La magia de La Guajira es innegable. No sólo se encuentra en sus deslumbrantes paisajes naturales, sino también en sus ricas manifestaciones. cultural, siempre sorprendente. He tenido el privilegio de visitar esta hermosa región en múltiples ocasiones, y aunque sus desafíos son evidentes, conozco de primera mano la complejidad de sus problemas. El abandono del Estado, sumado a la diversidad de cosmovisiones presentes, dificulta encontrar soluciones rápidas. Además, la corrupción, como un cáncer, continúa carcomiendo las raíces de esta tierra.
Lamentablemente quienes pagan el precio más alto en este drama son los niños. He sido testigo de tu sufrimiento:desnutridoMal vestido, mendigando en los polvorientos senderos de la región. He sido testigo de las desgarradoras cifras de mortalidad infantil. Por eso, la noticia de que las muertes por desnutrición infantil en La Guajira disminuyeron un 45% durante el primer trimestre de 2024 es motivo de esperanza y celebración. Según cifras oficiales, sólo dos niños perdieron la vida por esta causa, frente a los diez casos del trimestre anterior.
Si bien nos alegra ver mejoras, debemos aspirar a un ideal en el que ningún niño muera por desnutrición. Estas estadísticas reflejan la necesidad de prestar atención a los problemas reales, implementar programas eficaces y, Sobre todo actuar con honestidad en la búsqueda de soluciones. Si bien algunas ONG Wayuú han cuestionado las cifras, argumentando subregistro y falsedad en las noticias, hoy me baso en información oficial para afirmar que, con atención y acciones coherentes, podemos solucionar estos problemas.
Como nación deberíamos avergonzarnos de la situación que enfrentan los niños de La Guajira. La constante repetición de estas tragedias sólo encuentra una respuesta cruel en la indiferencia. Una sociedad que permite la muerte de sus hijos de esta forma no puede considerarse saludable. Es hora de asumir la responsabilidad y trabajar juntos para garantizar un futuro mejor para los más vulnerables de nuestro planeta.
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