“La Amazonía puede seguir siendo un buen campo de pruebas para buscar nuevos caminos” – .

“La Amazonía puede seguir siendo un buen campo de pruebas para buscar nuevos caminos” – .
“La Amazonía puede seguir siendo un buen campo de pruebas para buscar nuevos caminos” – .

“Es mi pueblo. Esta gente buena y fiel merece lo mejor y nunca estaremos a la altura de lo que ellos merecen, vamos a hacer lo que podamos”. El misionero extremeño (y bloguero de RD) César Luis Caro, de visita –esta vez, por motivos no deseados– en nuestro país, siente de primera mano la vida y los riesgos en el Vicariato de San José del Amazonas.

“Es mi casa”, confiesa, a pesar de los conflictos con la minería ilegal y las empresas madereras, y del impacto del narcotráfico que cruza el río más grande del planeta. Y, también, es tierra donde el Papa busca ‘experimentar’ nuevas formas de ser Iglesia. Más ministerial, menos clerical. Mucho más evangélico. Charlamos con él.

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-Hoy tenemos con nosotros a César Caro, nuestro flamante periodista corresponsal misionero en la Amazonía peruana. ¿Cómo estás César?

-Muy bien. Feliz

-Es un placer tenerte entre nosotros. ¿Cómo es la España que has encontrado?

-Bueno, con un nivel de convulsión y tensión, sobre todo política, que desconozco. Esos gritos e insultos en el Senado del otro día, esa forma de dirigirse unos a otros, sobre todo a los políticos, me parecen muy raros.

-¿Te das cuenta cuando estás un tiempo fuera y vuelves a España?

-El nivel ha subido. El tono ofensivo ha aumentado. Y luego los políticos que tengo en la retina son los políticos de hace años, antes de que me fuera al Perú. Los que tienen mi edad estarán de acuerdo en que los políticos cuando éramos niños y menores teníamos otro nivel. No sé, me acuerdo de Rubalcaba, me acuerdo de Alfonso Guerra, también gente del Partido Popular con formación, estaban muy bien preparados intelectualmente, creo que eran muy superiores a los de ahora.

-¿Esta polarización se nota también en otros ámbitos, no sólo en la política? ¿En la iglesia, en la sociedad?

-Bueno, en la iglesia que sigo más a través de Religión Digital, veo los cambios en la conferencia episcopal, veo por ejemplo cambios en el tema del trato a las víctimas de abuso, creo que son cambios para mejor ¿no? Sí, también creo que hay una polarización, eso creo.

-Vamos a hablar de lo importante, de lo que te trae a la vida y de lo que te llevó a cambiar de vida, cuál es la misión. Cuéntanos, ¿sigues en tu misión en San José de la Amazonas?

-Bueno, las cosas están mejorando. En los últimos años a nivel interno del Vicariato tenemos más misioneros, aunque los seguimos necesitando y en los últimos años tenemos 10 o 12 nuevos misioneros guadalupanos, que son una sociedad de vida apostólica. Tenemos el IEME, nuestro querido Instituto Español de Misiones Extranjeras, que son tres, ahora viene otro, que son sacerdotes. Tenemos tres misioneros laicos de Ocasha. Tenemos dos argentinos, también muy buenos, unos fichajes excelentes, una laica y un sacerdote también. Sí. Y luego también en la cuestión económica. En términos económicos también estamos mejor. Es decir, logramos, con mucho esfuerzo y con mucha ayuda, mantener a flote económicamente el Vicariato. Y entonces sí, en los últimos años estamos contentos con cómo van las cosas, sin duda.

-¿Y el trabajo diario sigue siendo tan difícil, para los que estamos en Europa, como nos dijo en otras ocasiones?

-Es difícil, es hermoso, las distancias son grandes, hay que moverse mucho, las condiciones materiales de vida son duras. A veces son extremos. Del pueblo y nosotros con el pueblo cuando vamos con ellos a las comunidades. Y los problemas son muy graves. El narcotráfico con todo lo que eso conlleva, con la violencia que conlleva, con la cantidad de personas que se dedican al acopio, al raspado de coca, lo que eso genera, ¿no? El dinero fácil que entra a las comunidades lo gastan rápidamente, a veces en alcohol.

-¿Qué puede hacer la Iglesia ante estos problemas?

-Tenemos el problema del narcotráfico y la minería ilegal, con lo que eso significa de contaminación del agua que está multiplicando por cinco los niveles permisibles, y deforestación: tenemos un problema con una empresa que lleva unos años ahí y que invade el territorios de la comunidad para que la gente no pueda entrar a su propio territorio a cazar, recolectar, cultivar yuca o lo que sea, porque se topan con los guardias de la empresa.

Vamos a ver cómo la Oficina de Defensa de la Vida y la Cultura que tenemos en la Vicaría les está asesorando para ver cómo se pueden defender de esta agresión que les hace esta empresa que es maderera porque está en colusión con el gobierno regional que tiene Usted tendrá todos los permisos en regla entonces no hay necesidad de hacer nada contra eso porque tenemos



'El efecto humano': debemos acabar con el hambre en el mundo

-De esto estuvimos hablando con los misioneros que vinieron para la campaña Manos Unidas que este año habla del ‘efecto ser humano’, y que es curioso cómo ese efecto sirve precisamente para acabar con la propia humanidad y el planeta que nos rodea. sostiene.

¿Qué papel puede tener una institución como la suya, que sin ser diócesis, es el equivalente a una diócesis de la zona? ¿Qué fuerza, o qué influencia puede tener para romper con esta dinámica de tráfico, drogadicción, alcoholismo por un lado y degradación del medio ambiente y extracción de bienes que pertenecen a las poblaciones indígenas, no tanto al Estado y que también ¿despatrimonializar e impedir la vida comunitaria? ¿Qué capacidad real tiene una organización como la suya?

