Las marchas contra el Gobierno revelaron dos bandos en el corazón del petrismo, ¿son compatibles? – .

Las marchas contra el Gobierno revelaron dos bandos en el corazón del petrismo, ¿son compatibles? – .
Las marchas contra el Gobierno revelaron dos bandos en el corazón del petrismo, ¿son compatibles? – .

Las masivas marchas que se desarrollaron este domingo contra la administración del presidente Gustavo Petro revelaron una contradicción que se daba por superada desde hacía más de un año, cuando figuras como Alejandro Gaviria, Cecilia López o José Antonio Ocampo.

Si bien en aquel momento se trató de una ruptura entre sectores más técnicos y radicales, así como de una ruptura en una coalición de gobierno que finalmente mostró su fragilidad, lo que se evidencia ahora es una fisura sutil, pero cada vez más notoria, en el corazón del petrismo. Se trata de una fractura que podría amenazar los cimientos mismos del ‘Gobierno del cambio’, ¿por qué?

Las reacciones, lecturas y reflexiones de las numerosas movilizaciones que tuvieron lugar en varias ciudades del país terminaron por elegir dos bandos claros en el Ejecutivo: quienes, aunque sea de manera tenue, reconocieron las dimensiones del mensaje, admitieron que hay problemas y que es urgente empezar a tomar medidas.

Y otros que, testarudos y radicales, restaron cualquier tipo de legitimidad a las marchas, las encuadraron en todo menos una iniciativa ciudadana y se limitaron a hacer declaraciones que terminaron tensando aún más el acalorado ambiente político. Este es el mismo sector que alguna vez pidió no criminalizar ni demonizar ninguna protesta social.

El propio Petro bien podría encajar en ese segundo bando. Si bien este domingo aseguró, con un dejo de ambigüedad, que “el Gobierno buscará caminos de entendimiento” y que siempre han “estado abiertos al diálogo”, aprovechó su tribuna en las marchas en las redes sociales para insistir en que hay un “golpe suave”, advierten que la “derecha” quiere evadir las elecciones y que el odio -y no el descontento o la decepción- era el rumbo de la calle.

Este lunes incluso fue más allá y en una extensa diatriba el Jefe de Estado llegó a decir que “hay un sector de gente” que “lo quiere muerto”, al tiempo que compartió videos de algunos que -por supuesto en actos reprobables- , pero del que ninguna manifestación está exenta–, protagonizaron escenas que atentan contra la democracia, como un ataúd que simbolizaba su muerte.

Lo cierto es que en su mensaje el presidente se comparó con los falsos positivos; Atribuyó una supuesta campaña de desinformación y mentiras a los medios de comunicación, y afirmó que “un enorme pote de corrupción no soporta al gobierno y quiere romper el pacto democrático”.

“Sé que hay un sector de gente que me quiere muerto y que son los mismos que aplaudieron el asesinato de 6.402 jóvenes y se creyeron el cuento de que eran guerrilleros. Por supuesto que lo escucho y me asusta que vuelvan a llegar al poder. “No quieren diálogo, sólo quieren frenar las reformas ‘per se’ y destituir al presidente”, declaró el mandatario, quien añadió que está dispuesto a dialogar, pero “sin ser ingenuo”.

El primer anillo del presidente

La lectura que el propio Gustavo Petro dio a la situación terminó dando combustible a sus seguidores más irrestrictos que, envalentonados por el presidente, quisieron ignorar las proclamas de las calles y enviaron mensajes erráticos.

En esta primera línea de defensa destacó un mensaje del director de la Sociedad de Activos Especiales (SAE), Daniel Rojas Medellín, quien simplemente sugirió que parte de los que marchaban eran narcotraficantes descontentos con los decomisos de droga que realiza el Gobierno.

“Muchas toneladas incautadas han molestado a algunos que incluso salen a marchar un domingo lluvioso. “Están súper indignados”, dijo Rojas.

En la misma línea se pronunció otro funcionario del primer círculo presidencial, el exsenador Gustavo Bolívar, ahora director de Prosperidad Social, quien dejó entrever que algunos de los que marcharon, en lugar de estar descontentos con el Ejecutivo, en realidad fueron manipulados, al tiempo que sostuvo que no hubo heridos ni muertos.

