$3.000 para viajes que cuestan $300 y hasta $10.000 para tomar taxis “sin encender el reloj”

$3.000 para viajes que cuestan $300 y hasta $10.000 para tomar taxis “sin encender el reloj”
$3.000 para viajes que cuestan $300 y hasta $10.000 para tomar taxis “sin encender el reloj”

El litigio que involucra al gobierno nacional, el Sindicato de Trabajadores de Tranvías Automotores y las cámaras de empresas de autobuses derivó en una huelga en el área metropolitana. De las más de 300 líneas que dan servicio en la zona, sólo 70 comenzaron a operar el día, y se estima que alrededor de Nueve millones de pasajeros se vieron afectados por la medida de fuerza.

Pasadas las 7 de la tarde, cuando finalizó una reunión entre las partes, se anunció que La medida de fuerza quedó sin efecto a partir de medianoche. Asimismo, se acordó tregua hasta el 25 de este mes, cuando se repetirá la dinámica de este jueves. Es decir, si los conductores de autobuses no cobran lo acordado con las cámaras, volverán a parar.

Mientras tanto, las empresas sostienen que si el Gobierno no les entrega el dinero no podrán cumplir con el acuerdo que alcanzaron con el gremio, que eleva lo básico a cerca de un millón de pesos. Pero el Ejecutivo sigue sosteniendo que el acuerdo aún no ha sido aprobado.

Constitución, principal puerta de entrada a la Ciudad desde la zona sur, aunque también punto de transferencia común, fue una de las zonas en las que más impactó el paro: de las más 30 líneas que pasan por Plaza Constituciónsólo 8 comenzaron el día operando sus servicios.

Desde temprano se observaron largas colas en la zona de la parada de autobús. Y por la tarde, el panorama fue diferente, ya que la gente estaba Advirtieron de la falta de autobuses.

La odisea de viajar en un día de paro

Una joven espera parada en la avenida Brasil, bajo la autopista Frondizi, con su celular en la mano, al que presta evidente atención. No dice su nombre, pero sí lo que está haciendo: esperando un coche, escena que se repite a menudo en los alrededores. Espera a un conductor de la aplicación DiDi, que la llevará desde allí hasta cerca de la Casa Rosada, en la calle Balcarce, por $1.500.

A unos metros está Margó con su carrito, que lleva cuatro años vendiendo café y ahora observa la escena desde la avenida Hornos. “Nadie vende bien si se queda quieto”, dice, por eso hay que caminar. Pero este jueves, pasadas las diez de la mañana, ya no sabe adónde más ir. “No vendí más de diez cafés porque casi no hay colectivos, y la gente, con prisa, toma un taxi rápido“.

Florencia tiene 19 años. Está embarazada y vive en Guernica., al suroeste de la zona sur del conurbano. Espera un Uber para acudir al Policlínico Docente, en Lavalle y Ayacucho, para realizar estudios de medicina. Suele ir a ese lugar viajando en la línea 12, pero como hay huelga, Tendrás que pagar $3.000 pesos al conductor que esperas en la salida de la estación de tren en Avenida Brasil., quien la transportará al sanatorio. También cuenta que un taxista quiso cobrarle más de 10 mil pesos, lo que la asustó.

Fila de taxis a la salida de la estación de trenes Constitución por la Avenida Brasil. Foto: Luciano Thieberger.

Rubén conduce un taxi y espera que otros compañeros, que están delante de él en una larga fila en la calle Brasil, avancen. Tiene prisa y rápidamente calcula algunos precios: “Hasta Retiro cuesta unos $4.000 pesos, y hasta el Obelisco $2.500 o un poco más. Hoy, cuando hay tráfico, puede resultar un poco más caro”. Pero dice que, más allá de algunos ánimos, ahí está ““todo en el reloj”. A pesar de la competencia de los conductores de aplicaciones, los taxistas tienen una gran demanda. La fila avanza rápidamente, debido a la cantidad de pasajeros, y Rubén avanza.

A pocos metros, un hombre que coloca conos y barricadas de plástico para dejar espacio a los taxis para cargar pasajeros discute con un conductor de una aplicación, que conduce un Volkswagen Suran gris plateado. “Sal de aquí, tómalo. Vamos, vamos”, le dice al conductor. “Estoy trabajando”, respondió desde el coche. “Nosotros también. Vete”, le vuelve a advertir el hombre.

