rugby entre paredes la manera de crear segundas oportunidades

El equipo Tehuelches XV nació en 2019, con el modelo implementado en Buenos Aires con el equipo de Los Espartanos. Foto Matías Subat

Frío. No se trata sólo del invierno, es el cemento, el hierro de las rejas, la soledad. En prisión el frío es total y penetra hasta los huesos, hasta la mente, congelando la vida en una época en la que la supervivencia es el objetivo. El calentamiento puede hacerte reflexionar y, por esa razón, 24 integrantes de los Tehuelches

Eduardo madrugaba como todos los domingos cuando va a la U11. Se abrigó, cogió dos bolsas de mandarinas y condujo hasta el barrio. Parque Industrial. Todo quedó detenido, para la ciudad era un día de descanso, para él, un día de compromiso.

Esperó un poco hasta que llegaron Juan Pablo, Flavio y Thiago. Cruzar innumerables puertas es la forma de entrar en una prisión. Después del primero, una mujer les pidió sus documentos. En el segundo, otro les pidió sus celulares y le dejaron las llaves del auto. En el tercero, un hombre les dijo que “ya los estaban sacando” y los invitó a seguir sus pasos.

El rugby intramural es una práctica de resistencia a la lógica carcelaria. Foto Matías Subat

Se abrió un gran espacio al aire libre. Allí, algunos animales fueron acogedores. El caballo pintado de negro quería tocar el cielo con sus patas y Un guanaco en la niebla los miraba fijamente con sus ojos fríos y de hierro.

“Después de pasar la mañana entrenando, el domingo en casa tiene un sabor diferente. Valoras de otra manera esa merienda y la barbacoa en familia. Para nosotros también es una experiencia de aprendizaje”. Juan Pablo se ajustó el cuello de su sudadera polar azul, con el símbolo del Neuquén Rugby Club en el pecho.

Pasaron frente a una cancha de fútbol de cemento, y al fondo pudieron ver al grupo de jugadores llegar cargados con lonas rojas.vestidos con pantalones cortos, calcetines largos de colores, algunos vestían sus típicas camisetas de rayas: celeste y blanca.

Disminuye la violencia intracarcelaria y la reincidencia. Foto Matías Subat

Se encontraron frente a la puerta y se saludaron. Eduardo señaló el campo que se veía al fondo. En cinco años de trabajo y constancia lograron quitar las piedras y desterrar el suelo árido de la meseta. Dijo que al principio estaban llenos de tierra, rayado por los rudos, pero poco a poco la hierba avanza sobre el suelo, como los tehuelches.


Construye un equipo


Esta historia comenzó en Buenos Aires, en marzo de 2009, el abogado Eduardo “Coco” Oderigo visitó por primera vez el penal de máxima seguridad. La mayor percepción de él fue de desesperanza y días después regresó con un balón de rugby. y capacitó a unas 15 personas privadas de su libertad para crear el equipo “Los Espartanos”.

En 2016 se creó Fundación Espartanos y la experiencia les permitió consolidar un programa de reinserción social que ayuda reducir las tasas de reincidencia del 65% al ​​5% y está cambiando la vida de familias enteras y de la sociedad.

Hoy, Espartanos, está en 16 provincias del país y se replica en 7 países del mundo. En Neuquén, desde 2019, se denomina Tehuelches XV. “Empezamos con un esfuerzo conjunto. Nunca había funcionado un equipo de rugby en prisión, hubo que adaptar muchas cosas. Los jugadores nunca habían jugado y los entrenadores no habían entrenado a adultos que no supieran jugar. Por suerte pudimos hacerlo y sigue así, como en 47 cárceles en nuestro país, y muchas en el extranjero son un total de 60”, por suerte repite Eduardo, pero no fue casualidad.

El día empezó con algunas complicaciones. El inflador parecía que no quería funcionar y trataron de buscar una solución. Había niebla, pero el cielo estaba azul. En el centro del campo se movían rápidamente para empezar, en los márgenes, penitenciarios resguardados, se agrupaban de dos en dos, agarrados a sus ítacas y con cara seria. Luego estaba el muro, el alambre de púas, el hombre que caminaba sobre él, vino, fue y vino.

Se escuchó la puerta y algunos más se unieron. Llegaron esposados, porque pertenecían al pabellón de máxima seguridad. Con estos, eran 24 jugadores. Y eran cuatro de los siete entrenadores, porque como explicó Eduardo, rotan todos los domingos.

Tehuelches XV es el primer equipo de rugby integrado íntegramente por personas privadas de libertad.

Flavio colabora en temas administrativos desde hace tres años. Habló de la importancia de ir allí todos los domingos. “Hay varios sentimientos encontrados. Pero estando aquí me di cuenta de que no es descabellado que puedas terminar en prisión. Por ejemplo, puedes matar a alguien en un accidente. “Realmente creo que tenemos que darle otra oportunidad”. aseguró mientras ataba los protectores de las H (los arcos) que hizo “el tapicero”. Son de color rojo y pintaron la imagen de Patoruzito, quien desde el post parece brindar su alegre guiño.


a la corte


“Se comen los aparejos entre los pezones y las caderas, entonces hay que fortalecer la parte abdominal”, gritó Juan y todos, en fila, hicieron los ejercicios. Luego se levantó, pidió a uno de ellos que se acercara, se adelantó y lo derribó. El joven, desde el suelo, le dijo: “Quiero verte adentro”, y todos se echaron a reír.

