Editorial l La natalidad cae en el Atlántico, ¿debemos preocuparnos? – .

Editorial l La natalidad cae en el Atlántico, ¿debemos preocuparnos? – .
Editorial l La natalidad cae en el Atlántico, ¿debemos preocuparnos? – .

Atlántico aparece como la tercera región de Colombia con mayor caída de nacimientos en 2023. ¿Motivos para preocuparse? Eso depende de cómo o quién analice los datos revelados por Dane. Lo primero es que la tasa de natalidad en el país sigue cayendo notablemente. Esto ha sido así invariablemente desde 2014, a excepción de 2017, pero lo que ahora resulta alarmante es que la reducción de la curva de natalidad se acentuó considerablemente de 2022 a 2023.

El desplome fue del 11%, un nuevo récord que finalmente se convirtió en el más pronunciado de la historia. Es decir, en 2023 nacieron 510 mil niñas y niños frente a los 573 mil que nacieron en 2022 -63 mil menos-, mientras que en 2014 habían nacido 669 mil. Si se comparan estos dos años, la caída es del 23,7%. Más inquietante aún si se compara con los 752.000 nacimientos de 2000. Así pues, si la tendencia continúa, como anticipan los demógrafos, es más que probable que en 2024 los nacimientos sean inferiores a 450.000 en un país de 52 millones de habitantes, en el que la El número de personas mayores aumenta, acelerando una transición demográfica que requiere atención institucional.

Para comprender mejor esta realidad social que no es exclusiva de Colombia, en China o España la situación es más dramática, debemos referirnos a la pandemia. Esto marcó un punto de inflexión o, mejor aún, aceleró una tendencia de vulnerabilidad económica explicada por varias razones. Si bien es cierto que hoy las mujeres reivindican más que nunca sus derechos reproductivos, nada distinto a decidir sobre su propia sexualidad eligiendo conscientemente el mejor momento para ser madres, ello no implica que todas aquellas que aún no son madres lo hagan porque voluntariamente Renunció a dar ese paso.

De hecho, muchos lo desean fervientemente. Sin embargo, las difíciles o precarias condiciones socioeconómicas que enfrentan las presionan a posponer ese deseo, a la espera de mejorar su situación laboral, recibir una mayor remuneración o conseguir un trabajo más compatible con los desafíos de la crianza de los hijos. Entonces, al no concebirse la maternidad como un mandato, aunque todavía impone mucho la presión social, sino que es una decisión libre, esa carga sobre su proyecto de vida se convierte en una frustración que incluso les causa daño.

No es lo único. Dado que la maternidad se pospone y se hace cada vez más tardía, las familias deciden tener menos hijos. También lo hacen por razones económicas, y aquí volvemos a los mismos factores de desigualdad de género tan extendidos: hogares con falta de empleo estable o digno, vivienda propia, capacidad de pagar para cubrir los gastos de un hijo en sus diferentes etapas. o para pagar los servicios de un cuidador si no existe una red de apoyo. Todo esto al final abre una brecha entre el deseo de la mujer y la realidad de ser madre.

Sin responsabilizar en modo alguno a la mujer, porque cada cual es libre de ejercer su derecho a la maternidad, lo demás es desconocimiento, juicios de valor temerarios o prejuicios, que viene a ser lo mismo, es cierto que la caída de la Natalidad o de la tasa de fecundidad impactan aspectos fundamentales en términos sociales y económicos de un territorio, tanto a nivel local como nacional, los cuales deben ser valorados en su justa medida para actuar a tiempo.

Más pronto que tarde, la transición demográfica pondrá en jaque la sostenibilidad del sistema de pensiones con menos jóvenes cotizando, el sistema sanitario por los elevados costes de los servicios especializados que requerirá con mayor frecuencia una población que envejece, e incluso el modelo educativo tendrán que replantearse debido al previsible descenso de la demanda, inicialmente en los centros de primera infancia. Las tensiones podrían aumentar en el corto plazo.

En Colombia, donde las prioridades se acumulan sin una respuesta oportuna, la caída sostenida de la curva demográfica alertada por el Dane en los últimos años sugiere que enfrentamos un desafío de largo alcance y magnitud compleja. Esconderlo bajo la alfombra no es una opción ni para el nivel central ni para el Atlántico, donde conviene que las autoridades de Barranquilla y los municipios exploren las oportunidades que ofrece esta realidad de menos nacimientos, más esperanza de vida, consolidación de los derechos de las mujeres o La renovación en las dinámicas de consumo y servicios trae consigo la capacidad de adaptarse pragmáticamente al futuro, que es el ahora.

 
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