Florencia, 24 años, vive en Ezpeleta y es usuaria del tren Roca. Al salir de la estación suele tomar la 4, 61 o 143 para dirigirse a su trabajo, una oficina en Puerto Madero. Este jueves decide montarse en una moto Uber. A los pocos minutos aparece el conductor de un Motomel Blitz 110 gris. El conductor le entrega un casco y ella se dirige al trabajo. Según la solicitud, Florencia deberá pagar $1.200.

A su lado está Matías, otro joven, de 24 años. Vive con su novia en Guernica y trabaja en La Tablada, zona oeste. Ahora busca entre los autos otro Suran, que según la aplicación DiDi es blanco, y lo llevará a su destino por $10,900. Normalmente toma el autobús 96 para hacer ese viaje, que cuesta menos de 500 dólares.

Un pasajero espera un autobús de la línea 45, una de las que se sumaron al paro de autobuses del jueves 11 de abril. Foto Luciano Thieberger.

Milagros es otra de las que abarrotan la fila de espera de conductores de postulación. Tiene 25 años y está esperando una motocicleta Honda Titan negra. El conductor le cobrará 2.900 dólares por llevarla a Mataderos, donde trabaja como secretaria de un empresario textil. Suele ir allí en los autobuses 4 o 126, que paraban.

–¿Coges moto porque es más barata?

“Esto es lo que ofrecía mi jefe: te brinda transporte pero de la manera más barata”, dice Milagros. Ella no tiene que correr con los eventuales gastos, pero muchos otros trabajadores sí, por lo que buscan los mejores precios entre las diferentes aplicaciones u opciones (coche o moto).

Diego trabaja como guardia de seguridad en la cancha de River, en Núñez. Tiene 52 años, es padre, y todos los días viaja de Glew a Constitución, y una vez allí espera el día 45. Pero este jueves, después de veinte minutos, el autobús seguía sin aparecer. Se entera por el cronista que es una de las líneas que adhirió al paro, y al ser consultado sobre la alternativa dice: “No tengo dinero para tomar un Uber. Entonces voy a tomar el metro C hasta Retiro y de ahí otro tren, el Belgrano Norte”.

En los muelles de autobuses, la línea más larga es la de la línea 100, que conecta Lanús con Retiro y cruza toda la avenida 9 de Julio. Sebastián es uno de los dos inspectores que cobran los billetes a los pasajeros, que son decenas. “No podemos dar abasto: hoy vienen con nosotros todos los pasajeros de otras líneas”, aclara.

Cada cinco minutos o menos, un autobús lleno sale de la parada: incluso un reportero de televisión junto a un camarógrafo suben a un autobús de la línea 100 este jueves por la mañana, una auténtica odisea.

A pocos metros, en otro muelle, los autobuses de la línea 28, que tiene un recorrido similar en esta zona, hacen lo mismo: tienen unidades sólo para el tramo entre Constitución y Retiro, el más transitado. Abajo, el metro se sigue llenando.

Torniquetes de la línea C del metro durante la mañana del 11 de abril. Foto Luciano Thieberger.

Así lo entiende también Héctor, inspector de torniquetes de la estación Constitución de la línea C del metro. “En la hora punta (de 6 a 9.30), teníamos las manos ocupadas en todos los vagones”, muestra la situación. Además, esgrime dos razones: “Una: el metro es rápido y hoy cuesta menos que el autobús; dos: el metro te lleva, por poco dinero, a otra zona desde la que coges un taxi de menor distancia, a menor precio”. Debido a la suspensión momentánea de la audiencia pública que discutiría el precio de los pasajes, el boleto del metro sigue costando $125, menos de la mitad del boleto mínimo de autobús. Al menos hasta mayo, cuando subirá a 574 dólares.

Cerca de la salida del metro, en uno de los quioscos, una mujer pide un alfajor blanco e instrucciones para llegar a Villa Devoto. Ella es de Florencio Varela, se llama Valeria y tiene 27 años. Tiene un hermano que está preso en el penal de Devoto, y allí va a visitarlo tomando la 53, otra de las líneas que está en huelga.

La operadora del quiosco le explica que la 84 la deja cerca, en Villa del Parque, y desde allí podría buscar una solución más cercana. “Ni siquiera sé dónde para ese autobús. Estoy perdida, pero voy a llegar”, dice Valeria.

A pocas cuadras, en Avenida Caseros, una mujer espera la línea 39, a la que se sumó al paro, para dirigirse a Juan B. Justo y Honduras, en Palermo.

Esa línea está caída. La alternativa es un taxi, sugiere el cronista. “Si me pagas… Ya viene el autobús. Ya viene”, responde la paciente señora.

Para viajar desde Constitución este jueves, además de saldo en una tarjeta SUBE, se necesita astucia o esperanza.

 
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