Cinco claves que distancian a la Colombia de Petro de la Venezuela de Chávez

Cinco claves que distancian a la Colombia de Petro de la Venezuela de Chávez
Cinco claves que distancian a la Colombia de Petro de la Venezuela de Chávez

Desde que Gustavo Petro comenzó a ondear la bandera de la asamblea constituyente, en los programas matutinos de radio y en las conversaciones familiares abundan las advertencias de que el país va por el camino de Venezuela. Ayer no fue la excepción.

Tras la entrevista que el presidente le dio a José Manuel Acevedo, director de Noticias RCN, las comparaciones con el chavismo volvieron a la discusión pública. Petro volvió a hablar del “poder constituyente” del pueblo y sugirió que podría convocar a una asamblea constituyente por decreto, sin pasar por el Congreso.

Si bien Petro pareció imitar varias decisiones de Hugo Chávez –al venezolano también le pareció mero “legalismo” que la Constitución de su país no contemplara ni permitiera una asamblea constituyente y ambas promovieran la polarización como estrategia de gobierno–, las diferencias entre Colombia y Venezuela son prominentes. , como argumentó La Silla Vacía hace varios años.

Estos son cinco de ellos:

1. Petro tiene un mandato radicalmente diferente al de Hugo Chávez

Gustavo Petro es un presidente populista como lo fue Hugo Chávez. Pero el mandato con el que cada uno llegó a la Presidencia es radicalmente diferente.

“En una campaña antipartido, antipolítica y antisistema, el ‘candidato que defiende al pueblo’ quería refundar el país o, en otras palabras, hacer una revolución sin balas. La mayoría aceptó su propuesta como un renovado nacionalista libertador para el siglo XXI y Chávez ganó la presidencia con el 56% de los votos”, dice la periodista Catalina Lobo-Guerrero, autora de uno de los mejores libros sobre el chavismo, Los restos de la revolución.

Chávez fue elegido cuando la inflación se disparaba, la pobreza superaba el 60 por ciento y la represión de las protestas sociales había dejado 277 muertos según cifras oficiales. Cuando Chávez juró sobre la “revolución agonizante” el día de su toma de posesión, el pueblo lo aplaudió. Chávez prometió la revolución a través de una asamblea constituyente y los venezolanos votaron a favor de ella en las urnas.

Por otro lado, Gustavo Petro ganó en segunda vuelta con sólo el 50 por ciento de los votos, frente a un rival que hizo todo lo posible para no ganar, e impulsado por una coalición diversa de centroizquierda que lo apoyó precisamente porque consideraban que era el manera correcta. más “institucional” para el país. Petro escribió sobre mármol y anotó su promesa de respetar la Constitución.

Su mandato era el cambio, pero no el cambio revolucionario. Y la prueba es que Petro nunca ha tenido la popularidad que tuvo Chávez, pero desde que explotó la coalición de centroizquierda y radicalizó su discurso ha perdido apoyo.

El mandato popular de Chávez fue refrendado en cada una de las múltiples elecciones que convocó. Las ideas de Petro fueron derrotadas poco después del primer año de su mandato, en las elecciones regionales de 2023.

Por tanto, sin un mandato popular fuerte, el camino revolucionario no tiene muchas posibilidades.

2. Petro tiene contrapesos institucionales que Chávez nunca tuvo

Colombia está lejos de seguir el camino de Venezuela porque aquí el presidente tiene contrapesos institucionales que no existían en el país vecino.

“Chávez desafió y midió a las principales autoridades con un discurso igual de beligerante y reivindicativo como el utilizado durante la campaña electoral, porque tenía un 80% de favorabilidad en las encuestas. ¿Quién iba a detenerlo? ¿Quién sería el antipatriótico de la historia? “Nadie impidió que la Quinta República (como también se llamaba al partido del presidente) anulara la Cuarta República: la de la democracia liberal representativa, la separación de poderes y el Estado de derecho”, dice Lobo-guerrero en el capítulo “Yo soy Chávez : una historia de amor populista” del libro “Populismos, una ola autoritaria amenaza a América Latina”.

En este capítulo, el periodista cuenta cómo un fallo de la Corte Suprema de Venezuela validó a la Asamblea Constituyente como un “poder supraconstitucional”.

“Para la mayoría de los venezolanos, la purga de jueces corruptos y el cierre de un Congreso de políticos fueron un avance, más que un retroceso democrático”, explica Lobo-guerrero. “En su primer año y medio de gobierno –aunque, más que gobernar, Chávez había estado “de campaña en campaña, de victoria en victoria”- el equilibrio de poder se había roto y el partido gobernante se había fortalecido”.

Con el mismo tiempo que Petro llevaba en el gobierno, Chávez ya había sido reelegido con el 59 por ciento de los votos para un sexenio, el chavismo controlaba dos tercios del Congreso y había ganado la mayoría de gobernaciones y alcaldías.

Un contexto distinto al colombiano, en el que la justicia ha vuelto a demostrar ser independiente del ejecutivo y en el que el Congreso -por muy atascado que haya recibido- ha defendido su propia visión de las reformas que le ha presentado Petro.

Algunos comentaristas de radio afirmaron ayer que esto se mantendrá hasta el año que viene, cuando habrán cambiado otros cuatro magistrados del Tribunal Constitucional.

Sin embargo, de ellos el presidente sólo tiene derecho a nombrar el próximo año al sustituto de Cristina Pardo, lo que le dejará con dos de los nueve magistrados de su lista. Su exsecretario jurídico, Vladimir Fernández, es el otro.

