Córdoba sin Óscar del Barco, y ahora, ¿quién piensa en nosotros? – .

Córdoba sin Óscar del Barco, y ahora, ¿quién piensa en nosotros? – .
Córdoba sin Óscar del Barco, y ahora, ¿quién piensa en nosotros? – .

Hace unos días falleció Oscar del Barco, el filósofo “pasado-presentista”, quizás el último, dejando un poderoso legado, junto a José María Aricó, Héctor Schmucler, entre otros intelectuales que vivieron y pensaron de manera monástica, reaccionaria y también Córdoba revolucionaria.

Fueron al menos cinco golpes en muy poco tiempo: Héctor “Toto” Schmucler en 2018; Sergio Schmucler un año después; Horacio González en 2021; Noah Jitrik en 2022; y, ahora, Del Barco. Con él nos dejó una generación de oro del pensamiento político e intelectual cordobés.

Tuve la suerte de conocer a todos, pero sólo pude realizar dos (y media) entrevistas sobre Córdoba en 1960 y 1970. En ese momento estaba desarrollando una tesis doctoral en el Centro de Estudios Avanzados, de la Facultad de Ciencias Sociales. de la Universidad Nacional de Córdoba, centrado en el vínculo entre intelectuales y política a partir de la experiencia de la revista cordobesa “Pasado y Presente” (1963-1973), y la publicación “Carta Abierta” (2008-2019). Luego de una primera conversación con el filósofo Diego Tatián, entonces integrante de Carta Abierta Córdoba, decidí entrevistar a los protagonistas de “Pasado y Presente”.

Noé Jitrik fue el primero en ser entrevistado. Me ofreció un panorama completo de ambas publicaciones, dado que era el único intelectual que participaba en ambos grupos. El encuentro se produjo un frío día de 2017 en la ciudad de La Cumbre, su segundo hogar, junto a su pareja, la escritora Tununa Mercado. Hablamos largo y tendido sobre ambas publicaciones intelectuales, aunque me aclaró que sabía poco sobre “Pasado y Presente”, porque su participación había sido secundaria. Sí, me describió, con cierta nostalgia, el espíritu revolucionario que circulaba en las aulas universitarias de Córdoba en los años 60. Cuando hablamos de “Carta Abierta” mostró más entusiasmo y comenzó a dar detalles específicos del espacio.

En 2019 tuve la oportunidad de conversar con Oscar del Barco; Me recibió en su casa y hablamos durante unas dos horas. Apenas me vio me dijo “¿por qué te interesa este tema de los intelectuales?” Su tono irónico, del que algunos me habían advertido, especialmente mi amigo de la infancia Martín Spangenber, nieto de Del Barco, estuvo presente esa tarde.

Me habló con gran detalle del conflicto con el Partido Comunista Argentino, luego de que publicaran la revista “Pasado y Presente” en 1963.

Quizás lo más apasionante fue cuando le consulté sobre el ya clásico escrito “No matarás”, carta que Del Barco envió a la revista La Intemperie, dirigida por Sergio Schmucler, para responder a la entrevista que Abril Schmucler y Ciro del Barco le había dado. hecho a Héctor Jouve, protagonista del Ejército Guerrillero Popular (EGP). Sin entrar en esa discusión, quisiera recordar una frase que se me quedó grabada: “lideramos a muchos jóvenes a hacer la revolución y luego nos fuimos a México”.

La “media entrevista” restante trata sobre un breve intercambio epistolar que tuve con Horacio González. Meses antes de su muerte le escribí porque quería que supiera sobre la investigación en curso y yo quería hacerle preguntas relacionadas con el papel del intelectual. Él respondió que estaba muy ocupado, pero que en cuanto pudiera respondería detalladamente. En ese correo mencionó a Oscar del Barco, como modelo de intelectual argentino.

En 2022 terminé el Doctorado en Semiótica, luego de aprobar mi trabajo final, que en las próximas semanas será publicado por el sello Alción Editora, “El dilema de los intelectuales argentinos. Revolución, democracia y poder”.

En esa obra me pregunto precisamente por el “dilema” que tuvieron durante décadas los intelectuales revolucionarios y partidistas: el peronismo, los montoneros, el PCA, el comunismo internacional, el exilio y el fascismo; también el psicoanálisis, las prácticas artísticas y la responsabilidad de los intelectuales en las disputas sociopolíticas.

¿Cuál era el objetivo final de todo esto? Transformar la sociedad. Pero no desde cualquier lugar, sino como intelectuales y activistas de su tiempo como portadores privilegiados de visiones del mundo.

La muerte de Del Barco cierra una era, pero ¿abre otra? ¿Qué líneas de significado pueden continuar, dentro del campo intelectual, en un contexto hipermediático, centrado en el capitalismo de plataforma y la inteligencia artificial?

¿Qué se puede recuperar del pasado-era presentista para reflexionar sobre nuestro presente hoy? Recurro al generoso prólogo de María Pía López a mi libro, para subrayar que, lejos de presenciar el fin de la era de los intelectuales (como dice Enzo Traverso), estamos viendo cómo los nuevos derechos combinan el uso exhaustivo de las tecnologías con el servicio de intelectuales con prácticas tradicionales –editar libros, participar en mesas redondas, dar conferencias, integrarse a estas organizaciones políticas– y que no desdeñan el uso de expresiones como “batalla cultural”, y “el aroma de una revolución”.

Quizás revisitar el pensamiento intelectual de Oscar del Barco y el grupo “Pasado y Presente” nos permita vincular esos años con nuestra contemporaneidad, un deseo de Gramsci, de proponer un futuro más justo e igualitario. Y, si no, que al menos contribuya a resistir los embates de un capitalismo tardío que vino a sepultar el espíritu combativo de los grandes intelectuales militantes.

 
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