“Confío en que Antonio, mi madre y los que se van, se lleven tanto amor como el que dejan”. – .

Cuando Lola se casó con Luis, el vidriero, provocó un efecto mariposa que nos ha traído hasta aquí: Paz Padilla (Cádiz, 1969), una de los siete hijos de Lola y Luis, recoge en ¡Madre! (Harper Collins) la historia de su linaje desde dos generaciones hasta su propia maternidad. Es un libro para reír –la anécdota da para mil monólogos– y para reflexionar, una historia que viaja desde la España en blanco y negro a la del iPhone 15, dejando huellas en el lector. “Este libro es un homenaje a la mujer, a la madre que regenta una casa o un negocio en una época en la que para abrir un libro tenía que ir con un hombre. Tenemos que ver de dónde venimos. Soy quien soy porque mi madre me abrió un camino, aunque mi hija también me ha abierto los ojos: ‘Mamá, ponte las gafas del feminismo’, me dijo. Las mujeres seguimos abriéndonos los ojos”, explica a la vanguardia la popular actriz, comediante y presentadora.

Soy quien soy porque mi madre me abrió un camino, aunque mi hija también me ha abierto los ojos.

Paz PadillaActriz y presentadora

Paz estuvo muy vinculada a Lola, su madre. Ha viajado a Cádiz constantemente para sentirse como en casa.

francisco medina

Dejemos de lado esa imagen desenfadada que la televisión ha dado de Paz Padilla. Ella es mucho más. Lleva años viajando a lugares donde las mujeres son seres humanos de segunda para seguir con los ojos abiertos. En el programa Necesitas un viaje (Mediaset) mostró a su hija cómo vivir lejos de los privilegios del primer mundo. “Viajar es la mejor escuela. En Ghana conocimos a una chica que vendía frutas, pero hubiera querido ser enfermera. Sin embargo, es muy difícil para una mujer estudiar allí. En el Amazonas atravesamos la selva a machete con una mujer que vivía esquivando serpientes. Le pregunté su edad y ella respondió que saber su edad es inútil. Eso le abrió el alma a Anna: ha estudiado una carrera, un máster, es una mujer fuerte e independiente a sus 27 años, pero en ciertos países nunca podría serlo”.

Olvidamos que un día nuestras madres no estarán. Después de su muerte, cogí el teléfono y llamé a mi madre.


Ha criado a su hija Anna, haciéndola sentir libre de apoyarse en ella cuando sea necesario.

francisco medina

Paz dedica este libro a las mujeres que sacrificaron sus sueños por criar a sus hijos y quiere que sea un faro para los despistados: “Olvidamos que un día nuestras madres no estarán. Después de morir, cogía el teléfono y llamaba a mi madre: ella marcaba su número, oía que ‘este número no está operativo’. [se le corta la voz] y yo le respondía ‘mamá, ¿cómo estás?’ y ella le contó mis cosas, como antes. Llegó un día que dejé de llamar porque ella no servía para nada. ¡Lo que daría ahora por esos diez minutos al teléfono todos los días!

Paz no habría sido una comediante tan reconocida sin la escuela que le dio Lola, una madre que movía cosas para hacer creer a sus hijos que había fantasmas en casa o que soltaba cucarachas para reír, asustando a las visitas. Pero también fue una mujer que les hizo entender que si bien la vecina disfrutaba de muchos juguetes para Reyes, ellos tenían la suerte de vivir en un hogar donde nunca faltaban el amor y las risas: “Los niños no necesitan nada: solo comida y cariño. ” ”, dijo Lola con clarividencia. Y su hija sigue su estela: “No sé vivir sin humor. El humor nos salva. En este libro lo uso para hablar de cosas serias porque el humor es lo opuesto a la angustia. Cuando más lo usaba era cuando Antonio, mi marido, se enfermaba, también para que sufriera menos”, suspira Paz.

El humor es lo opuesto a la angustia. Cuando más lo usé fue cuando Antonio, mi marido, enfermó.

En el programa del viernes Paz puso sobre la mesa una denuncia genuina y justa: “La sociedad no entiende que hayas sufrido la pérdida de un marido y ahora quieras seguir viviendo. Parece que tienes que enterrarte con él”. ¿Somos crueles? “Mucho. Recuerdo que cuando murió mi abuela, mi madre apagó la televisión y quitó la radio durante al menos uno o dos años. Seguimos llevando ese duelo en la sociedad, porque el duelo es social. En cambio, el dolor es interno. El duelo es que la sociedad te diga que no puedes volver a ser feliz. Pero la felicidad depende de ti: hay que ser feliz en todas las adversidades. Para mí la felicidad es vivir tranquilamente y si veo las cosas que me pasan como parte de la vida, como un aprendizaje, entonces lo vivo tranquilamente. Porque no hay nada que yo no vaya a vivir y que otro no haya sufrido”.


La actriz Paz Padilla y Antonio Vidal durante unas vacaciones en Cádiz. 22/07/2017

GTRES

Paz Padilla ha amado a tres niveles: a sus padres, a su pareja -especialmente a Antonio, que murió de cáncer hace cuatro años- y a su hija, Anna. No cree que haya una diferencia sustancial entre estas tres formas de amar: “Yo creo que el amor es amor, pero nos obligamos a ponernos etiquetas y una balanza. Cuando te abrazo y te digo que te amo, siento lo mismo si se lo doy a mi madre pero tú, en tu cabeza, tienes que clasificarlo. Sé que soy una máquina de generar amor y se lo doy a todos; Es el tesoro más grande que tengo y confío en que Antonio, mi madre y todos los que se van, se lleven tanto amor como dejan: dejan en ti una parte de ellos y al mismo tiempo se llevan una parte. de ti con ellos”.

 
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