Restaurar libros tranquilamente y con tacto – .

Restaurar libros tranquilamente y con tacto – .
Restaurar libros tranquilamente y con tacto – .
María Dolores Díaz de Miranda es monja y una prestigiosa profesional de la conservación

María Dolores Díaz de Miranda estudió Medicina y soñó con salvar vidas en las misiones, hasta que sintió el llamado a la vida contemplativa. Hoy ella, como benedictina, se dedica a la restauración de libros y documentos, y es una de las mejores en su campo. «Está la idea de que la Iglesia cuida y preserva… Y luego están los profesionales. Y no, en la Iglesia hay grandes profesionales», explica a ECCLESIA. «Hay que aceptar lo que se te presenta entregándote. Considero que el trabajo es algo secundario, un medio de expresar al Dios que me habita, de prolongar las manos creativas de Dios”, señala.

Bien mirado, su trabajo al frente de los archivos de la Iglesia no dista tanto de su vocación de médico: «El papel es materia finita, orgánica y, como el cuerpo humano, tiene un tiempo. Sólo controlando los factores que aceleran el envejecimiento de un documento podremos prolongar su vida 3.000 años”, sonríe. Entre estos factores destaca “la luz, la humedad, la temperatura, la contaminación…”. “Cuando tomo un libro”, continúa, “veo el nivel de daño. Hago un diagnóstico y propongo un tratamiento. Cada vez más, la tendencia es intervenir lo menos posible, porque se considera que la propia encuadernación ofrece información sobre el documento. Si puede ser sin desmontar el libro lo haré así. De lo contrario, se elimina página por página y se restaura. Pero lo que nos piden restaurar suele estar en mal estado.

Antes de actuar hay que realizar una serie de análisis: «Medimos el PH, porque la acidez es muy perjudicial para el papel. Vemos los tipos de fibras que hay, si la tinta está oxidada, etc.” Una vez hechas las pruebas se decide el tratamiento, casi siempre con baños: “Dejar que las sustancias ácidas nocivas se disuelvan en agua. “El 7% del peso del papel es agua, por lo que al sumergirlo se produce más unión entre las fibras, mejorando la estructura interna”.

Pergaminos

El pergamino requiere “un programa de deshidratación: lo metemos en una cámara por donde entra vapor, como en una sauna. En lugar de mojarlo, chupa agua según sus necesidades. Luego sólo tienes que sacarlo y apretarlo. Si la tinta es corrosiva, “se neutraliza con hidróxido de calcio en estos baños, que al secarse en contacto con el oxígeno del aire se convierte en sal y neutraliza la acidez”. Además, cuando no hay papel, “hago injertos. “Yo uso el sistema antiguo, haciendo pulpa con trapos”.

Los distintos procesos, que también incluyen montaje, encuadernación, pegado y costura, se explican con pasión y exhaustividad en los vídeos que sube a sus redes sociales. El pasado mes de mayo participó en las jornadas de archiveros organizadas por la Conferencia Episcopal. «Es impresionante el servicio que está haciendo la Iglesia en materia de preservación. Solemos darle mucho valor artístico a los códices, pero, a nivel de información, las inscripciones, registros y libros de contabilidad de las parroquias son la propia historia de España.

Aunque es una profesional reconocida, destaca el placer que produce “hacer cada día lo que tengo que hacer, sin más, sin necesidad de destacar”. A veces se evangeliza con sólo estar ahí y también con su actitud. El suyo, por supuesto, es inmejorable: «Cuando decido un tratamiento, no es cerrado, porque lo esencial es el diálogo entre el restaurador y la pieza. A veces nos traen estudiantes de restauración para practicar y tengo que aconsejarles que trabajen sin casco, al menos una hora. Hay que sentir la obra, es una comunicación con ella. ¿Cómo sabrás si estás estirando un pergamino correctamente si no lo tienes en mente? Trabajar en silencio es genial. Y con el tacto, cuando hay que pegar o humedecer un papel. Es una terapia para dejar de pensar en las cosas. Te detienes, te entregas y dialogas con la obra. No tiene sentido que la gente cocine con la televisión encendida y luego haga cursos de relajación. Creo que estos equilibrios son algo que hemos mantenido muy bien en la tradición de la Iglesia.

 
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