Frío, guitarras, cartas y pasta en la primera noche de la acampada por Palestina en la Complutense de Madrid

La oscuridad cae al ritmo de la guitarra y las castañuelas en el campamento de estudiantes pro palestinos instalado en la Ciudad Universitaria. Un grupo de 20 estudiantes de la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) ambientaron la primera noche de acampada con clásicos de la Transición, bulerías y rock. Sin más luz que la de una vela que se derrite sobre la hierba, los niños afrontarán una noche que amenaza con ser larga con buen humor. Sobre el mantel que adorna la escena se pueden ver los restos de una bola de masa de atún, un vaso, un poemario de Baudelaire y una copia de La sociedad del espectáculo. Este grupo ocupa un rincón, el más animado, del rectángulo en el que unas 80 tiendas de campaña, con más de 200 estudiantes, pasaron la noche este martes en apoyo al pueblo palestino, como ha ocurrido en los campus de Estados Unidos, Francia o otras ciudades. Ciudades españolas como Valencia, Barcelona o Pamplona.

Los madrileños quieren alargar la acampada al menos hasta el sábado, ante la amenaza del Gobierno regional, que ha convocado a los rectores para pedir “que la política se quede fuera de las aulas”. Por su parte, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, ha criticado a los acampados: “Como tienen tanta sensibilidad por las causas humanitarias, me gustaría que al menos se expresaran con la misma firmeza de condena a Hamás, como lo hacen estamos haciendo en condena a Israel, que es un Estado que ejerció su derecho a la autodefensa”. Quien ha mostrado su apoyo ha sido la ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant, quien ha mostrado su “orgullo” por los estudiantes que se manifiestan en las universidades españolas a favor de la población palestina.

El campamento ocupa el margen izquierdo de la entrada al edificio de estudiantes de la UCM, a pocos metros de la salida del metro. A lo largo del día, bajo un álamo que no deja de llorar pelusas, una mesa plegable, cinco sillas y tres voluntarios configuran un stand de información al que acuden personas desorientadas y donantes. Los voluntarios explican qué zonas están habilitadas para tiendas de campaña, los protocolos de seguridad o la programación.

“Lo que más nos preguntan es qué donar”, explica uno de los jóvenes de la Complutense. Un hombre sonriente de 50 años se acerca al final de la tarde y deja caer un puñado de monedas en un vaso de plástico. “Es todo lo que tengo hoy, mañana asalto el banco y vuelvo”, bromea. Los niños responden con una sonrisa y devuelven otro chiste. El lugar también sirve como punto violeta para prevenir la violencia de género.

Tres mujeres envueltas en banderas de Palestina en el campamento de estudiantes de Ciudad Universitaria.JUAN BARBOSA

Las facultades más cercanas al campamento, Odontología y Medicina, permanecen abiertas hasta las 21.00 horas. Después, la vejiga despierta el sufrimiento de unos o el ingenio de otros. Para la cena, los organizadores ofrecen un plato de pasta con carne, lo que arranca un estruendoso aplauso del cocinero, también voluntario, cuando horas más tarde aparece con una bolsa llena de mantas, dispuesto a pasar la noche.

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Uno de los interlocutores de los estudiantes es un joven de 22 años, activista del Asamblea de estudiantes URJ Combativa por la Universidad Rey Juan Carlos y estudiante de Filosofía en Fuenlabrada. Dice que el autoproclamado Bloque Interuniversitario por Palestina, organizador del campamento, empezó a afianzarse en las primeras manifestaciones contra la guerra en la Franja convocadas en Madrid. Los dirigentes prefieren no identificarse ante los medios por miedo a represalias.

El portavoz describe al grupo como un movimiento horizontal, aunque con “un grupo impulsor”, encargado de preservar la dirección ideológica del campo y comunicarse con la prensa. Tienen línea directa con la dirección de la Universidad, que ha delimitado sus líneas rojas a cuestiones básicas de convivencia como evitar hogueras y el consumo de alcohol y drogas. También deberán utilizar los baños del estacionamiento y no pintar, aunque podrán portar pancartas. A cambio de ello, los estudiantes esperan que no haya intentos de desalojo. El portavoz matiza que “este campamento no pretende ser un lugar de ocio, sino una respuesta activa a un problema grave como es el genocidio palestino”.

En cuanto a la financiación, explica que los fondos provienen “de los fondos de resistencia que tienen las distintas organizaciones”, unidos en un fondo común. También se han abierto espacios de donación, como la jarra del punto de información, para que los ciudadanos puedan aportar dinero en efectivo, enseres o material de acampada.