“Cuando miles de personas se movilizan libremente, diciendo lo que quieran (sin importar si están manipuladas o conscientes) es porque estamos gobernados por un demócrata. Ni un solo herido, ni un solo muerto. Diferente a cuando gobernaba la derecha: muerte y represión”, dijo Bolívar.

A ellos se sumó el exalcalde de Medellín, Daniel Quintero, quien si bien reconoció que la marcha “fue multitudinaria”, la enmarcó sólo como “de derecha” e incluso llegó a decir que quienes marcharon “como gobiernos en el que aumenta la violencia sexual contra los niños y se protege a los pedófilos”.

Voces de ese calibre se escucharon desde el propio Congreso. El diputado Santiago Osorio, de Alianza Verde y Pacto Histórico, indicó que quienes marcharon son parte del “pasado” y que la marcha en sí “es un insulto a la inteligencia de los colombianos”. “La oposición que hoy cita estas marchas ha tenido la oportunidad, a través del Congreso de la República, de legislar a favor o en contra de las diferentes reformas”.

Ante la actitud puntual del Jefe de Estado, el periodista venezolano Marcos Morín Aguirre -hoy corresponsal de La FM de RCN en el vecino país- advirtió sobre las similitudes entre el comportamiento del primer presidente y el régimen del fallecido Hugo Chávez que tienen hoy. La democracia en Venezuela está bajo control.

“Hace veinte años, cuando gobernaba Hugo Chávez y comenzó a ver masivas movilizaciones de la oposición contra sus políticas, tomó esa misma actitud: atacar a la prensa por difundir información sobre lo que pasaba en las calles. Se crearon algunos grupos –se les llamó círculos bolivarianos– que atacaron a periodistas y políticos. Y también habló precisamente de lo que era un golpe suave. Chávez utilizó esa expresión para referirse a las distintas protestas, asegurando que tenían un carácter subversivo y que querían derrocar su gobierno”, dijo Morin a este diario.

Según el comunicador, el tema escaló y el entonces presidente venezolano escaló al Congreso, que al igual que el colombiano “tuvo una gran participación de la oposición” y desde entonces “comenzó el cerco a las libertades democráticas de Venezuela (…)” Con la llegada de Nicolás Maduro la situación empeora aún más”.

Reconocer y ceder

Pese a la persistente actitud confrontativa de Petro, en la avalancha de comentarios que desataron las marchas hubo lecturas dentro del propio Ejecutivo que parecieron distanciarse de lo dicho por el Jefe de Estado.

La ex jefa de Gabinete y hoy directora del Departamento Administrativo de Prosperidad Social, Laura Sarabia, acertó al señalar que reconoció la dimensión de la movilización y que ahora el Gobierno debe avanzar en la reflexión y la autocrítica.

“Hoy debemos tener la grandeza de reconocer que mucha gente se movilizó, que lo hizo con todas las garantías y pudo expresar su descontento. “Esta es una semana que como gobierno debemos afrontar en la reflexión y la autocrítica”, sentenció.

Lo mismo hizo el ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, quien al finalizar una reunión de alto nivel con funcionarios y miembros de la bancada del Pacto Histórico admitió que hablaron de marchas y que “fueron importantes”. Incluso respondió indirectamente a Petro, quien habló de la debilidad de las movilizaciones en al menos 18 lugares.

“Fueron marchas importantes. No soy tan irrespetuoso cuando veo miles de personas marchando por varios y diciendo que fueron marchas débiles”, declaró el titular de la cartera política.

Precisamente, desde el Congreso también hubo voces que, a través de la autocrítica, reconocieron el valor de las marchas. “El deber de nuestro Gobierno es escuchar el descontento y las críticas de la ciudadanía y de la oposición. Debemos explicar lo que se malinterpreta o no se entiende injustamente. Corregir lo que se ha hecho mal. Diálogo para buscar un acuerdo nacional. Así se construye la democracia”, afirmó el senador Iván Cepeda.

A su turno, la senadora María José Pizarro, si bien dijo que había un sector que aún resistía al Gobierno, admitió que ser inquilinos de la Casa de Nariño implica “trabajar con otros sectores políticos y sociales para acordar los alcances de las reformas”. Entonces seremos también una fuerza de diálogo, el que hemos propuesto durante décadas”.

