Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), los desplazados por la violencia también abandonaron zonas aledañas a esa ciudad, capital del estado norteño.
Las hostilidades podrían desencadenar una masacre en el último bastión de las Fuerzas Sudanesas que ahora sigue bajo el asedio de sus rivales, las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF).
La ciudad es la única zona que queda en Darfur que no está enteramente controlada por las RSF.
Además, es un refugio para cientos de miles de desplazados internos, incluidos supervivientes de ataques anteriores de RSF que buscaron refugio en la zona.
Este martes, la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) expresó su profunda preocupación por el bienestar y la seguridad de los civiles atrapados en los intensos enfrentamientos reportados en la zona.
Por su parte, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) alertó sobre los riesgos que provocan los enfrentamientos armados por el control del embalse de agua de Golo, situado justo al oeste de la ciudad.
Las hostilidades podrían cortar el suministro de agua potable y adecuada a unas 270.000 personas en El Fasher y sus alrededores, advirtió Unicef.
La agencia pidió a todas las partes que cumplan con sus obligaciones en virtud del derecho internacional humanitario y pongan fin a todos los ataques contra o cerca de infraestructuras civiles críticas, incluidos sistemas e instalaciones de agua, hospitales, centros de salud y escuelas.
Junto con estos riesgos, la respuesta de las Naciones Unidas se ve limitada por la falta de fondos.
De los 2.700 millones de dólares necesarios, la organización sólo recibió el 16 por ciento, lo que equivale a 430 millones de dólares.
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