Chuck Berry. La biografía definitiva, reseña del libro de RJ Smith –.

Chuck Berry. La biografía definitiva, reseña del libro de RJ Smith –.
Chuck Berry. La biografía definitiva, reseña del libro de RJ Smith –.

Si estás leyendo esto y te interesa el libro que hoy nos ocupa, no debes ser ajeno a la eterna y absurda discusión sobre quién inventó el rock and roll. Es difícil saberlo. Porque ya no es que estemos hablando del dilema entre Elvis y el señor en cuestión, sino que más profundamente también hay una “batalla” entre Chuck Berry y Little Richard, o entre Sam Phillips y Alan Freed ¿Importa? No mucho en este momento. Al final no importa quién fue primero y es más importante centrarse en su contribución. Por ello, este libro, proclamado como la biografía definitiva de Berry –y bien puede ser cierto, por una ocasión– muestra la esencialidad del personaje. Lo hace sin rehuir determinados aspectos. Ya sabes, Chuck es un tipo al que no le agrada de inmediato. Tímido. Cascarrabias. Malhumorado. Con demasiada inclinación hacia las chicas jóvenes. Voyeur. Lo tiene casi todo, aunque como tantos otros en este arte. Por eso es necesario, una vez más, separar su obra de su personaje. Y como músico de rock and roll, pocos, si no cualquiera, pueden soportar un par de rounds.

El libro escrito por J.R.S. Smith Ni pretende ni consigue ser original. Una biografía escrita en orden cronológico analizando lo que estaba pasando y avanzando. Tampoco necesitó más esfuerzo. Al final es tan interesante lo que cuenta y lo hace con tanta claridad que no hace falta complicarse la vida. Además, algo que no consiguen muchos de este tipo de biografías, es que no se obsesionan con llevarnos lanzamiento a lanzamiento o canción a canción, sino que intentan darnos una visión más global incluso del contexto que rodeó el nacimiento de un estrella como Berry. Imaginemos a un hombre negro que no está dispuesto a casarse con nadie, metafóricamente, balanceándose y rodando por el sur de Estados Unidos en las décadas de 1950 y 1960. Aventuras en abundancia. Y eso, unido al carácter esencial de su música, crea el volumen necesario. Además, evita la hagiografía. No estamos aquí sólo para elogiar. Si tienes que romper, te rompes. Y aunque temas turbulentos como el aprecio de Berry por las adolescentes se abordan con sumo cuidado, uno entra y ya es mucho. Una, dos, tres, cuatro… y quinientas doce páginas.

 
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