El ‘brandy sagrado’ destilado en Cenicero que se beberá en Nueva York y Tel Aviv

Según las sagradas escrituras judías, los alimentos procedentes de Tierra Santa, como el trigo, las aceitunas o las uvas, y sus derivados, sólo pueden ser manipulados por los creyentes. De esta manera se evita la contaminación por manos ‘impuras’, preservando el espíritu sacrílego. es lo que que se llama comida kosher.

Esta creencia es seguida estrictamente por la comunidad judía más ortodoxa. Especialmente en lugares como Nueva York y, obviamente, Israel. Incluso desde enclaves tan lejanos, los seguidores del kosher tienen especial favoritismo por la gastronomía española. “No os podéis imaginar la cantidad de alimentos que importan de aquí, por poner un ejemplo curioso, las tortas de aceite de Inés Rosales”, afirma Jacob Strier, rabino asistente del grupo Jabad de Barcelona.

Este martes, Strier, en representación de judíos de todo el mundo, se desplazó desde Barcelona hasta la fábrica de alcohol Cenicero para supervisar la técnica de elaboración del brandy kosher. “Según las Escrituras, nadie más que yo puede participar en la destilación”, explica.

2.000
litros de brandy kosher

Se producirán en esta añada, especialmente para la exportación.

“Especialmente con esta bebida el proceso es más estricto, porque luego se utilizará no sólo para beber, sino también para ceremonias”, detalla este judío ortodoxo. El proceso comienza con la llegada de un camión de vino de Rioja. Posteriormente, los operarios de la fábrica de alcohol le indican qué botones debe tocar y qué palancas accionar. Cuando el líquido final sale de la tubería, Strier incluso lo vierte en barriles especiales construidos por la comunidad judía. El trabajo, al ser realizado por una sola persona, lleva horas.

«Esto cansa, pero nuestras creencias dicen que no puede haber una sola contaminación; También hemos hecho el vino para destilar, el transporte, el embotellado… todo”, afirma Strier. La colaboración con la empresa de alcohol Cenicero nació hace más de diez años. Desde entonces, han pasado por él miles de barriles de brandy kosher, que se sellan y almacenan por separado. “Estamos muy agradecidos de que nos hayan elegido”, afirma el director de la planta de Cenicienta.

Del camión cisterna con 14.000 litros de vino que entró el martes en la fábrica de alcohol, pasados ​​los años sólo quedarán unos 2.000 de brandy, que se exportarán en su mayor parte a terceros países. “En España la población judía es muy pequeña, apenas llega a las 5.000 familias, por lo que la mayoría de la comida kosher que producimos aquí acaba en otros lugares”, afirma Strier.

Este judío, de raíces sefardíes, aprovecha la paradoja para centrarse en el problema. “Somos tan pocos en España que, para comprar comida kosher, aunque sea de aquí, no la encontramos en el mercado”, lamenta. Sea como fuere, nada le quitará el privilegio de estar a cargo del brandy que luego degustarán miles de sus correligionarios. “Es un orgullo enorme”, concluye Strier.

 
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