“Escribir es volver a vivir, sanarnos, escribir nos da vida” – .

“Escribir es volver a vivir, sanarnos, escribir nos da vida” – .
“Escribir es volver a vivir, sanarnos, escribir nos da vida” – .

La vida de Sergio Spoerer es fascinante y podría escribir muchos libros sobre las situaciones que ha enfrentado en la vida. Pero el sociólogo, académico y asesor político afincado en Temuco durante algunos años se lanzó al género de la autoficción en la publicación “Al sur del Verano” (Editorial Bogavantes, 2024), emprendiendo un viaje introspectivo, explorando las profundidades de su pasado para comprender mejor su presente y futuro.

La obra del escritor será presentada en la ciudad este viernes a las 18 en la Biblioteca y Centro Cultural Galo Sepúlveda (Arturo Prat 42), en compañía de los poetas Ricardo Herrera y Carolina Quijón. Una oportunidad para conocer otra perspectiva de quien fue presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica de Valparaíso durante la reforma educativa de los años 60, exiliado diez años en Francia tras el golpe de Estado, diplomático chileno en España, miembro de la consejo editorial del diario La Época, entre muchas otras funciones.

Spoerer publica “Al sur del verano”, su segundo libro, cuarenta años después de la aparición de “América Latina: los saludos de un tiempo fecundo” (1980), que obtuvo el primer lugar en el concurso de ensayo de la editorial mexicana Siglo XXI. . Su obra más reciente se divide en dos partes, en las que sus recuerdos familiares afloran tras el reencuentro del escritor con la biblioteca de su padre 50 años después de su muerte.

Serán documentos personales, viajes, sueños, libros subrayados y contemplaciones que permitan a Spoerer reconstruir una infancia que parece lejana. Tras cumplir 70 años, Spoerer comenzó a escribir este libro difícil de encasillar, marcado por la hibridez, siendo una especie de diario personal.

Una narración íntima, desgarradora, pero a la vez fascinante, en la que no oculta sus miedos y desventuras. Este es también un viaje por el Chile del siglo XX a través de escenarios como Valparaíso, Puerto Montt y una isla del sur, siendo la búsqueda y la reflexión dos ejes de un camino.

-Es difícil encasillar tu libro, viajando por la hibridez de cualquier categoría. ¿Cómo se lo describiría al lector potencial?

Creo que el libro encaja dentro del amplio espectro del género tan de moda de la autoficción. Género híbrido, mestizo. Sé que digo poco con esto porque este es un género con muchos subgéneros y nombres y el debate está abierto entre los especialistas. En cualquier caso, no se trata de una autobiografía ni de unas memorias. Más bien la llamaría autohistoria –siguiendo a Gloria Anzaldúa– o autonovela, o incluso novela familiar, siguiendo a Freud. En todos estos casos podemos hablar de historias subjetivas, historias íntimas, un punto de vista, una forma de reconsiderar el pasado.

-Un punto crucial en la escritura del libro es el reencuentro con la biblioteca de tu padre 50 años después de su muerte, con la que reconstruyes su figura. ¿Cómo estuvo ese episodio? ¿En qué medida te ayudaron las notas y las páginas marcadas a encontrar una posible respuesta a la desconocida biografía de tu padre?

El reencuentro con parte de la biblioteca de mi padre es un hecho decisivo en el desarrollo de este libro. Fue un regalo del menor de mis hermanos que lo conservó hasta entonces. Entre los libros encontré recortes de prensa, cartas, fotografías, notas al margen, subrayados. Huellas indicativas de opiniones, preferencias, hechos notables en la vida de mi padre. Pude recordar, además de descubrir, aspectos singulares de su vida interior. Estos materiales fueron uno de los impulsos decisivos para embarcarme en la escritura del libro. Tiempo que coincide con una sucesión de cambios importantes en diversos ámbitos de mi propia vida. Es hora de preguntas existenciales. Hora de la introspección.

-Sin duda hay una búsqueda de perdón hacia uno mismo, pero también hacia los errores intencionados que cometen los padres. ¿Cómo la escritura se vuelve esencial como terapia y perdón? ¿Qué importancia tiene poder mirar los errores del pasado con perspectiva?

Esta pregunta me parece muy sugerente. Me parece que el corazón del libro es perdonarse a uno mismo y comprender los errores involuntarios de los padres. Este escrito ha sido una especie de terapia, una sanación de la tristeza de mi infancia, revivida de manera integral. Sanado, revisitado con nuevos ojos, el pasado cambia. No los hechos. Sino las emociones, la subjetividad con la que se recuerdan. E. Vila-Matas dijo algo así como “escribo para cambiar mi pasado”. Esta frase siempre ha tenido mucho sentido para mí. En la reminiscencia, los recuerdos son caprichosos y hay que aprender a encontrarlos, a hablar con ellos.

Hasta la edad que ahora vivo, no ha habido dolor más fuerte, más brutal, más inesperado que la muerte repentina y temprana de mi padre. Con el paso de los años veo aumentar la huella benéfica que marcó mi vida. Recuerdo sus gestos, palabras, opiniones, gustos. En mis muchas lecturas, a menudo me encuentro en conversaciones entretenidas y fructíferas con él. Los libros, los amigos, el disfrute de la naturaleza, el respeto por las diversas creencias y opiniones son su herencia. Siento que mi padre permanece joven y lúcido en mi conciencia, que siento acompañada a medida que envejece, capaz de un mayor discernimiento. Parece que el libro habla más de mi padre –como dijo uno de los presentadores del libro en Santiago-, en realidad quizás de quien más habla es de mi madre.

