¿La dieta mediterránea mejora los síntomas de la depresión? Esto es lo que dice la ciencia – .

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Según la Comisión Lancet sobre Salud Mental Global y Desarrollo Sostenible, “todos los países pueden considerarse países en desarrollo en el contexto de la salud mental”. En los últimos años, las enfermedades mentales han aumentado en todo el mundo y ya se encuentran entre las diez principales causas de carga de morbilidad.

Uno de los trastornos más prevalentes en este ámbito es la depresión. Según estimaciones para 2021, afecta a más de 330 millones de personas y está relacionada con un deterioro de la calidad de vida y un mayor riesgo de padecer otras enfermedades.

Y aunque los avances en la investigación han demostrado la eficacia de los tratamientos psicológicos y farmacológicos, no todos los pacientes logran o mantienen la remisión de los síntomas solo con la terapia estándar.

Lo que comemos importa

Cuando se trata de prevención, la suma de factores biológicos, psicológicos, ambientales y sociales involucrados plantea un serio desafío. Se han identificado varios factores de riesgo relacionados con el estilo de vida, como el tabaquismo, el alcohol o la inactividad física. Y entre ellos, la alimentación ha recibido especial atención por parte de la comunidad científica.

El caso es que los estudios epidemiológicos han encontrado una relación consistente entre una alta adherencia a la dieta mediterránea y un menor riesgo de depresión en la población adulta. Sin embargo, la evidencia científica sigue siendo limitada para responder a otra pregunta: ¿son eficaces las intervenciones basadas en la dieta mediterránea para reducir los síntomas de quienes ya padecen depresión?

Intervenciones basadas en la dieta contra la depresión

Aunque los primeros estudios epidemiológicos a gran escala que analizaron la influencia de la dieta en el desarrollo de patologías crónicas se remontan a los años 50, el interés por la relación entre los alimentos que ingerimos y la salud es antiguo. Hipócrates (aproximadamente 460-370 a. C.), considerado el padre de la medicina occidental, ya estableció que las recomendaciones dietéticas eran, junto con la actividad física, uno de los factores de estilo de vida esenciales para restablecer el equilibrio en las personas enfermas.

En la última década, han aumentado los estudios que respaldan el papel de las intervenciones basadas en la dieta para la salud mental. Así, la Sociedad Internacional para la Investigación en Psiquiatría Nutricional aboga por que la llamada medicina nutricional sea considerada un elemento central en la práctica psiquiátrica.

En el caso de la depresión, se sabe que adoptar hábitos alimentarios poco saludables (dietas ricas en alimentos ultraprocesados ​​y abundantes en grasas, azúcares añadidos, sodio y aditivos químicos) puede favorecer la liberación de citocinas proinflamatorias por parte del sistema inmunológico. Y esto aumentaría el riesgo de producir, entre otras desregulaciones de la salud mental, síntomas depresivos.

En cambio, adoptar hábitos alimentarios saludables como la dieta mediterránea, rica en alimentos como frutas, hierbas, especias, aceite de oliva virgen, cereales integrales, frutos secos y verduras, proporciona una fuente de compuestos bioactivos con fuertes propiedades antioxidantes, que pueden afectar positivamente a los principales mecanismos biológicos (estrés oxidativo y estado proinflamatorio) de la depresión.

Evaluación de la dieta mediterránea como terapia.

Para comprobarlo hemos realizado un estudio que sintetiza cinco ensayos clínicos con 1.507 adultos de entre 22 y 53 años. Nuestro trabajo evaluó el efecto de intervenciones basadas en educación nutricional -a través de recomendaciones dietéticas y administración de alimentos que promovieran la adherencia a una dieta mediterránea- con una duración de 2 a 48 semanas.

Así, pudimos determinar que quienes se incorporaron al grupo de intervención basado en la dieta mediterránea reportaron un menor número de síntomas de depresión después del tratamiento en comparación con los adultos del grupo control, tanto desde el punto de vista estadístico como en relación con la perspectiva clínica. . .

Estos efectos podrían atribuirse a que una dieta saludable como la mediterránea sería capaz de reducir los niveles de marcadores inflamatorios sistémicos específicos –como la proteína C reactiva– asociados con conductas depresivas.

Las intervenciones en el estilo de vida, basadas principalmente en la promoción de una alimentación saludable, podrían desempeñar un papel importante en el alivio de los síntomas de los pacientes. Y sin efectos secundarios. Si bien se necesitan más ensayos clínicos a gran escala y a largo plazo en todas las edades de adultos para sacar conclusiones más sólidas, los resultados son prometedores.

Este artículo ha sido publicado en ‘La Conversación’.

 
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