La empresa Worldcoin comenzó a trabajar en San Juan con la modalidad que ya se dio a conocer y generó polémica: convoca a voluntarios para tomar imágenes del iris y a cambio paga en una criptomoneda. Esto inmediatamente levantó polvo, curiosidad y dudas. Fueron decenas de interesados los que hicieron el escaneo, el Departamento de Justicia analizó si la actividad era legal y un especialista advirtió de posibles problemas. DIARIO DE CUYO conversó con Martín Mazza, gerente regional de la empresa, que también se presenta como fundación. El empresario dijo que el sistema es seguro, que los datos biométricos que protege son limitados y que el objetivo es brindar una herramienta de identificación de personas y bots. Pero lo que no está claro es su uso futuro ni cuál es su esquema de ganancias.
No pretendemos vender la base de datos obtenida. Hoy el objetivo que tenemos es sólo generar acceso”.
El procedimiento consiste en tomar una imagen de alta resolución del iris de la persona. De ello obtienen un patrón único, diferente en todos los seres humanos, que cumple una función similar a la de la huella dactilar. Esta se convierte en una “llave”, que le entregan al nuevo usuario, con la cual, luego de implementar el sistema de identificación en otras plataformas, podrá utilizarla.
Aquí es donde persisten las dudas, al margen de las planteadas por otros especialistas. No se sabe en qué entornos las personas podrán utilizar su identificación con la “serie de códigos iris”, que es el nombre que utiliza Worldcoin para estos datos. Mazza aseguró que la idea no es vender la base de datos. “Hoy el objetivo es generar acceso”, afirmó. Pero no descartó que se pueda utilizar para que, en algún momento, el sistema de código iris sirva para acceder a otras plataformas o servicios. Esto implicaría ampliar los usos, involucrando a otras empresas.
El empresario no descartó que esto suceda, aunque dijo que quienes se registraron siguen siendo los únicos que tienen acceso a los datos. “Worldcoin no puede usar el código iris del usuario, porque no tiene nada, las personas son las únicas que tienen control total de su ID, pueden usarlo en una aplicación solo si quieren”, dijo. Esto sería gracias a otro proceso, que crearía identificaciones desechables, variables según la plataforma.
“Worldcoin no puede utilizar el código iris del usuario que se ha registrado porque la empresa no tiene nada”.
Mazza dijo que una de las características centrales de la tecnología es que permitirá esa identificación de los seres humanos. Pero por el momento, sólo Worldcoin está utilizando la tecnología de alguna manera y lo hace para agregar usuarios a su criptomoneda. También desarrolló la tecnología para capturar información, a la que llamó orbe. Pero este tampoco sería el principal modelo de negocio de la compañía, ya que proponen un sistema de código abierto para que pueda ser replicado.
“Las personas son las únicas que tienen control total de su identificación, pueden usarla en una aplicación solo si así lo desean”.
Es a partir de estos puntos que surgen algunas de las dudas sobre los objetivos. Al respecto, el empresario aseguró que están buscando “un nuevo paradigma de Internet” y el proceso de identificación, que creen será cada vez más necesario. Esto se debe a que la inteligencia artificial y los bots son cada vez más sofisticados y hoy, por ejemplo, pueden leer capchats, códigos que antes se utilizaban para diferenciar a los humanos del software. También está la criptomoneda, que Worldcoin está regalando actualmente a quienes escanean, pero esperan que pueda apreciarse en valor.
Una advertencia
Un especialista sanjuanino advirtió sobre otros posibles usos que la empresa podría darle a la información. Adrián Orellana, ingeniero e investigador de la UNSJ, dijo que en el escaneo no queda claro cuánta información se obtiene. Esto, dijo, es riesgoso porque en la retina se pueden ver datos sobre diferentes enfermedades. Esto, explicó, se puede traducir en la venta de esos datos a otras empresas. “Si eso llega a una prepaga, pueden rechazar a la gente por esto”, afirmó.