-El libro escrito en fragmentos recorre Valparaíso, Puerto Montt, París, Estocolmo, Chiloé, entre otros lugares, mientras que a medida que avanzan las páginas la historia va acompañada de una serie de fotografías y archivos privados que dan perspectiva a la lectura. ¿En qué elementos se basó para la reconstrucción?

El libro está ambientado principalmente en Valparaíso, Puerto Montt, Hualqui y en una pequeña isla de la actual provincia de Palena. Todos ellos son lugares muy significativos de mi infancia. Afortunadamente, contaba con mucho material visual –en parte incorporado al libro– que a su vez activaba, con gran claridad, múltiples recuerdos. Tener este material es crucial para este tipo de escritura.

-Su historia personal coincide con escritores fundamentales de la literatura chilena. Pablo de Rokha, Del Solar, Lillo y, sobre todo, Diego Dublé Urrutia. Frente a esto último, ¿cuán significativa fue la lectura y el encuentro con el poeta?

La presencia de Diego Dublé Urrutia es decisiva en mi vida; Murió cinco años después de la muerte de mi padre. Fueron los años decisivos de mi adolescencia. Si bien en vida de mi padre lo visitábamos frecuentemente, después de su muerte en 1962 fui con más frecuencia desde Valparaíso a visitarlo a su casa de San Martín 32 en Santiago o a su casa de veraneo en Llo Lleo hasta su muerte en 1967. Además, Como hombre de letras y abogado, el tío Diego había sido diplomático y tenía un conocimiento muy vivo de la cultura universal, principalmente europea. Hablamos durante horas, nos escribíamos -él con caligrafía endiablada-, me prestaba y me regalaba libros. Lo poco que sé sobre poesía clásica (Homero, Virgilio, Horacio) se lo debo a él. Fontana Cándida, la antología casi completa de su obra, fue para mí una lectura alegre que me imponía habitualmente.

Respetaba y era respetado por los escritores de su tiempo, incluso por aquellos con quienes no tenía ninguna cercanía ideológica. Era cuñado de Vicente Huidobro. Prefería a De Rokha a Neruda. Celebró a Gabriela Mistral. Sus preferencias fueron las mías durante mucho tiempo. Si puedo hablar de mis propios gustos, nacieron y crecieron en los muchos años que luego viví en Francia y España, y en mis frecuentes viajes de trabajo por América Latina. Desde que vivo en Temuco desde hace seis años, mis lecturas de poesía sureña y mapuche se han vuelto muy frecuentes y enriquecedoras. También me devuelven a la lluvia, los olores y los paisajes de los siete años de mi infancia que pasé en Puerto Montt.

-El texto se divide en dos partes. La primera es una historia personal sobre un Chile que ya no existe, mientras que la segunda parte funciona como un diario de viaje mientras reconstruyes la imagen de tu padre. ¿Cómo se conectan ambas partes en esta búsqueda personal de la historia familiar?

Me parece que las dos partes del libro se comunican bien entre sí. Más que mi vida interior, ni mi memoria subjetiva, es la vida de mis padres la que da unidad al libro. Aquí es donde mis fuentes documentales revelan su importancia. Tengo libros, cartas, dedicatorias, fotografías, de mis familias de origen que datan de más de un siglo. Estas imágenes iluminan las percepciones y la escritura misma. Escenas muy antiguas, anécdotas que podrían haber sucedido ayer, la semana pasada. A pesar de sus brutales recortes políticos, la historia de Chile me parece exhibir una sorprendente continuidad sociocultural. Hay un humus histórico común sobre el que crecen las instituciones, las costumbres y el discurso mismo de lo que nos gusta llamar chilenidad. Creo que –más que cortes– el libro da cuenta de esa capa común de territorio, sociedad, conflictos, imaginarios colectivos y lenguaje que llamamos nación chilena. Nuestra literatura es rica en imágenes de esa densa capa común. Lo mismo ocurre con las familias y los individuos.

-Más allá de la publicación o no de un libro, ¿por qué es imprescindible que las personas redescubran la escritura como una forma de escucharse a sí mismas? ¿Qué tan libre te sientes después de publicar estas memorias?

He experimentado todo el proceso de escribir este libro como un apaciguamiento lento y curativo. Leer y escribir curan. Ellos fertilizan. He escrito como quien limpia el parabrisas de su vida y, por momentos, también sus retrovisores. Aunque lo que realmente estoy limpiando es mi propia mirada. Una mirada limpia que perdona y pide perdón, que favorece los reencuentros y las reconciliaciones. Así renacen afectos, acontecimientos luminosos, el nacimiento de mis hijas en primer lugar. Escribir es volver a vivir. Curándonos, la escritura nos da vida, la prolonga, la amplía. Al escribir, el momento más íntimo nos abraza.

  • Para saber más sobre lo que está pasando en el mundo de la ciencia y la cultura, súmate a nuestra comunidad Cultívate, la Newsletter de El Mostrador sobre estos temas. Registrate gratis AQUÍ.

 
For Latest Updates Follow us on Google News
 

PREV Se acerca la 22 Feria de Librerías Antiguas, el tradicional encuentro para comprar libros usados ​​– Diario El Ciudadano y la Región – .
NEXT presentación del libro Tomás Calero, ‘El médico del Betis’