Detrás del campo había algunos árboles dispersos y una casa. De allí salió un hombre con muletas, delgado, al que le faltaba una pierna. Al verlos, estiró la barbilla hacia el cielo para saludarlos. Vive al lado de otros dos que podrían irse, pero no tienen familias que lo reciban. “Es difícil, muy triste, porque si entras hace diez años el mundo cambia”, dijo Eduardo. y su compromiso continúa fuera de los muros. Dijo que el día anterior había ido a buscar a un niño que fue liberado y lo llevó a casa de un conocido a pintar.

Hoy los Tehuelches han tenido más de 220 tratamientos y por el equipo han pasado aproximadamente 80 jugadores. Algunos dejaron de jugar y varios recuperaron la libertad. Todos los profesores son voluntarios y su trabajo no otorga créditos para la reducción de la pena. Pero les da pertenencia y sensación de estar un rato con personas, que son como amigos.

El chico que organiza la biblioteca no pudo jugar por una lesión, pero salió de todos modos y sirvió como aguador. “El rugby me llevó a descubrir lo que no sabía sobre mis capacidades físicas y mentales, que mi sentencia se hizo más ligera, que podía sonreír, que podía aclarar mi cabeza”, dijo. hasta que entró Los tehuelches no conocían el rugby y pensaban que era muy arriesgado, sobre todo en el contexto de confinamiento, Eso sería arriesgarse a lesionarse, pero luego vio que eso suma al respeto con sus compañeros.

“Me gusta jugar, te da adrenalina. Te motiva y tocas la tierra. Allí hay actividades, pero ninguna es al aire libre y dentro todo es cemento, se ve el cielo tras las rejas. Pero aquí en la tierra, con la hierba, con el barro, con el frío, “Todo lo que no has tenido en años, si vienes al rugby lo recuperas por un tiempo”.

Otro de los chicos llegó y se sentó a su lado. Una bala le lastimó la pierna y no pudo aguantar todo el entrenamiento. Desde allí, dijo que nadie lo visita, y que cuando se vaya buscará hacer otra vida. También mostró su admiración por los docentes. “La actitud que le pusieron. El tiempo que tardan en venir un domingo por la mañana. No muchos hacen eso hoy, es raro. Se agradece el esfuerzo por sacar esto a flote, es algo a valorar”, resaltó.


“No quieren perderse”


“Oportunidad, autocontrol, inspiración, reflexión, humildad, empatía, compromiso, unión, integración, fuerza, resiliencia y libertad”. Las palabras pintadas en la pared fueron elegidas por ellos y según Eduardo, cada una refleja una situación. Tienen muchos proyectos por delante, como organizar un partido al aire libre, en el Neuquén Rugby, para octubre.

Thiago también se acercó a charlar. Es hijo de uno de los entrenadores, de Carlos “el abuelo” y en la Universidad le habían pedido pasantías solidarias. “Estuve mucho tiempo entrenando rugby y mi viejo está en esto. Entonces me uní a las dos partes, hicimos la conexión con la Fundación Espartanos y en marzo comencé. Está muy bien, es un choque de realidad”, anunció.

Cuando terminaron, todos hicieron una ronda. Sólo los profesores y los jugadores hablaron y escucharon. Todos tenían barro pegado a la ropa y mientras estaban reunidos, una bandada de pájaros revoloteaba sobre sus cabezas. Y se abrazaron y gritaron “Tehuelches, carajo”.

El famoso tercer tiempo fue corto y compartieron mandarinas. A los chicos les pusieron esposas en los pabellones de máxima seguridad. “Lograron combinar diferentes pabellones, lo cual es muy raro. “Esto es como un cable a tierra para nosotros, como una semilibertad, digamos”, dijo uno de ellos y agregó que nunca pensó que estaría preso y menos que iba a extrañar la tierra, pero tiene esperanza.

“Sabes cuando vas por el arcén y tienes que intentar ser un poco más consciente. Este es el final del acantilado y no se lo recomiendo a nadie. Estás lejos de tu familia, aquí extrañas muchas cosas. Tenemos que volver al camino. “Ahora tenemos que salir y volver al camino correcto”. Dice mientras le decían que parara para salir, o mejor dicho entrar.

Los docentes cruzaron el portón y mientras devolvían sus pertenencias dijeron que saben que las principales víctimas de esto son las víctimas de lo que hicieron, y su solidaridad es con esa persona. qPero ante el hecho, ya han sido juzgados y tienen una sentencia que cumplir.

“Un día serán liberados, luego como sociedad, ¿Qué queremos, que salga una persona peor que la que entró? Apostamos a que salga uno mejor. Ese es nuestro trabajo, lo que podemos hacer, es inmenso, pero vemos que el comportamiento mejora mucho, la mayoría está estudiando, hay respeto, eso lo logramos”, concluyó Eduardo.


Objetivos del programa


Mejorar la seguridad, reduciendo las tasas de reincidencia delictiva del 65% al ​​5%.
Promover la cultura del trabajo y la educación.

Evitar futuras víctimas, logrando la reintegración social de los espartanos para que también puedan ser ejemplos positivos para sus familias y comunidades.

Reducir los niveles de violencia, dentro y fuera de las cárceles.

No Remain Fallen es el libro que cuenta la historia de The Spartans y aporta testimonios de una realidad: “que hay personas que están condenadas desde la cuna a vivir como perros maltratados. Sus infancias son historias crudas, postales del mismísimo infierno”.

 
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