Oda a las fotocopias, posts y pdf – .

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En el Día del Libro también celebramos los no libros


Confieso que descubrí a uno de mis escritores favoritos gracias a una fotocopia. Estaba impartiendo un taller de literatura con el periodista y escritor Raúl Tola en el Centro Cultural de la PUCP, y en una de las sesiones nos compartió una fotocopia de una crónica de un escritor chileno desconocido para mí: Pedro Lemebel. Puede que me falle la memoria, han pasado 16 años, pero creo que era una crónica del libro. Ansias locas. Crónicas Sidario. Me fascinó el estilo único del autor, donde convivían la sordidez y la ternura, el humor y la denuncia.

Visité las librerías habituales buscando algún libro suyo, pero no encontré ninguno. Era como si Lemebel fuera un personaje exótico de un país lejano y no un escritor que en ese momento vivía en un país vecino, a menos de cuatro horas de Lima, con varios libros publicados por Planeta. Ese año los blogs vinieron a rescatarme y gracias a sus fans pude leer más de sus crónicas. Tiempo después pude conseguir un par de libros en la hermosa librería Casa Tomada de Conquistadores en San Isidro (QEPD) y en eventuales viajes al vecino país del sur.

Me acordé de esta anécdota porque hoy se celebra internacionalmente el Día del Libro. Cuando pensamos en el propósito de esta celebración, casi seguramente nos viene a la mente una hermosa librería o una pila de libros físicos esperándonos sobre una mesa. En esta era también podemos imaginar los libros digitales a los que accedemos gracias a Kindle, iPad y otras tabletas. Sin embargo, creo que también hay lugar para celebrar aquellos no libros que siempre han estado con nosotros.

En muchos casos, los no libros son fragmentos de libros a los que se accede en otro formato. El ejemplo de las fotocopias es clásico para quienes hasta hace poco iban a la universidad (ahora han sido sustituidas por archivos en formato pdf). Así, una de las pérdidas más duras que he tenido en una mudanza es el material del curso de Literatura Actual con Víctor Vich: un anillo de fotocopias de cuentos y poemas peruanos, seleccionados según los temas de estudio (sujeto masculino, sujeto femenino, queer). tema, etcétera). Este material me permitió descubrir en mi primer año de universidad a escritores peruanos que no conocía, y por supuesto de Víctor poder disfrutar de los textos más allá de su literalidad.

Recuerdo también la poesía que descubrí gracias a una hermosa iniciativa de María Gracia Córdova, cuando estábamos en el Centro Federado de Estudios de Literatura General de la PUCP. Aprovechamos dos árboles del jardín y colgamos un tendedero entre ellos, pero los ganchos no sujetaban ropa, sino papeles bond A4 con poemas. La gente vendría y si encontraban uno que les gustara, se lo llevarían. Allí leí a Varela, Eielson, Di Paolo, Moro, entre otros.

En otros casos, los no libros se presentan en distintos formatos, pero cuya vocación puede ser convertirse en algún momento en libros. Las generaciones más jóvenes pueden mencionar Wattpad, una plataforma en línea de lectura y escritura que es un auténtico boom. Pienso también en iniciativas como El Blog del Cuy, una página WordPress en la que Juan Acevedo nos volvió a regalar el Cuy, el perro Humberto, Videchet y otros personajes entrañables que hacía años que no publicaba. Para dar cabida a la pantalla, aquella vez el formato del cómic no era la clásica tira, sino cuatro viñetas en formato cuadrado. Años más tarde, Juan incluyó estas creaciones de la era digital en sus libros recopilatorios. Pienso también en los cuentos que ahora forman parte del primer libro del escritor peruano Alonso Mesía, y que comenzó como publicaciones en tu cuenta personal de Facebook.

Estaríamos equivocados al proponer una dicotomía entre libros y no libros. Creo que ambos son complementarios y que enriquecen el ecosistema literario. Los no libros pueden facilitar la producción a nuevos escritores o a aquellos que, por diversas razones, no quieren o no pueden pasar por el proceso editorial para compartir su trabajo. Además, facilitan el acceso a los lectores y nos invitan a descubrir y enamorarnos de autores y obras, muchas de las cuales luego buscaremos en formato libro para acompañarnos en casa.

Imagino que los editores deben tener más de un “pero” a este homenaje, pero creo que este ciclo de producción y consumo favorece y fomenta una relación más dinámica con la literatura. Y ayuda a alimentar algo hermoso en lo que todos estamos de acuerdo: el placer de leer.

¡Feliz día del libro (y del no libro) a todos los lectores!


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