Testificando la violencia sexual contra las niñas – .

Testificando la violencia sexual contra las niñas – .
Testificando la violencia sexual contra las niñas – .

Comentario

hace 5 horas

Dra. Gabrielle Jamela Hosein –

Dra. Gabrielle Jamela Hosein

ABRIL ES el Mes Nacional de Prevención del Abuso Infantil en TT.

El abuso infantil adopta muchas formas e incluye abuso físico, emocional, verbal y sexual, así como abandono de los niños. Las campañas de educación pública realizadas durante los últimos 15 años han generado una mayor conciencia y disposición a denunciar por parte de los niños, así como de sus familiares, vecinos y maestros. Esto es extremadamente valioso y, como hemos visto en las últimas semanas en las grabaciones de abuso infantil realizadas con teléfonos móviles, podría salvar a niños que de otro modo sufrirían sin escapatoria.

En mis conversaciones con estudiantes de secundaria, muchos reconocieron el símbolo del Peluche Azul del IGDS, la campaña Break the Silence: End Child Sexual Abuse de la UWI. Tal reconocimiento indica una transformación real de una generación que ocultaba el abuso sexual y negaba su prevalencia a una que ve cómo se debate abierta y públicamente, destacando lo común que es y lo importante que es que los niños hablen.

La Autoridad de la Infancia, la Oficina del Primer Ministro (Asuntos de Género e Infancia), los Servicios Nacionales para la Familia y una amplia gama de ONG, como createfuturegood, han llevado a cabo una inmensa sensibilización de modo que empezamos a comprender que muchas familias están espacios no seguros para los niños, que el abuso de sustancias y la mala salud mental desencadenan el abuso, y que el apoyo financiero y psicosocial puede ayudar a reducir el abuso físico y la negligencia.

La mayoría de los videos que circulan de madres que abusan de niños son de familias pobres que enfrentan vulnerabilidades interconectadas, incluido el trauma intergeneracional, la maternidad temprana, ingresos insuficientes y dependencia financiera, responsabilidad compartida desigual en el cuidado y servicios sociales inadecuados.

Sin embargo, más allá del abuso infantil por parte de aquellos que los niños conocen y confían en ellos, hay otro tipo de vulnerabilidad que no estamos ni cerca de desafiar y no tenemos una estrategia para ponerle fin. Se trata de violencia sexual perpetrada por desconocidos contra niños, la mayoría de los cuales son niñas.

Durante el último mes, no he podido olvidar la historia de la niña de 11 años presuntamente secuestrada por cuatro hombres en su casa en el centro de Trinidad el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Según informó el Express el 11 de marzo, un trozo de tela colocado sobre su nariz y boca la dejó inconsciente y se despertó con los ojos vendados y encadenada a una cama. Tiene 11 años. Los hombres la sujetaban mientras otros la golpeaban. Después, uno de los hombres “usó una llave para abrir cuatro candados de las cadenas que se usaban para atar las manos y los pies de la niña” y le dijo que corriera. Tiene 11 años y su vida nunca volverá a ser la misma.

Cuando surge una historia sobre abuso infantil, los grupos de hombres se apresuran a culpar a las madres. Cuando ocurren crímenes sexuales cometidos por hombres y no se puede culpar a niñas y mujeres, los grupos de hombres guardan silencio cuando deberían fortalecer activamente las campañas nacionales para detener la complicidad con la depredación masculina, que parece ocurrir no sólo por parte de individuos, sino también por grupos de hombres.

Hace más de una década, como informó The Guardian, una niña de diez años fue secuestrada afuera de una tienda de DVD con sus hermanos en junio de 2012. Los hombres liberaron a sus hermanos pero la llevaron a algún lugar apartado y se turnaron para rapearla.

Más tarde, en mayo, The Guardian informó que una adolescente fue arrastrada a un automóvil negro muy teñido mientras estaba en la carretera en Princes Town. Fue liberada tras ser violada en una casa abandonada por más de un hombre.

En enero de 2013, una colegiala de 13 años fue secuestrada por tres hombres en Oropouche. Subió a un taxi en San Fernando, pero el conductor pasó su parada y entraron dos hombres al auto. Amenazan con matarla. Como informó The Guardian, “no podía decir cuántos hombres la habían violado ni siquiera adónde la llevaron porque sus secuestradores le habían puesto una bolsa en la cabeza”.

Nos sentimos inseguros a menos que las niñas estén a nuestra vista. Creemos que podrían ser secuestrados en el camino de entrada o en el patio trasero. Enviamos niños en lugar de niñas al salón. Somos desesperadamente conscientes de que los hombres, como individuos y en grupos, son una amenaza a medida que las niñas se convierten en mujeres. Las niñas aprenden este miedo, como deben hacerlo. Habla con los adolescentes. Están aterrorizados y tienen todo el derecho a estarlo.

¿Qué significa ser testigo de la violencia contra los niños, del abuso sexual infantil y de la vulnerabilidad particular de las niñas? Significa verlos no como eventos aislados, sino como los efectos repetidos, interminables y siempre presentes de condiciones continuas de injusticia, violencia y desigualdad de género.

Para los niños debe haber una responsabilidad colectiva.

Diario de una trabajadora maternal

Entrada 529

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