Hablemos de libros: Las recomendaciones de Mazzucato – .

Hablemos de libros: Las recomendaciones de Mazzucato – .
Hablemos de libros: Las recomendaciones de Mazzucato – .

Vino a Colombia, habló con los banqueros y también con el presidente, Gustavo Petro, quien se declara su fiel seguidor. Sin embargo, después de leer un par de libros de Mariana Mazzucato, uno da la impresión de que el presidente, si leyó esos textos, lo hizo con el mismo estándar con el que aborda todas sus decisiones: la ideología.

De esta forma, la presidenta parece quedarse sola con la parte en la que la autora y escritora italiana da argumentos para nacionalizar y desconfiar de lo privado, pero no tiene en cuenta cuando ella misma valora las relaciones público-privadas para hacer mejores a los países. lugares. .

El Estado emprendedor de Mazzucato es uno de sus libros más influyentes, en el que pretende demostrar que el mundo efectivamente requiere de capital público capaz de influir en la toma de decisiones en los mercados, que la mano invisible de la que hablaba Adam Smith es más evidente y es reconoció que ya no se puede ocultar.

Para ello pone ejemplos clave como los de Silicon Valley, la propia Apple, internet y hoy las nuevas energías, así como la nanotecnología, entre otros. Se trata de desarrollos tecnológicos que, si no hubieran contado con el riesgo público inicial asumido para el desarrollo, no habrían alcanzado el éxito final.

De ahí el subtítulo de este trabajo: El público versus la oposición. Lo privado y sus mitos. Sugiere que el Estado sea el primer gran inversor en innovación, y luego llega el sector privado y aprovecha ese primer esfuerzo para multiplicar su capital. De ahí también su crítica de que muchas empresas pretenden seguir siendo apoyadas con beneficios fiscales y otras exenciones y no devuelven lo justo para que el Estado que les dio el primer impulso pueda dárselo a otras empresas en el futuro.

Hay muchas demostraciones de que los asuntos públicos bien gestionados aportan beneficios para todos. Recuerdo cómo la venta de las acciones de Manizales en la telefónica de su momento permitió crear valor agregado a la ciudad con un Infimanizales bien pensado, que con el tiempo se fue diluyendo porque fue atacado en su vocación. Los malos administradores destruyeron la gallina de los huevos de oro. Otro buen ejemplo regional es la Industria Licorera de Caldas, cuando la manejan bien, pero cuando la manejan mal ya sabemos lo que pasa. Y esto es lo que olvida el autor, que al final todo depende de las personas, no del modelo, como también lo han olvidado quienes creen que lo privado es bueno per se. No, se trata de tener gente pensando en el bien público, en crear mejores condiciones para todos, y eso no lo ofrecen los capitalistas salvajes ni los corruptos que quieren apropiarse de los recursos públicos, sin importar ideología.

Otro libro publicado más recientemente en Colombia, del mismo escritor en coautoría con Rosie Collington, es El gran engaño, que tiene mucho que ver con algo que también me genera dudas, el mundo de la consultoría. Como ocurre con la inversión pública y privada, no todas las consultoras pueden ser condenadas, pero sí es cierto que muchas generan dependencia de las empresas en las que ofrecen sus servicios para mantener atados sus contratos. Hay otros que aprovechan información privilegiada para luego ofrecer servicios en los que, si tuvieran algo de ética, los evitarían por conflicto de intereses. Lo que suele pasar con las consultoras en general es que no asumen responsabilidad cuando todo sale mal.

Este libro pregunta desde la portada “cómo la industria de la consultoría debilita a las empresas, infantiliza a los gobiernos y pervierte la economía”. Lo explica de tal manera que demuestra cómo países que antes eran fuertes en algunos temas han ido cediendo responsabilidades a los consultores, en muchos casos, para las que no estaban preparados.

Habla por el nombre de las siete empresas: McKinsey, Boston Consulting Group, Bain/Company, Pricewaterhouse Coopers, Deloitte, KPMG y Ernst/Young, empresas que se han diversificado para conseguir contratos en cada oportunidad que ven, con el agravante de que esto hace que el conocimiento acumulado de los empleados públicos acabe perdiendo valor. “Es mucho más difícil aprender de los fracasos cuando son culpa de terceros”, dice el texto y yo, convencido como estoy de que el error es una forma de aprendizaje, lo compro íntegramente.

Esto también debería ser leído con atención por el actual gobierno nacional, que ha acorralado en varios ministerios y departamentos administrativos a expertos de toda la vida, aquellos que realmente saben dónde ponen sus huevos las garzas, y lo hacen por el simple picor de la desconfianza. Ah, porque la desconfianza es el peor de todos los elementos para aplicar políticas públicas. Luego prefieren llamar a un consultor externo, que desconoce nuestra idiosincrasia, para profundizar en ideas que muchas veces quedan apenas almacenadas en las bibliotecas de las entidades, en el mejor de los casos.

Lo más destacado de El gran engaño

* Nadie se convierte en consultor con la idea de engañar deliberadamente a sus clientes para que den dinero a su empleador.

* El aprendizaje implica modificar, reorientar o reestructurar los conocimientos y recursos existentes para afrontar nuevos retos.

* Las investigaciones han demostrado que los recortes de personal pueden dañar gravemente la capacidad de aprendizaje en las organizaciones.

* Los consultores no se caracterizan por organizar iniciativas colectivas que contradigan a la alta dirección de la empresa.

* Los gobiernos tienen que remar para poder dirigir el barco mientras navega por aguas inevitablemente tormentosas.

 
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