Adiós a un halcón. Homenaje a Ernesto “Conejo” Dubourg, líder de un escuadrón letal que sorprendió a los ingleses en Malvinas – .

Adiós a un halcón. Homenaje a Ernesto “Conejo” Dubourg, líder de un escuadrón letal que sorprendió a los ingleses en Malvinas – .
Adiós a un halcón. Homenaje a Ernesto “Conejo” Dubourg, líder de un escuadrón letal que sorprendió a los ingleses en Malvinas – .

28 de febrero de 202313:23

El 28 de enero, hace hoy exactamente un mes, falleció un héroe de la patria: el Comodoro (RE) Ernesto Ricardo Dubourg. Sus amigos lo llamaban “Conejo”. También sus pilotos, aunque solo en tierra firme, pues en el cielo todos lo conocían por su nombre de guerra: “Furia”. Luchó en Malvinas. Fue jefe del Segundo Escuadrón Skyhawk A-4B de la Fuerza Aérea Argentina. Guió a sus pilotos en el enfrentamiento contra la segunda flota más poderosa del planeta, el Ejército Británico.

Ernesto Dubourg, de traje, poco después de su retiro, rodeado de los pilotos del Grupo V de Caza que sobrevivieron a las 133 salidas de combate.

El “Conejo” Dubourg nació en Mar del Plata, dueño de una personalidad arrolladora. Desde pequeño soñaba con surcar los cielos argentinos dentro de la cabina de un caza Gloster Meteor, jet utilizado por la Fuerza Aérea Argentina en ese momento. Finalmente, el 14 de diciembre de 1963 egresó de la Escuela Militar de Aviación, en Córdoba, con el grado de subteniente.

Le tocó atravesar la “época dorada” de la Fuerza Aérea Argentina. Se convirtió en piloto de jet Skyhawk A-4B, avión en el que consolidó una amplia experiencia como piloto de combate en la V Brigada Aérea de Villa Reynolds, provincia de San Luis.

Dubourg fotografiado con su uniforme oficial de la Fuerza Aérea Argentina.

La Guerra de las Malvinas lo sorprendió como Jefe del Segundo Escuadrón Skyhawk A-4B. Junto al Vicecomodoro Gustavo Zini, entonces Jefe de la Primera Escuadra, construyó y consolidó un poderoso equipo, único para la época, a pesar de que sus aviones ya presentaban signos de uso excesivo. En comparación con los aviones enemigos, sus A-4B se encontraban en una evidente inferioridad tecnológica, lo que los dejaba en clara desventaja.

Sin embargo, Dubourg siempre confió en la capacidad de su escuadra. Depositó todas sus esperanzas en la experiencia que tanto él como sus pilotos habían acumulado en la cabina del Skyhawk. Dominaban sus naves con excelencia gracias a la enorme cantidad de horas ganadas en entrenamiento.

Imagen tomada en Río Gallegos durante los días de la guerra. Al frente, el vicecomodoro Dubourg junto al teniente Gálvez y el alférez Gómez. Detrás de los pilotos, el personal de tierra del escuadrón.

El valor y la destreza desplegados por sus hombres en los ataques a la flota británica asombraron al mundo. Los elogios para los temibles “halcones” (el nombre que adoptó el escuadrón desde sus inicios, inspirado en el nombre de su avión) provinieron no solo de los británicos: el as franco-brasileño Pierre Clostermann, que voló con la RAF durante años de la Segunda Guerra Mundial. , los visitó después de la guerra. Quería conocer a los hombres que sin vacilar se enfrentaron a la tercera potencia mundial, torciendo su brazo, algo inimaginable. A los temibles “halcones”, como se conocía a la escuadra, quienes adoptaron el nombre

Un skyhawk en vuelo bajo hasta la torre de control en Villa Reynolds AB, hogar del V Fighter Group.

La muerte de Dubourg dejó una profunda impresión en sus pilotos. Antonio Zelaya, actual Comodoro (RE) VGM y quien fuera uno de los Jefes de Escuadrón a las órdenes de Dubourg, lo recuerda: “Era el líder que cualquiera quisiera tener en la guerra… y tuvimos ese privilegio“.

El Brigadier Major Sergio Gustavo Mayor (RE) VGM también destacó el extraordinario liderazgo de Dubourg: “A pesar de las fuertes pérdidas sufridas, mantuvo la cohesión del escuadrón. Siempre dando el ejemplo. Cualquiera de sus pilotos no habría dudado en ir al combate con él… Hasta que no quedaron aviones ni pilotos”.

