública ha sufrido 19 ataques con drones modificados en lo que va del año, todos en Cauca y todos desde abril. Velásquez añadió que las capacidades de defensa del Gobierno contra este tipo de armas son “insuficientes”. “Necesitamos aumentar las capacidades”, admitió. Los drones han entrado oficialmente al conflicto armado colombiano y aún se desconoce su potencial.

El uso de drones, o vehículos aéreos no tripulados, como arma de guerra, no es del todo nuevo en Colombia, dice por teléfono Nicolás Urrutia, inspector general de la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI) durante el segundo mandato del expresidente Juan Manuel Santos. . El experto en seguridad sostiene que equipos similares han sido utilizados, muy ocasionalmente, por grupos armados ilegales desde principios del milenio. Sin embargo, su presencia ha aumentado drásticamente en los últimos meses. Precisamente, el general Giraldo advirtió el 20 de marzo sobre el peligro de ataques “inminentes” por parte de disidentes con este tipo de aviones. Él estaba en lo correcto.

Menos de una semana después, la Fuerza Pública se enfrascó en un sangriento combate con el frente Daría Ramírez, perteneciente a la federación de grupos disidentes conocida como Estado Mayor Central, en el municipio de Garzón (Huila). En el enfrentamiento murió un integrante del grupo ilegal y cuatro más fueron capturados. También fue incautado un dron DJI Mini 4 pro, que se vende en Amazon por alrededor de cuatro millones de pesos (mil dólares). Desde entonces, no sólo los 19 ataques ocurrieron en Cauca, sino que, según las autoridades, grupos disidentes han realizado cursos de manejo de drones en los departamentos de Putumayo, Guaviare, Vaupés, Nariño, Caquetá y Norte de Santander. La amenaza es clara.

Armas inspiradas en Ucrania

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Para Urrutia, quien ha sido asesor de varias entidades de seguridad y es director de cumplimiento, análisis forense e inteligencia de la consultora Control Risks para la región andina, el incremento en el uso de drones tiene una explicación muy clara: “Puede describirse como un fenómeno de emulación. Y en la guerra en Ucrania, las fuerzas ucranianas han podido incorporar drones básicos y de bajo costo, que se pueden comprar en Amazon por unos cientos de dólares, para hacer cosas poco sofisticadas pero efectivas”. Estos ataques aéreos les han dado varias victorias, algunas importantes, en estos casi 30 meses de combates.

El experto en seguridad explica por teléfono que la guerrilla colombiana ha copiado durante años el modus operandi utilizado por distintos grupos armados en todo el mundo. Y esta vez, asegura, los disidentes han descubierto un arma muy fácil de integrar en sus filas. “Los drones son de bajo costo, no tienen barreras de entrada ni controles de exportación, y son cada vez más fáciles de usar con poca capacitación”. Al igual que en Ucrania, los disidentes se han aprovechado de ello y han aprendido a modificar drones diseñados para tomar fotografías y vídeos para convertirlos en armas mortíferas. Según las Fuerzas Armadas, estas aeronaves son capaces de soportar hasta cuatro kilos de explosivos y así volar unos 15 kilómetros. Urrutia explica que se utilizan para atacar objetivos militares como infraestructuras o instalaciones militares, pero advierte que, dada su limitada capacidad de carga, los ataques no son “devastadores”.

Un soldado voluntario sostiene un dron utilizado para lanzar explosivos en un área de entrenamiento en las afueras de Kiev, Ucrania, en 2022. Andrés Krávchenko (AP)

vigilancia aérea

Los drones también cumplen otra función esencial para los grupos armados: la vigilancia. Urrutia explica que estas aeronaves les permiten tener una mayor capacidad para detectar las posiciones y avances de fuerzas militares rivales. Para él, esto es clave. “Uno de los modelos operativos que ha funcionado muy bien para las fuerzas colombianas ha sido insertar pequeñas unidades de fuerzas especiales, que se acercan cuidadosamente a objetos valiosos para decomisarlos o ubicarlos para operaciones aéreas. Eso sólo funciona cuando puedes avanzar sin ser detectado. “Este tipo de drones pueden ser utilizados por grupos armados para evitarlo”, afirma.

Gabriel Silva Luján se desempeñó como ministro de Defensa durante el último año de la presidencia del derechista Álvaro Uribe, tras la salida de Juan Manuel Santos de ese cargo. Asegura por teléfono que, con los drones modificados, las disidencias han logrado algo que distintos grupos ilegales querían lograr desde hace tiempo: “La guerrilla siempre ha buscado armas para golpear a la Fuerza Pública a distancia”. Durante años, el Ejército tuvo una de sus grandes ventajas militares en su poder aéreo. Muchos expertos señalan que la capacidad del Estado para bombardear a las FARC (hoy extintas) fue clave para llevarlas a negociar la paz.

Para Silva, esta vez son los disidentes quienes tienen la ventaja. “El ejercicio de planificación de la defensa ha sido muy pobre en este Gobierno. La guerrilla se anticipó al Ejército y consiguió un arma muy difícil de detener”, afirma. “Si tienes los explosivos, el dron es lo de menos. La guerrilla ahora es capaz de proyectar fuego, atacar, algo que nunca antes había hecho”, añade.

Un futuro incierto

El exministro de Defensa advierte de que, con la incorporación de una nueva arma y la falta de preparación del Gobierno, los drones pueden tener un gran impacto en los próximos meses. “Mientras las fuerzas armadas se adapten, la guerrilla tendrá una ventaja significativa. Vamos a tener un año muy difícil”, afirma. Y, según él, aunque el Gobierno dice que está en proceso de compra de sistemas antidrones, conseguirlos no es tan fácil. Recuerda que el mayor proveedor es Israel, país con el que el presidente Gustavo Petro rompió relaciones recientemente por sus constantes bombardeos a la población civil en Gaza. Las otras opciones, asegura, serían Estados Unidos o sus rivales como Rusia, Irán o China.

Urrutia prevé una evolución diferente. El ex inspector general de la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI) duda de que los drones puedan cambiar significativamente el desarrollo del conflicto. Aunque son baratas y de fácil acceso, el experto señala que los grupos armados colombianos siempre han tenido dificultades para incorporar exitosamente nuevas tecnologías. Y no cree que esta vez sea la excepción. “Creo que en circunstancias específicas, en áreas específicas del país, es un ingrediente nuevo. Pero tiendo a ser algo escéptico de que esto por sí solo vaya a cambiar la dinámica de la confrontación”, afirma.

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