UNA DECISIÓN DOLOROSA. Por Mattías Meragelman – .

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UNA DECISIÓN DOLOROSA. Por Mattías Meragelman – .


junio 09

10:06
2024


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Provincia intima a quienes están en edad de jubilación. Números que explican motivos del Estado que no quiere dejar de estar activo. La promesa de Quintela, el problema que vendrá dentro de unos años y el reclamo de los trabajadores precarios. Un debate fundamental que necesita que la política de Estado de largo plazo sea una solución y no un parche.


En la Administración Pública Provincial hay 3.000 agentes estatales que están en condiciones de jubilarse y no quieren hacerlo. En este marco, el Gobierno inició la semana pasada un proceso de notificación para iniciar los trámites para dejar de ser trabajadores en activo.

“Lo que vamos a hacer es poner más énfasis en notificar a todos aquellos agentes que estén en condiciones de jubilarse y que hayan superado la edad de 65 años para hombres o 60 años para mujeres y que no hayan iniciado el proceso de jubilación”, dijo. Carlos Medina, Subsecretario de Capital Humano, en “Riojavirtual Radio”.

El funcionario aclaró que la decisión del Ejecutivo sólo se refiere a la Administración pública central, luego cada uno de los 18 municipios puede adherirse o no a la medida. En ese sentido, las autoridades del capitalino “Palacio Municipal Juan Ramírez de Velasco” ya anunciaron frente al micrófono que se sumarán a esta postura del gobierno provincial.

La razón por la que los empleados públicos provinciales no quieren jubilarse es bastante obvia y tiene como símbolo principal el signo del peso.

Actualmente, un pasivo gana alrededor del 55% o 60% de su salario como activo, con variaciones de todo tipo dependiendo de su historial laboral personal y los lugares donde desempeñó tareas. Sólo para tener una referencia: la jubilación mínima es de $270.000 con los bonos que paga el gobierno nacional incluidos y la Canasta Básica para que una familia no caiga por debajo de la línea de pobreza está por encima de los $800.000.

Este proceso histórico de desequilibrio y precariedad económica de los jubilados riojanos se ha profundizado en los últimos meses con la mayor espiral inflacionaria en tres décadas y la devaluación del pasado diciembre del 118%.

Detrás de todas estas cifras está la también dura realidad de los precarios.

Si bien no hay una cifra precisa porque la clave es qué vínculo jurídico tienen con el Estado, las estimaciones oscilan entre 10.000 y 15.000 trabajadores que están “vinculados” a la Provincia bajo alguna forma de contrato, programa o beneficio social que implique una compensación laboral.

Estos empleados públicos llevan años luchando por entrar al Estado. Hoy no tienen obra social, ni aportes patronales y mucho menos la estabilidad laboral de un empleado fijo.

Al inicio de su primer mandato y también una vez reelegido en mayo del año pasado, el gobernador Ricardo Quintela se comprometió públicamente a que terminaría sus años en la “Casa de las Tejas” dejando a todos los precarizados en la planta. La realidad es que su primera administración fue la que más empleados sumó al Estado desde 1995 y casi 10.000 trabajadores se incorporaron a la Provincia según información oficial.

Sin embargo, también es cierto que no parece muy verosímil en términos económicos pensar que esta solución definitiva llegue antes de 2027. De hecho, el año pasado el propio Gobierno de Rioja dictó un decreto suspendiendo todos los traspasos a la central excepto los que fueran urgentes. en salud. y seguridad.

Lo más grave de todo este conflicto es que el problema de las jubilaciones apenas comienza.

En 2015, el Ministerio de Hacienda Provincial elaboró ​​un informe interno que identificó en ese momento a 11.729 empleados estatales que llevaban al menos 20 años prestando servicios en el servicio público.

Sólo por el peso del almanaque: en los próximos años el número de trabajadores implicados en este problema superará las 12.000 personas.

En el momento de la jubilación se tienen en cuenta los últimos 120 salarios de una persona, es decir, los 10 años que trabajó antes de pasar a ser pasiva. Esta determinación jurídica implica que ninguna solución real y sustantiva puede surgir mágicamente o en el corto plazo.

El Gobierno se sustenta en toda la razón jurídica en la decisión que tomó, pero sería un grave error creer que la discusión es legal: el problema es económico.

Esta semana lo expresó con crudeza el secretario general del SITRAPP, Carlos Laciar, quien dijo en “Riojavirtual Radio”: “El Gobierno tiene razón jurídica al ordenar la citación. Pero hoy tememos salarios que nos pongan por debajo del umbral de la pobreza, con la jubilación entramos directamente en la pobreza, la gente tiene que jubilarse de forma más honorable, hace 20 años que no hay carrera administrativa, antes había un escalafón profesional y había una antigüedad.

Tampoco podemos dejar de mencionar el escenario nacional en el que este tema llega a la agenda mediática provincial.

El presidente Javier Milei -que fue votado por la mayoría de los empleados públicos provinciales- anunció esta semana que cumplirá una de sus promesas de campaña y despedirá a 50.000 trabajadores del Estado nacional. La Nación propone reducir el gasto público cuando en La Rioja necesitamos ampliarlo.

Mientras tanto, el Ministerio de Industria de la Provincia confirmó que se produjeron más de 400 despidos en empresas industriales de La Rioja en los primeros cinco meses del año y la recesión golpea cada vez con más fuerza, especialmente al sector privado.

Actualmente, el Gobierno foral tiende la mano con su “quincena adicional” a cerca de 5.000 jubilados riojanos, que tienen la posibilidad de estar un poco por encima de la jubilación mínima con esta aportación excepcional que hace el Estado (pero que no están por encima del umbral de pobreza).

Está claro que las medidas tomadas hasta ahora no son suficientes, porque años de aumentos salariales no remunerativos, salarios muy por debajo del proceso inflacionario y una pirámide salarial aplanada han significado lógicamente que hoy los empleados estatales no quieran jubilarse.

Lo resuelto por el Gobierno había que hacerlo porque miles de trabajadores precarios presionan para trasladarse a la planta. Al mismo tiempo, la determinación del Gobierno tiene un claro costo político, porque en este contexto económico cualquier empleado regular que se vea obligado a jubilarse se enojará con la “Casa de los Azulejos”.

En las últimas horas ya se han vivido varias situaciones de tensión en la Administración Pública con funcionarios en edad de jubilación que consultan a sus superiores sobre cuál será su futuro. Y surge un miedo extra: la discreción.

Hay quienes lógicamente temen que haya privilegios para algunos, que al tener “contactos” puedan evitar verse afectados por esta medida, mientras que otros se verán obligados a dejar de estar activos.

Una decisión dolorosa e inevitable, pero que no se puede aplicar sin tener en cuenta que miles de riojanos están siendo condenados a las penurias económicas. No llegamos a este momento por casualidad, son años de estrategias equivocadas con la masa de empleados públicos. Ahora se necesita una política de Estado de largo plazo para que no estemos ante un simple parche sino ante una solución de fondo.

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