El propio Petro hizo un mea culpa en uno de sus mensajes y, aunque su alcance sigue siendo incierto, aceptó que “el Gobierno debe ejecutar más y comunicar, hablar mucho más en las regiones y dialogar con la clase media”.

¿Ruptura definitiva?

Aunque las diferencias son parte de la agenda política, las lecturas diametralmente opuestas que distintos bandos del petrismo dieron a las marchas no dejan de ser sorprendentes e inusuales. “Lo que básicamente está mostrando esta perspectiva tanto de Sarabia como de Velasco es que están dispuestos -al menos en el discurso- a escuchar y están entendiendo que hay algo que no está funcionando bien, y que tal vez sea momento de sentarse a repensar . cosas”, explicó la politóloga María Alejandra Arboleda, consultora en comunicación política y análisis de la opinión pública.

En ese sentido, Arboleda llamó la atención sobre un presidente que continúa aislándose de sectores de este calibre y apuesta por radicalizarse en sus posiciones. “Sus creencias y sus prejuicios no le permiten abrir el espectro para alcanzar esos grandes consensos, tan importantes en un ejercicio democrático. “Es un presidente cada vez más encerrado y aislado en su Twitter”.

Sin embargo, el profesor Juan Pablo Milanese, del programa de Ciencias Políticas de la Universidad ICESI, aseguró que, más allá de fracturas, se trata de diferencias internas que se dan en cualquier Gobierno, sin que impliquen rupturas irreconciliables. “Todos los gobiernos tienen diferencias internas. Muchas veces no se ven, pero siempre existen y este caso no es la excepción. Hay situaciones (como ésta) que los hacen más visibles”.

Lo cierto es que por diferencias similares, que fueron tratadas internamente, pero que inevitablemente salieron a la luz pública, funcionarios como Alejandro Gaviria, Ocampo y, más recientemente, Jorge Iván González, exdirector del Departamento Nacional de Planeación (DNP) , salió del gabinete.

Hace apenas ocho días, el presidente sorprendió al alcanzar un acuerdo con la bancada del Partido Liberal en el Senado, que le permitió desbloquear su reforma de las pensiones. Dialogó, cedió y llegó a acuerdos. Esa posición parecía flor de un día y hoy, una vez más, el país se enfrenta a un líder que no parece estar abierto al disenso y que no está comprometido con el consenso. Sólo lleva medio año de mandato.

“No le conviene a Petro llamar sólo a la calle. Un presidente tuitero, y polarizador, con discursos de odio de distintos tipos de odio. La gente quiere, y eso no sólo se vio en la marcha de ayer, gobiernos más moderados que ofrezcan soluciones”, afirmó Arboleda.

En ese mismo sentido, respecto de las marchas del 1 de mayo –con las que Petro espera revertir y responder a las manifestaciones de este domingo–, el profesor Milanese advirtió sobre el inconveniente de orientar la democracia hacia el lado que llena más plazas. “Es una medida difusa e imprecisa de ‘quién tiene las mayorías’. Además, no hay deliberación a través de las marchas. Sólo muestras apoyo o rechazo a algo y eso puede escalar la espiral de polarización”, concluyó.

¿Qué esperar a partir del 1 de mayo?

El próximo 1 de mayo, cuando el país tradicionalmente conmemora el Día del Trabajo, Petro pidió una plataforma propia para responder a las movilizaciones de este domingo. Sin embargo, el tema no cayó bien en un sector del movimiento sindical. Una facción de la Confederación General del Trabajo (CGT) calificó de “profundamente rechazable e inaceptable” que el presidente quiera apropiarse del espacio de los trabajadores:

“Desde la CGT oficial, autónoma e independiente, no estamos de acuerdo en que el presidente esté en el Día del Trabajador”, dijo a EL COLOMBIANO Jorge Iván Díez Vélez, vicepresidente de la CGT y secretario de la CGT Antioquia. Para el profesor Milanese, el compromiso del Gobierno es estar a la altura de las marchas de la oposición y seguramente “lo conseguirá, por un lado porque es una ‘fecha emblemática’. Segundo, porque hay que responder a lo sucedido. La pregunta es cuánto tiempo más se podrá sostener, porque la movilización se está desgastando”, explicó.

 
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