‘Lawfare’ y batallas culturales | EL PAÍS Chile – .

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La semana que acaba de concluir dejó varias lecciones políticas, que prefiguran el tono del oficialismo -sin mucha coordinación entre sus partidos- para afrontar los comicios que comienzan en octubre próximo con comicios para elegir gobernadores, intendentes, consejeros regionales y concejales, y que concluir con las elecciones generales de 2025.

Todo comenzó con el juicio de formalización del alcalde comunista Daniel Jadue por posibles delitos en su calidad de alcalde de la comuna de Recoleta. El inicio del juicio tuvo gran cobertura mediática, ya que el alcalde llegó acompañado de cientos de militantes comunistas y del presidente de ese mismo partido, Lautaro Carmona, a lo que se sumó una carta de apoyo a Jadue firmada por 1.400 personalidades (entre ellas el el historiador Gabriel Salazar, el poeta Raúl Zurita, el sociólogo Manuel Antonio Garretón, entre muchos otros). De esta manera, lo que se convertiría en un guerra legal, que es una guerra jurídica muy mediatizada, donde lo que se denuncia no es solo una injusticia, sino una persecución política para derribar a una figura que en 2021 compitió con Gabriel Boric en unas primarias presidenciales, de las que salió derrotado. El gobierno se ha mostrado molesto con esta estrategia, al punto que el subsecretario del Interior Manuel Monsalve (PS) declaró que “la justicia no es transformar las fuerzas políticas en bares”, lo que provocó la reacción inmediata del presidente del Partido Comunista. Lautaro Carmona, al calificar las declaraciones de Monsalve como “una descalificación un tanto gratuita”. Tan relevante como lo anterior es señalar que no todos los diputados comunistas firmaron la carta de apoyo a Jadue, lo que reflejaría una forma incipiente de faccionalismo dentro del partido. Estos días conoceremos la medida cautelar que le afectará, y que bien podría ser la prisión preventiva: si esto sucediera el guerra legal inmediatamente habrá escalado en intensidad, generando efectos en todo el mundo político.

El lawfare se ha convertido en una forma de librar batallas políticas cuando figuras presidenciales (expresidentes o posibles candidatos) o grandes políticos se ven involucrados en posibles delitos, desde Lula hasta Trump, pasando ahora por Daniel Jadue en casos completamente diferentes. En este sentido, el guerra legal Es parte del paisaje natural de la democracia, aunque con un poder dañino significativo para esclarecer la verdad y administrar justicia.

El otro episodio que se vivió esta semana fue la extensa Cuenta Pública del presidente Gabriel Boric. En él, el presidente puso especial énfasis en las políticas encaminadas a generar seguridad ante una ola de criminalidad que, aunque ha amainado, sigue ahí, como un espectro. El otro énfasis presidencial fue la creciente normalización de la economía chilena, aspecto muy criticado y resistido por la derecha y el empresariado que no ven lo mismo (lo cual es sorprendente, ya que hay indicadores que deberían servir para fijar el rumbo). términos del debate): buena parte de la explicación radica en el fastidio que los constantes giros del presidente producen en la derecha política y económica, distanciándose una y otra vez de su programa de gobierno original y de su propia coalición (de ahí el presidente “don No le creo”), por realismo y pragmatismo.

Es posible que estos cambios puedan distanciar a los partidos gobernantes de su base electoral de apoyo. Así, el presidente Boric ha abierto un segundo frente de batalla, en este caso cultural, al anunciar dos proyectos de ley sobre el aborto y la eutanasia. El movimiento táctico tiene racionalidad, provocando un debate político y legislativo sin destino, pero que es lo suficientemente impactante como para conquistar el voto joven de clase media.

El gran problema es que, entre guerra legal y batallas culturales, hay muy poco espacio para aprobar el pacto fiscal impulsado por el ministro de Hacienda, Mario Marcel, y menos aún para impulsar cualquier tipo de reforma al sistema de pensiones. No está claro si a través de la gestión de las políticas públicas (en las que el Gobierno no ha sido especialmente pulcro) se podrán crear las condiciones para afrontar mejor las elecciones de octubre y, sobre todo, moldear la opinión pública y el Estado. . de los chilenos el próximo año, en el que se elige un nuevo presidente, toda la Cámara de Diputados y la mitad del Senado.

No hay nada escrito: el voto obligatorio hasta ahora ha sido esquivo para la izquierda en la única elección que se ha celebrado con candidatos (la elección de 50 consejeros constitucionales) y no sabemos nada de su función cuando en las elecciones de octubre se enfrentan, por ejemplo la primera vez. tiempo, candidatos en ejercicio, instalados en los territorios y ya conocidos.

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