Desde el Skyhawk, el Teniente Sergio Mayor, piloto de la Segunda Escuadrilla, devuelve el saludo al personal el 21 de mayo de 1982 antes de partir hacia el Estrecho de San Carlos. (foto: cortesía de Atilio Maggi).

El Mayor Brigadier Gustavo Rubén Zini (RE) VGM, jefe del Escuadrón Uno, que lideró el Grupo de Cazas V con Dubourg, lo recuerda como una persona que supo expresar muy bien sus ideas: “Su sensibilidad permitía que los demás sintieran lo mismo que él y eso tuvo un gran impacto en todos nosotros. Fue un gran profesional, su inteligencia y su aplomo le permitieron apoyar a sus pilotos en los momentos difíciles. Su liderazgo se basó en el ejemplo y eso tuvo un impacto tremendo en su plantel y en todo el grupo. Éramos dos escuadras, pero formábamos un gran equipo. Así lo entendimos los dos. Su partida nos causa un gran dolor irreparable”.

Dubourg fue un caballero del aire, un piloto “de otros tiempos”. Amable, leal, honesto y dueño de una sonrisa contagiosa. Sus camaradas lo reconocieron como un hábil piloto y un tirador mortal. Sus manos, que manejaban el mando y el acelerador de un A4B Skyhawk durante los duros días de 1982, podían exprimir las melodías más dulces de una guitarra acústica. Era un buen cantante folklórico.

Ernesto Dubourg a los mandos de un Piper J-3 Cub durante sus años de jubilación.

Durante la Guerra de las Malvinas, el “Conejo” Dubourg recibió órdenes de sus superiores y las mejoró para que sus pilotos tuvieran mejores posibilidades de ataque y resultados exitosos en sus misiones. Cuando las órdenes no eran precisas, exponía con vehemencia las desventajas que presentaban: sabía que cualquier error, por leve que fuera, podía costarle la vida a sus pilotos.

No se limitó a liderar su escuadrón desde la base: voló con sus pilotos sobre las Malvinas, en pleno conflicto. El 28 de mayo de 1982 cumplió su primera misión: al mando de la escuadra “Nene”, recorrió a baja altura la variada geografía del archipiélago. Sus pilotos trataron de convencerlo de que se quedara en tierra, ya que preferían que su líder se mantuviera “fuera de peligro”, pero eso era inaceptable para “Rabbit”.

De izquierda a derecha: Alférez Guillermo Dellepiane, Capitán Antonio Zelaya, Alférez Alfredo Vázquez (muerto en combate), Teniente Juan Arrarás (muerto en combate) y Vicecomodoro Ernesto Dubourg en la plataforma de Río Gallegos durante mayo de 1982.

El 7 de junio volvió a despegar, esta vez con la escuadra “Potro”. Dubourg piloteó el Skyhawk A-4B (C-207). Los otros jefes “halcones”, que no tenían obligación de irse, a los que directamente se les recomendó no volar, tampoco evitaron el conflicto. No se quedaron en el nido. El Vice Comodoro Jefe del Escuadrón Uno Zini también participó en las misiones. Y el vicecomodoro Mariel tuvo que insistir para que le permitieran volar con sus pilotos, hasta que lo consiguió el 24 de mayo…

Ese día, la escuadra “Nene” integrada por el vicecomodoro Manuel Mariel, el teniente Cervera, Mario Roca, el primer teniente Héctor Sánchez y el alférez Marcelo Moroni ingresó a la bahía de San Carlos para atacar a la flota británica.

Un camarógrafo inglés captó las imágenes que conmocionarían al mundo: los Skyhawks del Segundo Escuadrón, volando a 950 kilómetros por hora entre los mástiles de los barcos británicos, perseguidos por fuego antiaéreo y misiles. Durante el ataque, una bomba lanzada por el teniente Cervera impactó en el buque Sir Lancelot y provocó daños considerables.

Los “halcones” de Dubourg ya habían demostrado su coraje anteriormente, el 12 de mayo, cuando noquearon al destructor HMS Glasgow, obligándolo a regresar a Gran Bretaña. Pagaron un alto precio por su hazaña: perdieron a cuatro de sus mejores hombres.

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El testimonio de Dubourg, durante la Guerra de Malvinas

Dubourg, Zini y sus pilotos planearon una misión única: atacar el principal puesto de mando británico entre las montañas Kent y dos hermanas. Dubourg y Zini insistieron en participar en la misión, pero los pilotos les informaron que su cuota de liderazgo estaba cubierta. Ya habían demostrado su valentía y profesionalidad volando junto a ellos. Les dijeron que los necesitaban en el terreno.

Las islas estaban rodeadas. La flota británica rodeó el archipiélago. Las tropas enemigas ya habían conquistado sectores clave y seguían avanzando. Y su aviación controlaba el espacio aéreo, casi en su totalidad.

