¿Por qué dos de cada diez estudiantes universitarios abandonan sus estudios? – .

Las altas tasas de abandono universitario en España son un problema crónico y motivo de preocupación, tanto para las administraciones educativas como para las universidades. Además del gasto público que supone, hay que tener en cuenta el coste para las familias y el sentimiento de fracaso personal de los estudiantes afectados.

Aunque definir qué significa “abandono” no es fácil, dada la gran diversidad de variables que influyen y los diferentes tipos que se pueden distinguir, consideramos abandono al estudiante que, habiéndose matriculado por primera vez en una carrera, no se matricula en los dos próximos cursos.

La CRUE (2023) publicó el informe La universidad española en cifras donde se recogía un diagnóstico exhaustivo del Sistema Universitario Español (SUE). Los datos ofrecidos indican que el 20,17% de los estudiantes que estudiaron en universidades públicas presenciales y el 40,84% de los que lo hicieron en universidades públicas no presenciales abandonaron su formación.

En el Estudio sobre el abandono de los estudios de grado en el sistema universitario español, encargado por el Ministerio de Universidades en 2022, abandonó el 13% de los estudiantes que estudiaron en universidades presenciales. Dos comunidades, Canarias y Baleares, destacaron por sus elevadas cifras, con un 21% de abandono (20% en la ULL y 24,3% en la ULPG).

Causas y perfiles de estudiantes que abandonan

Las propuestas de solución a este problema deben combinar los resultados de la investigación sobre las causas del abandono con el diseño y despliegue de propuestas de acción en diferentes ámbitos. Este ha sido el objetivo de nuestro proyecto de investigación, del que se derivan algunos datos significativos:

1. El abandono académico es más frecuente en los dos primeros años, siendo más pronunciado cuando no se logra una plaza en la primera opción profesional.

2. Entre las razones destacan la falta de preparación de los estudiantes para adaptarse a la vida universitaria y las dificultades económicas; y falta de apoyo de los docentes e insatisfacción con las metodologías de enseñanza y los métodos de evaluación.

3. En cursos posteriores el abandono se produce como consecuencia de las características del sistema docente, falta de formación y habilidades para gestionar el tiempo de estudio. También afectan al cambio de residencia y a circunstancias personales, familiares o laborales. Asimismo, inciden la falta de motivación, la insatisfacción con los estudios y el bajo rendimiento académico.

Tres perfiles de estudiantes

Hemos identificado tres perfiles de estudiantes que abandonan su carrera universitaria. La más frecuente es la de un estudiante varón que ingresa uno o dos años tarde y que se matricula en una carrera que no era su favorita.

La segunda es la de un estudiante que ingresa sin vocación universitaria y que abandona influido por la opinión de terceros.

El tercero corresponde a estudiantes motivados y comprometidos, pero que se ven obligados a abandonar sus estudios por circunstancias imprevistas.

¿Qué se puede hacer?

No satisfechos con el diagnóstico de las causas del problema, en nuestro proyecto también hemos propuesto diferentes tipos de acciones que podrían ser efectivas para reducir las tasas de abandono.

Por un lado, se necesitan acciones encaminadas a reforzar la orientación académica y personal en la fase de transición a la universidad. En este sentido, resulta fundamental apoyar las tareas de orientación y tutoría en los primeros cursos que cursan los docentes, con el debido reconocimiento por parte de las universidades. Desarrollar planes de tutoría universitaria constituye una estrategia importante para facilitar la integración social y académica de los estudiantes. Entre los objetivos de cada institución debe incluirse la formación de docentes para desempeñar esta función tutorial.

Por otro lado, es aconsejable desplegar mecanismos individualizados de seguimiento del desempeño de los nuevos estudiantes, con medidas de coordinación docente (entre el profesorado de cada curso y los de cada titulación) y el fomento de metodologías docentes activas. Al colocar al estudiante en el centro del proceso de aprendizaje, se promueve un aprendizaje más significativo y profundo y se ayuda a los estudiantes a aprender mejor, evitando el riesgo de abandono escolar.

Mejorar la participación de los estudiantes

Otra línea de trabajo son acciones enfocadas a mejorar el compromiso y la responsabilidad de los estudiantes. Las estrategias en este sentido pueden ser:

1. Programas de tutoría, tutoría entre pares y orientación entre pares.

2. Programas de formación en habilidades y competencias de organización del trabajo y estrategias de aprendizaje. Debemos optar por una formación integral que incluya competencias amplias (específicas y transversales) y que nos prepare para la vida activa y el mundo laboral.

3. Revisar y actualizar los planes de estudios para que se ajusten mejor a las demandas de la sociedad y mejorar la información sobre las titulaciones. Además, desarrollar programas adaptados a los diferentes perfiles de estudiantes.

En la universidad también es importante reforzar la educación inclusiva y la personalización de la enseñanza, dando respuesta a las necesidades de todos los estudiantes.

Este grupo también incluye acciones encaminadas a flexibilizar la educación universitaria a través de microcredenciales y la diversificación de modalidades de estudio.

Aplicar investigaciones recientes

Un cambio respecto al panorama actual del abandono universitario pasa por el traslado de los resultados de la investigación a la realidad de cada universidad. Hasta ahora no se ha reconocido suficientemente el valor del conocimiento generado a partir de la investigación como agente transformador del sistema educativo.

No debemos aceptar como normales las altas tasas de deserción escolar y sus enormes costos sociales y personales. Las I Jornadas sobre Abandono Académico Universitario, celebradas en la Universidad de La Laguna los días 6 y 7 de junio de 2024, son una oportunidad para establecer vínculos de colaboración institucional entre las universidades y la administración educativa.

Este artículo ha sido publicado en «The Conversation«.

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