Otros dos magistrados serán designados por la Corte Suprema de Justicia y uno más por el Consejo de Estado, que ya ha impuesto varias restricciones a los abusos de poder de Petro. Y todos serán elegidos por el Senado, la cámara del Congreso donde el gobierno tiene mayor resistencia.

3. La economía de Colombia no está controlada por el Estado como la venezolana

En 1999, cuando Chávez ganó el referéndum para reformar la Constitución, los ingresos petroleros eran bajos y todavía representaban el 12,8% del PIB. Ese año, en Colombia, eran el 3,9%. Este dato, del Banco Mundial, calcula la diferencia entre el coste de extracción y el precio al que lo vende cada país. En el caso de Venezuela ha alcanzado puntos altos del 28% desde que llegó el chavismo. En Colombia nunca ha superado el 7% del PIB, en la época del boom de 2011.

Si bien Ecopetrol es la empresa más grande de Colombia, con el gobierno como socio mayoritario, la influencia del Estado en la economía colombiana es mucho menor. Durante su auge petrolero, el 96% de las exportaciones de Venezuela fueron petróleo y derivados. En Colombia, en 2023, eran el 40%.

Después de la Constitución colombiana de 1991, el papel del sector privado cobró importancia en sectores estratégicos de la economía colombiana, un tema clave en el debate constituyente que ahora propone Petro. Como punto de partida, el intento de cambiar las reglas de juego de este gobierno parte de los fondos de pensiones privados que administran casi 450 mil millones de pesos, de 20 millones de afiliados. Las EPS reciben transferencias anuales de casi 50 mil millones de dólares, y la mitad está bajo control gubernamental a través de la Superintendencia después de una serie de intervenciones.

Más allá de que existen formas para que el gobierno administre parte de estos fondos, vía medidas administrativas como en el caso de la salud, no tiene capacidad para asumir las funciones de estas empresas privadas en el corto plazo sin generar grandes crisis en la prestación de servicios. servicios. Lo mismo ocurre en otros sectores como el de la energía.

Por otro lado, el sector privado en Colombia también es más poderoso. Según el Consejo Sindical, los 32 sindicatos asociados a esa asociación, la más grande del país, concentran el 88% del PIB, y más del 80% del empleo formal.

El peso del sector público como empleador es mucho menor en Colombia, en comparación con Venezuela. Según cifras de la OIT, el empleo público en nuestro país es del 4,2% (2022), mientras que en Venezuela es del 24% (2020).

La diferencia entre ambos países no sólo apunta al hecho de que el presidente Petro tiene mucho menos poder económico que el que tenía Chávez en 1999. También apunta al hecho de que el sector privado tiene un poder de oposición mucho mayor en Colombia.

4. Chávez era un populista con el pueblo de su lado

La popularidad de Chávez no bajó del 50%. Casi una década después de su muerte, seguía siendo el candidato más popular de la política venezolana.

La popularidad del Petro, según la ponderación de la encuesta de La Silla Vacía, entró en números rojos antes de finalizar su primer año, en abril de 2023. Desde entonces se ha deteriorado progresivamente. En la última evaluación, de marzo de 2024, la opinión favorable de su gestión era del 38% positiva, frente al 55% negativa. Ni siquiera en la encuesta contratada por Presidencia aparece Petro con una evaluación de su gestión que tenga neta favorabilidad.

En comparación con sus dos predecesores, Iván Duque y Juan Manuel Santos, los números de Petro no son tan malos, como muestra la serie retrospectiva de Invamer Poll.

Sin embargo, incluso si el gobierno logra superar los obstáculos que supone convocar una Asamblea Constituyente sin pasar por el Congreso, y logra llevar el proyecto a las urnas en forma de referéndum, sus posibilidades hoy no son buenas. En la última encuesta de Ecoanalítica y Guarumo, publicada por la revista Semana, sólo el 17% está de acuerdo con un constituyente y el 62% lo rechaza.

Más allá de la opinión pública, otro factor clave de la popularidad de Chávez fue su capacidad para movilizar a la sociedad. Durante años, las marchas masivas del gobierno se convirtieron en un mecanismo para contrarrestar las de la oposición.

Por otro lado, la capacidad del gobierno de Petro para destituir a personas ha ido disminuyendo. La respuesta a la reciente marcha del 9 de abril fue modesta. La movilización popular de Petro por ahora ha dependido de los sindicatos, especialmente de los docentes, y de los indígenas. Y la oposición de derecha ha logrado mayores convocatorias, sin la maquinaria gubernamental.

5. El establishment de Colombia es diferente al de Venezuela

El futuro de un país depende no sólo del impulso autoritario del presidente, sino también de la reacción de la oposición y el establishment.

Por ahora, el establishment colombiano ha oscilado entre “dar un paso” con Petro, forjar alianzas o trazar una línea con demandas, encuestas o marchas pero dejando abiertas vías de negociación.

En Venezuela, la reacción del establishment a las reformas propuestas por Chávez fue antidemocrática. Pasó muy rápidamente de organizar marchas de padres de familia contra la reforma curricular en las escuelas con el lema “No te metas con mis hijos”, a protestas masivas contra la toma de PDVSA, a asestar un golpe a Chávez y nombrar un líder sindical que en sus primeros días anunciaron la disolución de todos los demás poderes. El establishment terminó siendo más autoritario que Chávez y el pueblo terminó poniéndose del lado de su comandante.

Lejos de imágenes como las de los cacaoteros de Colombia haciendo alianzas con Petro para invertir en proyectos en la periferia del país, los grandes empresarios venezolanos sacaron todo su dinero provocando una fuga masiva de capitales.

Y muchos medios pasaron de estar enamorados de la gran historia periodística que fue Chávez a actuar cada vez más como opositores políticos.

 
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