Capacidad de enfrentarse directamente a los narcotraficantes, ninguna, porque te matan. Pero podemos hacer mucho, en dos líneas fundamentales.

Uno es el acompañamiento a las comunidades, con toda la parte de capacitación y sensibilización. Ahí estamos. Tenemos que mejorar, pero tenemos un proyecto grande, muy bueno, en Napo, en Putumayo, para recuperar la vida cultural. Tenemos un trabajo importante allí.

Y la otra línea es la incidencia política. Es decir, la capacidad de estar presente en los foros donde se toman decisiones para que haya presión y conciencia. Tenemos que mejorar ahí.

Las Vicarías de la Selva, que también se encuentran en un proceso de creciente coordinación, están mejorando en este tema. Hay más pronunciamientos conjuntos de los obispos sobre temas muy delicados. Por ejemplo, hay una ley que quieren modificar en el Congreso, es una ley que permitirá que los madereros entren con aún más impunidad.

Los obispos se han pronunciado, trabajan con asociaciones amigas del Instituto del Bien Común de Lima, para que esto no suceda. El impacto político en nuestro propio territorio, de nosotros como institución, tenemos que mejorar y este año lo vamos a hacer.

-¿Está funcionando el CEAMA?

-Bueno, eso es todo. Ella está en proceso de darse a conocer. Que tus competencias estén bien definidas. Que sus poderes ejecutivos estén bien articulados con los de los vicariatos con sus obispos. Los vicariatos y diócesis de la Amazonia son circunscripciones eclesiásticas.

Estamos en el proceso de encontrar el sitio para el CEAMA, que es algo completamente nuevo en la Iglesia, pero es un sitio que tiene un impacto real en la vida pastoral, en la misión.



Navegando de Yanashi a Pebas

-Digo esto porque es una organización nueva, como usted dice, y que también puede marcar el futuro de la iglesia a nivel global, pero también por la sensación de que, con todos los cambios que se están produciendo también en la Iglesia ahora, La Amazonia, que fue uno de los grandes ejes, tanto para la construcción como para los que quisieron destruir, recordemos lo que pasó en el sínodo de la Amazonía, antes y después, parece que ahora se queda un poquito más, no lo sé. No sé si bordeada por puentes de la sinodalidad más global, pero no sé si las claves de lo que puede surgir de la iglesia sinodal están todavía hoy en lo que estaba sucediendo en la Amazonía.

-Estoy convencido de que el Papa así lo pensaba. El impulso del sínodo amazónico sentó un precedente de lo que tenemos ahora. La Amazonía puede seguir siendo un buen campo de pruebas para buscar nuevos caminos, en temas como el ministerialismo estamos trabajando en ello. No estamos tanto con el tema del diaconado, sino que estamos con los ministerios. Estamos en la inculturación del ministerio. La Asamblea Vicarial dijo que se debía implementar una buena escuela de formación de agentes de pastoral, laicos y sobre todo mujeres y en esa escuela se formarían todos los ministerios.

Hacemos un primer trabajo de discernimiento con todos los laicos, y luego hay un trabajo de seguimiento de la gente para ver qué pasa, qué responsabilidades asumen en sus lugares de origen, cuando llegan a su puesto de misión. Por ejemplo: ministerio promotor de los derechos humanos, de cuidado de la Casa Común. Así rompemos la dinámica de que si solo hablamos de mujeres diáconos, los casados ​​pueden ser sacerdotes… Vamos a ejercer la ministerialidad en todos los ámbitos. ..No sólo en los estrictamente oficiales.

¿En cuáles?

Dependerá de cuáles necesitemos. Por eso, damos seguimiento en la vida misma, a lo que Dios nos dice, para que cuando termine el proceso de tres años, el obispo confiera oficialmente los ministerios. Es un proceso muy bonito, que se hace mucho desde abajo. Estamos en ello y no sabemos cómo terminará, es la vida la que nos lo va a decir. Esto lo podemos hacer en una iglesia como la nuestra que aún está inacabada, que no tiene muchos sacerdotes, que no tiene muchas estructuras clericales…

Pero es interesante que una Iglesia que hacer tenga algo que enseñar y aportar…

No podemos enseñar nada, podemos mostrar el camino y podemos compartir.

España está dejando de ser tierra de misioneros para pasar a ser tierra de misión y viceversa, pero ¿cómo podemos ayudar al Vicariato?

La conexión se produce en gran medida a través de la solidaridad, pero también a través de mostrar cómo vivimos en caso de que eso pueda iluminar a otras iglesias más antiguas. Entonces RD hace un gran trabajo de visibilizar lo que hacemos los misioneros, que no hay que mitificarlo, no somos mejores que nadie, hacemos lo que podemos. Estamos ahí y hacemos lo que podemos ver si nos ayudas a hacerlo visible. Luego hay otros temas que no convienen más, este es un pueblo que merece lo mejor: nuestra gente que está comprometida con la iglesia con fe se lo merece y nunca estaremos a la altura de ellos.

Que bonito es hablar de un pueblo que no es el tuyo pero sí lo sientes como propio.

es mi pueblo. Esta gente buena y fiel merece lo mejor y nunca estaremos a la altura de lo que ellos merecen, vamos a hacer lo que podamos.

César, siempre es un placer verte. Cada vez nos gusta más verte, pero por otro lado nos gusta mucho que estés ahí, y que nos lo cuentes.

Gracias a vosotros siempre es un placer estar aquí.

 
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