El histórico Skyhawk A4-B (C-207) con el que Dubourg llevó a cabo sus misiones de combate ahora forma parte del Museo Nacional de Aeronáutica. (Foto: cortesía Javier Mosquera/Avialatina).

Sin embargo, seis Skyhawk A-4B argentinos lograron deslizarse entre las islas sin ser detectados y alcanzaron su objetivo. Sorprendieron a los británicos en su puesto de mando, los bombardearon y provocaron un gran caos.

Durante la huida del área, uno de los siete Skyhawk A4-B fue alcanzado por fuego enemigo. El jet fue pilotado por el joven Alférez Guillermo Dellepiane quien comenzó a quedarse sin combustible. Dubourg en tierra escuchó las comunicaciones desesperadas del piloto que pronto tendría que abandonar su avión y perderse para siempre en el mar. Los ruegos de Dubourg fueron respondidos desde lo alto, todos los aviones regresaron a San Julián y pudo abrazar a su piloto al regresar de la misión.

Los “halcones” lucharon hasta el final del partido. El 8 de junio, otro escuadrón del 2º Escuadrón hundió la lancha de desembarco Foxtrot 4.

Regreso de la Segunda Escuadrilla a Villa Reynolds al término de las hostilidades, encabezada por el Vice Comodoro “Fury” Dubourg.

Después de la guerra, el “Conejo” Dubourg cultivó un perfil muy bajo. Sólo concedió un par de entrevistas. No le gustaba que lo llamaran “héroe”. Siempre respondía que era un profesional formado en la Fuerza Aérea Argentina. “Uno entre muchos”, el insistió. Tampoco él se habría considerado digno de este merecido homenaje.

Trabajó, desde el final de la guerra y por el resto de sus días, para que los nueve pilotos del Grupo V de Caza caídos en combate fueran reconocidos como héroes de la patria. “Cada uno de ellos es mi hijo. Los entrené y los vi crecer como profesionales. Yo les enseñé a luchar por la patria… pero me dieron una lección más grande: me enseñaron a morir por la patria”.dijo en una ocasión.

Ernesto Dubourg durante un discurso que brindó a la V Brigada Aérea en Villa Reynolds AB.

Tras su retiro, “Conejo” Dubourg pasó el resto de sus días “aislado de la Patagonia”, como solía decir. Se instaló primero en San Carlos de Bariloche y luego en Villa Mercedes, provincia de San Luis.

Dejó escrito y grabado un memorable discurso que pronunció en un acto durante un aniversario de la Guerra de Malvinas: “Cuando me haya ido, les pido que me recuerden con ellos, en el lugar más modesto, al final de la lista, no porque me lo merezca o pretenda estar a su nivel, sino para que me recuerden como alguien que Los llevó en el corazón y quiere quedarse para siempre en el tuyo. Alguien que hizo todo lo posible por protegerlos, alguien que lloró muchas veces a los niños que perdió, alguien que cuando los recuerda lleno de orgullo, los imagina como ese Halcón solitario que nos vio nacer allí, en lo alto de la montaña y nos representa. . . Ese Halcón tiene nueve heridas en el pecho que nunca sanarán, pero también tiene una gota de sangre en el pico. y, aunque sus ojos están húmedos de emoción, no lo oculta porque sabe que, entre otras cosas, un guerrero valiente es aquel que sabe llorar con el rostro descubierto. Incluso con sus lágrimas, este Halcón herido conserva la fiereza en su mirada: alerta, desafiante y curtido, está listo para atacar de nuevo en la próxima batalla”.

El “Conejo” Dubourg vuela libre como un halcón solitario que orbita entre las colinas. Su avión de combate Skyhawk A-4B (C-207) permanece en el Museo Nacional de Aeronáutica, testimonio ineludible para las presentes y futuras generaciones de argentinos. Es el recuerdo inconfundible de una constelación de aviadores únicos, hechos de buena madera, que fueron tallados por Dubourg y Zini.

Templo que lleva los apellidos de Nivoli, Ibarlucea, Del Valle Palaver, Guadagnini, Arrarás, Bolzan, Vásquez, Gavazzi y Bustos, caídos en Malvinas. También de los “halcones” que se sumaron a ellos después del conflicto: Gelardi, Varela, Mariel y el Jefe de Segunda Escuadra, Ernesto Ricardo Dubourg.

Ernesto Ricardo “Furia” Dubourg, Comodoro de la Fuerza Aérea Argentina (RE) y veterano de Malvinas, disfrutó de su pasión por volar aún después de su retiro.
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