¿Y qué vas a hacer con los libros? – .

¿Y qué vas a hacer con los libros? – .
¿Y qué vas a hacer con los libros? – .

El izamiento de la bandera escolar en nuestro tiempo siempre estuvo dedicado al Día del Idioma en abril. Se recordó a Cervantes, incluso a Shakespeare, y se aprovechó la oportunidad para representar a algunos de los genios creativos de la literatura latinoamericana. De vez en cuando, uno de nosotros recitaba, otros representaban una obra de teatro, algunos se daban cuenta de la importancia de la lectura. ¿Se le seguirá dando tanta importancia a este día en los colegios? Ni idea, dímelo tú.

Para quienes trabajamos con la palabra todo el tiempo, periodistas, escritores, docentes, no podemos darnos el lujo de bajar la guardia en estos temas y es clave darles la debida importancia. Sólo así pensaremos en mejorar y darnos cuenta de nuestros errores para poder superarlos.

Para mí no hay mejor maestro que un buen libro. De ahí que acumule diccionarios, gramáticas, textos que enseñan la buena escritura, memorias de escritores sobre su trabajo, guías metodológicas sobre cómo mejorar la escritura y la expresión oral, entre otros muchos brebajes textuales. Hace poco decidí empezar a contar cuántos libros tengo sobre estos temas y son más de cien. Y son los que menos hay en mi biblioteca. Poco a poco he ido armando una biblioteca en la que hay espacio para los grandes clásicos, donde destacan en buena cantidad los libros periodísticos, tanto técnicos como antologías, donde la literatura ocupa el espacio más privilegiado y donde se unen historia y filosofía. tuyo. Ah, y ni hablar de la poesía, que tiene su lugar de honor. También, lo confieso, algunos de esos libros de autoayuda o administrativos de los que creo que puedo beber en algún momento.

Mi biblioteca es casi tan grande como la que tenían mis padres en la República Independiente de Pensilvania y que han ido desmantelando poco a poco. Algunos libros salieron por termitas, otros por una fuga que los arruinó, algunos más para una biblioteca y uno que otro apenas cayó en mis manos, pero los atesoro porque preservan nuestra conexión vital y amorosa por las letras.

Sin embargo, cada vez más personas, que me conocen y saben el lugar de mis libros, me preguntan: ¿qué vas a hacer con los libros? Porque saben que para un acumulador, un bibliófilo que ama el texto también como objeto, que es incapaz de desprenderse de sus títulos, llegará un momento en que las cosas se volverán ingobernables.

Mis libros me hacen feliz, eso todo el mundo lo sabe, porque la felicidad está en la memoria y siempre recuerdo que en una novela o en un texto de periodismo, o en el título de un ensayo hay un tema al que puedes acudir y retomar. contexto. Que en una novela o en un libro de cuentos se dé un caso parecido a esta noticia que hoy recorre los medios.

Deshacerme de los libros requiere un tratamiento profundo de mi psique, seguramente con la ayuda de medicación, porque si bien crece el número de textos acumulados no leídos, también crece el número de leídos y acudo a ellos de vez en cuando para revisar los subrayados, para ver las anotaciones. al margen, a ver si escribí algún dato que no pueda olvidar al final, porque pienso escribir más tarde –siempre más tarde– algo más largo de lo que ya escribí. De todos modos. La biblioteca es mi lugar feliz, así que buen día a todos este 23 de abril y celebremos leyendo para que #HablemosDeLibros.

Subrayada

Un éxito que Feria del Libro de Bogotá ha traído a ese magistral investigador y maravilloso escritor de libros y cartas Irene Vallejo para la inauguración. Estos días estaba leyendo su libro. Alguien habló de nosotros. Es un texto de columnas cortas sobre diversos temas que van a los orígenes de los mitos y las palabras. Acaba de ser reeditado. Si disfrutaste y te sentiste realizado leyendo Infinito en una cañaseguro que también disfrutarás de estas piezas de profunda sencillez, como en el artículo Good Ink (p.92):

“La lectura nos ayuda a hablar (…). A través de los libros entendemos nuestros propios motivos y los de los demás y estamos en mejores condiciones para descifrar el mundo. La lectura nos vuelve curiosos, pero no crédulos: los libros también nos liberan de este peligro”.

 
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