El camión “mágico” que trajo libros a la España olvidada — Agent Provocateur — .

El camión “mágico” que trajo libros a la España olvidada — Agent Provocateur — .
El camión “mágico” que trajo libros a la España olvidada — Agent Provocateur — .

Desde hacía un tiempo, la decadencia del mercado americano, antes imprescindible para la venta de libros españoles, les había hecho pensar en cultivar, en conquistar un mercado interior. Porque la exigua tirada media de las ediciones en español no observa la más remota relación con el número de “lectores” de los censos. Tampoco con la cantidad de librerías repartidas por toda España. Pero sucede, por otra parte, que el librero –salvo las naturales, pero pocas y muy recientes excepciones– es un obstáculo para la difusión del libro. Lo entierra en sus estantes en lugar de ventilarlo de manera llamativa, poniéndolo ante los ojos del transeúnte. Y, sin embargo, cuando se trata de beneficios, son muchos. A veces, quien se lleva la mayor parte, pero, en fin – han dicho estos decididos redactores de la AEE, estableciendo ellos mismos nuevas reglas -, ya que la gente, por el motivo que sea, entra en las librerías menos que los libros. Tenían un buen historial a favor del fructífero resultado que conlleva un sistema tan expansivo: la organización y el éxito de las dos primeras Ferias del Libro en Madrid. Pero dejémoslo en manos del secretario de la flamante Asociación, Rafael Giménez Siles. Espíritu verdaderamente juvenil, hombre de firme entusiasmo y extraordinario ataque, nos dice él mismo, con cálidas palabras que aún revelan el deslumbramiento, las múltiples emociones vividas.

«Los muchachos lo aplaudieron y vitorearon; los ancianos lo saludaron con alegría; La gente, en general, lo llamaba “el camión de los libros” y también “el camión de las palabras”.

“La expectación que ha despertado nuestro stand de camiones en todas las localidades que visitó fue enorme. Y tenga en cuenta que solo visitamos pueblos de cierta importancia, pueblos, algunos de ellos, de veinte mil habitantes y sin librerías (…). El camión se hizo popular por todos los caminos que recorrió. Los muchachos lo aplaudieron y vitorearon; los ancianos lo saludaron con alegría; La gente, en general, lo llamaba “el camión de los libros” y también “el camión de las palabras”. En este primer circuito sorprendió el interés con el que todos miraban y hojeaban los libros. Muchos los compraron, pero a todos se les dio la oportunidad de examinar el volumen que les atraía. Principalmente se han vendido Diccionarios, “Quijotes”, obras de Medicina, Derecho, Agricultura, Veterinaria, Industrias Aplicadas. Luego, libros de ciencias aplicadas, manuales, etc.

 
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