Un testigo afirmó que “lo mataron a golpes en el pabellón Gris de la UCA”. – .

Un testigo afirmó que “lo mataron a golpes en el pabellón Gris de la UCA”. – .
Un testigo afirmó que “lo mataron a golpes en el pabellón Gris de la UCA”. – .

Si bien la etapa de investigación de los nueve acusados ​​de “tortura seguida de muerte” en la causa que investiga la muerte en el celda de Bouwer de César Moreno (50), el villamareño que habría sufrido un brote psicótico en la ciudad de Córdoba durante un viaje relámpago y se vio involucrado en un altercado en una panadería del barrio Nueva Córdoba, zona céntrica de En la Ciudad Capital surgen nuevos testimonios sobre las horas previas al desastroso desenlace.

Como pudo reconstruir La voz Según relatos de fuentes que pidieron estricta confidencialidad sobre su identidad, una vez que Moreno fue sometido por la Policía de Córdoba y detenido en inmediaciones del centro comercial Paseo Buen Pastor, fue internado en la Unidad de Contenidos y Aprehendidos (UCA).

Allí, siempre según estos testimonios, el hombre se habría resistido al ser ingresado a una celda.

“Se agarró de los barrotes del portón de ingreso al pabellón Gris de la UCA, donde estuvo detenido unos días (del 14 al 16 de septiembre). No dejó pasar a nadie. “Nadie podía entrar ni salir del pasillo porque el hombre se aferraba y no lo soltaba”, comenzó relatando algún testigo ocasional.

Posteriormente, al ver que Moreno no cedía en su actitud, un grupo de guardias habría tomado la decisión de intervenir.

“Lo rodearon con cinco guardias y comenzaron a golpearle las manos. Le pegaban mucho porque no me soltaba. Le golpearon tanto que se le hincharon las manos. Cuando pudieron liberarlo, lo metieron en el baño del pabellón y lo golpearon”, dijo el testigo que prefirió el anonimato.

“Mientras estaba agarrado a los barrotes, Moreno gritó y les dijo a los guardias que lo soltaran y que ‘los iba a matar’. Estaba fuera de sí, como si estuviera atravesando un ataque de locura. Y eso molestó a los guardias del pabellón”, comentó la misma fuente.

Otra información que dio a conocer el fiscal Rubén Caro, quien llevó el caso desde que Moreno estuvo involucrado en el altercado en la panadería hasta que se anunció su muerte cuatro días después, asegura que el hombre, en un ataque de irracionalidad, apuñaló con un bolígrafo el labio de un operador de SPC en la UCA.

Esto habría sucedido al ingresar al penal, cuando los guardias intentaban recibir el procedimiento policial y detener a Moreno.

Consultado sobre las agresiones que pudo haber sufrido la víctima, el Servicio Penitenciario de Córdoba (SPC) prefirió no pronunciarse al respecto para “no airear detalles” que pertenecen al expediente. Se confirmó la información brindada por el interventor de la SPC, Gustavo Vidal Lascano, quien había afirmado, con base en un documento médico forense, que Moreno ingresó a Bouwer con golpes, abrasiones y heridas.

Sin embargo, el fiscal a cargo del caso, José Alberto Mana, centró la investigación en las medidas de contención ocurridas dos días después, en el penal de máxima seguridad.

Por estas acciones, nueve han sido imputados por “tortura seguida de muerte” y aún no han sido citados a instrucción. Del entorno del imputado esperaban ser citados la semana pasada. Ahora creen que la cita será la próxima semana.

En la fiscalía reina un estricto silencio. Pese a este hermetismo, investigadores vinculados al caso revelaron que una de las razones por las que se retrasaban las investigaciones podría ser una lista de nuevos imputados.

Más allá de estas especulaciones, las partes del fiscal Mana afirmaron que están trabajando concentradamente con las pruebas reunidas hasta el momento. Que este trabajo es arduo y que por tanto la investigación podría retrasarse aún más.

Sin embargo, nadie se atreve a negar que podrían producirse nuevos allanamientos y nuevas detenciones.

Hasta el momento, los nueve imputados son: el intendente de Bouwer, Pablo Luján; los guardias Mariano Santucho, Leonel Vaquel, Nicolás Cebrero, Roberto Molina, Lucas Argüello y Néstor Bazán (quien se encontraba en situación pasiva); además del médico de guardia, Ignacio Eduardo Segovia, quien fue quien recibió a Moreno, y la psiquiatra, Ana Laura Grassi.

Hay expectativas sobre lo que podría declarar Grassi; Fuentes vinculadas al funcionamiento del SPC aseguraron que el psiquiatra solicitó el “traslado urgente” de Moreno al verlo en condiciones no adecuadas para seguir internado en Bouwer. El profesional habría solicitado, y luego insistido, que el detenido fuera trasladado a la CPA, petición que nunca fue cumplida.

Dimisión de médicos y servicio asistencial afectado

Tras la detención del médico de guardia y del psiquiatra, varios médicos aún no confirmados oficialmente dimitieron de sus puestos de trabajo en el SPC.

Fuentes extraoficiales aseguraron que en total fueron 12 los médicos que firmaron su renuncia, lo que habría dejado gravemente resentido el cuidado de los internos.

Además, se detalló que la SPC recurrió a la contratación de una empresa de beneficios privados (Vittal). “Esa empresa envía paramédicos con una tableta colgada del cuello. Los paramédicos entrevistan a los internos y los médicos dan instrucciones formales, pero no ingresan al penal”, advirtieron fuentes ligadas a la función penitenciaria.

Esas mismas voces dijeron que dentro de los pabellones suelen darse peleas entre presos. “Cuando hay una pelea, que es bastante común, los médicos tienen que actuar de inmediato porque de lo contrario la vida de uno de ellos podría correr peligro”, explicaron.

Consultado sobre esta situación, la SPC confirmó que “era parte del servicio que estaba subcontratado”. “Hubo médicos y también paramédicos que realizaban esta función y poco a poco se van sumando los médicos”, detallaron.

A su vez, aseguraron que la próxima semana se regularizará por completo la suplantación de los médicos que habían renunciado.

El caso

César Moreno (50) había viajado a Córdoba, desde su natal Villa María, el 14 de septiembre. Acompañaba a un amigo que debía realizar un trámite en la Ciudad Capital y no había dado demasiados detalles a su familia sobre el viaje. Según Soledad González, su exesposa, con quien mantenía una excelente relación, el hombre atravesaba una crisis a raíz de su enfermedad psiquiátrica desatendida.

Al despedirse de su amigo, ingresó a una panadería de la calle San Lorenzo al 70, en el barrio Nueva Córdoba, zona céntrica de la ciudad. Allí no habría respetado la línea y habría iniciado un altercado. Según fuentes policiales, agredió a tres empleados y rompió una balanza digital.

Para su familia, el comportamiento violento o agresivo era inapropiado para él. “A lo sumo gritaba si alguien no entendía lo que decía, cuando tenía un brote psicótico como el que probablemente estaba teniendo”, dijo González sobre los hechos.

Finalmente, fue detenido y trasladado a la UCA, desde donde el 16 de septiembre fue enviado a la prisión de Bouwer. Allí se ordenó la inmovilización del detenido y el 18 de septiembre sufrió un paro cardiorrespiratorio del que nunca pudo recuperarse.

El abogado que representa a la familia, Alejandro Pérez Moreno, definió el caso como un hecho de “violencia institucional” y advirtió que acudirán “hasta el último recurso”.

 
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