La dura realidad detrás de la creciente demanda en el comedor de Los Horneritos

Mientras el Ministerio de Capital Humano realiza el operativo de distribución de alimentos que está por expirar luego de que estalló el escándalo por tener almacenados 5 millones de kilogramos al mismo tiempo que crece el hambre, se conoció la noticia que el pasado martes, los voluntarios del Comedor Los Horneritos recibieron a 3.800 personas y entregaron esa misma cantidad de raciones de alimentos. alimento. El hecho impactó a la comunidad mendocina porque fue un fiel retrato de la hambre que se vive a nivel nacional y en cada lugar del interior del país.

El jueves por la mañana, las madres y voluntarias del Merendero Comedor Los Horneritos ya estaban pelando verduras y cortando nuevamente el pollo para el guiso de la noche. Gabriela Carmona, encargada de Comedorrecibió MDZ en tu casa donde funciona el lugar donde no entra el egoísmo.

La convocatoria fue masiva, mayor que la del martes, tal como esperaban que sucediera. “Entregamos una tonelada de comida”, dice Gabriela, aún sorprendida por lo que está pasando. Son familias enteras que buscan un plato de comida porque en casa no hay suficiente.

La creciente demanda y la explicación de las mujeres

“Siempre son entre once y doce horas de trabajo. Empezamos ahora por la mañana y continuamos hasta la larga noche en que se entrega. Ahí es donde nos metemos en problemas”, dice Gabriela, señalando con la mano hacia la calle donde la fila se hace cada semana más larga.

Foto: Santiago Tagua/MDZ

El trabajo, afirma, “es todo voluntario. Son madres que vienen a recoger la comida más tarde y que vienen en la tarde a ayudarnos también”, dice Gabriela. “Se pelearon todo el día y el otro día, el martes, se tuvieron que quedar porque la demanda era abismal y no se llevaban comida a casa”, explica, debido a la gran cantidad de gente que acudió, superando por completo las expectativas.

Para el jueves todos estimaban que iría la misma cantidad de personas “o más”, y no se equivocaron. Juntos hicieron cuentas y aseguraron que las personas que van a comer no son solo de la zona. “Aquí tenemos gente de Guaymallén, Borbollón, Panquehua y del barrio La Gloria en Godoy Cruz porque vienen directamente en el bus que va al barrio. El otro día arreglamos la cuenta con mi marido y le dije que mil pesos de bus se gasta para venir a comer pero la comida es más cara. Con mil pesos no pueden comer y prefieren pagar el bus para llegar hasta aquí y venir a buscar comida”, considera.

Foto: Santiago Tagua/MDZ

La mayoría de las personas que asisten tienen trabajo pero no les alcanza. alimentodice la mujer. “Desafortunadamente, la gente a veces cree que les resulta cómodo venir aquí. Una persona cómoda no viene a hacer cola durante horas en un lugar con ocho grados de temperatura, como ocurrió el martes”, sostiene.

La fila se puede medir en cuadras, como ocurrió el martes, cuando tenía cuatro cuadras, o también en el tiempo. “Aquí la gente hace cola durante tres horas para poder llevarse la comida a casa. A las 9 de la noche comenzamos a entregar la comida y a las 12 terminamos”.

Foto: Santiago Tagua/MDZ

Cada familia trae su cirio, su olla o recipiente, busca la comida y se la lleva a casa porque el lugar es muy pequeño y no está habilitado para comer allí. La cantidad de personas que van a buscar comida ha ido aumentando progresivamente y, “eso se debe a la situación del país, a la falta de trabajo. Cada vez que hay trabajo aquí la demanda baja. Cuando las granjas están ahí. Por ejemplo, aquí tenemos delante una finca, donde emplea a más de quinientas familias y allí la demanda baja al 50%. Hoy la demanda que tenemos respecto al año pasado es un 300% más”, confirma y agrega que la demanda también aumentó porque viene gente de otras partes de la provincia. “Creo que la demanda ha aumentado porque muchos comedores sociales no están funcionando, ya sea porque no tienen insumos o por la demanda permanente de la gente”, reflexiona.

“La verdad es que no sabemos cómo puede continuar. Mucha gente dice que la situación es mala, es complicada, pero otras personas te dicen que podría ser peor. Esto parece una olla a presión que nadie sabe cuándo va a explotar”, concluye angustiada.

Los Horneritos desde dentro

 
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