“La crisis económica transformó la clientela” – .

La crisis económica afecta a todos los sectores de la sociedad. Aumento del costo de vida y disminución del poder adquisitivo Llevan a las familias a reevaluar sus hábitos de consumo y buscar alternativas para estirar su presupuesto. En medio de esta crisis, las zapaterías de Viedma viven un resurgimiento impulsado por necesidad de maximizar la vida útil de los bienes duraderos. Los zapateros locales, con décadas de experiencia, son testigos y protagonistas de este cambio.

Daniel: «El tipo de clientes cambió»


Daniel Leal, un zapatero callejero Tucumán practica este oficio desde su infancia, aprendiendo de su padre. “Recibo zapatos para reparar todos los días, de lunes a viernes, y es casi permanente”, dijo Leal.

La crisis económica alteró el perfil de su clientela, “antes, gente que compraba calzado de buena calidad y Lo tiraron cuando se dañó, ahora lo traen para repararlo. Por otro lado, quienes compraron zapatos más baratos, “Ahora optan por una calidad aún menor, lo que a menudo hace que no valga la pena repararlo”.

Daniel ha practicado el oficio desde su infancia. Foto: Marcelo Ochoa.

Leal estimó que a su local ingresan diariamente entre 15 y 20 personas. «Cambió el tipo de clientes, pero no la cantidad. Antes, la gente que compraba zapatillas caras las tiraba o las regalaba y se compraba unas nuevas. Ahora, esa misma gente prefiere repararlos.

Respecto a los precios comentó: «Un arreglo de botas Cuesta entre 35.000 y 40.000 pesos. Los arreglos más comunes, como un parche de zapatillas, oscilan entre 5.000 y 12.000 pesos».

Enzo: “La gente no tiene más remedio que arreglar lo que ya tiene”


Enzo Tarruella lleva 35 años en su taller de calzado de la calle Álvaro Barros. Aprendió su habilidad en su oficio de un hermano. Actualmente trabaja con su hijo y otro hermano.: «Es un oficio que se ha transmitido de generación en generación».

Enzo y su hermano, en su taller de la calle Álvaro Barros. Foto: Marcelo Ochoa.

A pesar de la alta demanda, enfrenta desafíos debido al alto costo y la escasez de insumos, «A veces no conseguimos los materiales que necesitamos y tenemos que improvisar con otras cosas.«.

Hoy en día, su taller repara todo tipo de calzado, mochilas y botas. «LLa gente no tiene más remedio que arreglar lo que ya tiene. Una solución sencilla, como pegar un par de zapatillas, puede costar unos 9.800 pesos, mientras que trabajos más complejos pueden llegar a los 38.000 pesos”, añadió.

Enzo recibe más de 30 personas al día en su taller. Foto: Marcelo Ochoa.

En un entorno donde el dinero escaseaba, las reparaciones se convirtieron en una necesidad básica. «El insumo hoy es caro y tenemos que pedirlo a Bahía Blanca o Buenos Aires»Mencionó Taruella. “Viene mucha gente y a veces no puedo con la cantidad de trabajo que hay, hoy mi taller tiene un retraso de 4 o 5 días seguidos”.

Mario: “La gente no tiene dinero y eso afecta a todos”


Mario, zapatero con 50 años de experiencia, empezó en este oficio para sobrevivir y continuó por pasión. Aprendió de su abuelo, un zapatero italiano, y perfeccionó sus habilidades durante el servicio militar: “Empecé a trabajar con un señor de la calle 25 de Mayo, y luego un amigo me sugirió montar un negocio en 1976, cuando Viedma tenía más o menos 20.000 años. habitantes.

Mario perfeccionó sus habilidades durante el servicio militar, tiene su taller desde hace 40 años en la calle Alem. Foto: Marcelo Ochoa.

Mario mantiene su taller en la calle Alem desde hace 40 años. «La gente no tiene dinero y eso afecta a todos. Sin embargo, siempre ha habido gente que cuida sus zapatos y prefiere repararlos”, añadió.

En su taller, Mario sigue viendo a unas 20 personas al día. «La gente intenta arreglar las soluciones más simples, como una costura, cuestan 1.000 pesos, mientras que disposiciones más complejas, como cambiar la suela de las botas policiales puede costar hasta 40.000 pesos«comentó.

La evolución del consumo y el impacto de la crisis


La crisis transformó el comportamiento del consumidor. «En aquella época, la gente iba a comprarse un par de zapatillas y tiraba las viejas. “Hoy, hoy, los hacen estirar” señala Enzo. Las personas que antes compraban zapatos de alta calidad y los reemplazaban con frecuencia ahora optan por repararlos.

Daniel observa que, además del cambio en el tipo de clientes, también hay un cambio en la calidad del calzado que se trae a reparar. «Las personas que antes venían con lo justo para comprarse buenos zapatos, hoy compran unos de mala calidad, lo que hace que no siempre valga la pena repararlos. Sin embargo, siguen buscando arreglos porque no les queda otra opción.

A pesar de los desafíos, estos zapateros adaptaron sus habilidades y talleres para satisfacer una demanda en constante cambio. “Estoy en la misma situación que todos”.dice Enzo. “La gente viene para hacer todo tipo de arreglos y hacemos todo lo que podemos para ayudarlos”.

Daniel en su taller de la calle Tucumán. Foto: Marcelo Ochoa.
 
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