Un estudiante toca la guitarra durante la primera noche de acampada en la Universidad Complutense de Madrid.JUAN BARBOSA

El campamento coincide con la semana previa a los exámenes finales, por lo que se ha delimitado una zona de estudio alejada de las tiendas. Celia del Barrio, portavoz de la Unión de Estudiantes de Madrid, ha confesado que “hay mucha presión” para montar el campamento en vísperas de las pruebas, ya que muchos estudiantes dependen de las buenas notas para mantener una beca.

La preocupación de los estudiantes no ha pasado desapercibida para un grupo de docentes que quisieron apoyar la acampada. Ángeles Diez, profesora de Ciencia Política y Sociología, detalla: “Queríamos ver cuáles eran las necesidades de los niños del campamento y una era no faltar al curso. Entonces nos organizamos: estamos haciendo un Excel donde escribimos la materia que impartimos, para formar grupos de tutoría para los exámenes”. Empiezan este miércoles y no sólo con eso. “Nos han pedido ayuda para hacer unos talleres sobre cómo organizar ruedas de prensa y para conocer más sobre lo que está pasando en Palestina y preparar los argumentos”, añade Diez.

Los profesores de Filología, Árabe y Ciencias Políticas ya están preparando algunas charlas, mientras que los profesores de Periodismo formarán a los portavoces en oratoria. Los profesores que acudieron este martes al campamento se despidieron de sus alumnos a altas horas de la noche con la promesa de montar la carpa al día siguiente.

Dos estudiantes complutenses buscan un espacio libre para su tienda de campaña en el asentamiento de estudiantes pro palestinos de Madrid.JUAN BARBOSA

La asamblea es uno de los momentos más participativos del día. En este encuentro diario, alumnos y profesores proponen acciones complementarias, hacen sugerencias o aclaran dudas. Este martes, un portavoz de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) sugiere formar un grupo de investigación sobre los vínculos de las instituciones educativas con las empresas que financian la guerra de Israel en España. Otro estudiante propone redactar un manifiesto y un protocolo en caso de allanamiento. Y un estudiante de Havard se ofrece a abrir un canal de comunicación entre el campamento de Madrid y los de campus americanos como Columbia y Cambridge.

Todo se somete a una votación que consiste en un aplauso en señal de aprobación o una X, representada por un cruce de antebrazos, en caso contrario. En este ágora se ha propuesto y aprobado un calendario de intervenciones en el exterior del campamento con piquetes informativos, el primero convocado para este miércoles a las 8.30 horas a la salida de la estación de Ciudad Universitaria o talleres como el impartido este miércoles por la organización medioambiental Rebelión de Extinción colectiva. sobre la desobediencia civil y la resistencia pacífica.

El despertar estudiantil

Una de las 60 tiendas de campaña que se montaron la primera noche de la acampada universitaria por Palestina en Madrid.
Una de las 60 tiendas de campaña que se montaron la primera noche de la acampada universitaria por Palestina en Madrid.JUAN BARBOSA

Alrededor de la medianoche, cuando las tiendas emergen del suelo como jorobas grises en el horizonte negro, la mayoría de los estudiantes se dividen en cuatro grupos, mientras el resto se queda en la tienda viendo una película o jugando a las cartas. Un joven toca la guitarra. La Iglesia y una niña improvisa un solo de flauta.

Con la llegada del amanecer, los estudiantes se refugian poco a poco en las tiendas de campaña. Y, con los primeros rayos de sol, antes de las 7:00, el campamento empieza a salir de su letargo. Demacrados y legañosos, los estudiantes emergen como si acabaran de dar a luz de las tiendas, envueltos en mantas que arrastran como entes. Este miércoles se realizará la conferencia de las 11:00 y la asamblea de las 17:00.

Aroa, estudiante de Economía en el Carlos III, es uno de los primeros en levantarse. Debe desplazarse una hora en transporte público hasta Getafe para presentar una obra. Luego regresará al campamento para estudiar todo el día. Lo más difícil de la primera noche para ella y para la mayoría de los jóvenes fue el viento y el frío. “No tenía colchoneta, así que puse una manta debajo y otra encima, pero claro, dormir en el suelo es complicado”, dice, mientras toma café con leche de un termo que acompañó con galletas. . “Pensé ‘si lo estoy pasando mal durmiendo en una tienda de campaña, imagínate a la gente a la que le han volado la casa’ [en Palestina] y me dijo: ‘Bueno, no estoy tan mal’.

Los primeros portavoces que despertaron salieron con los ojos vidriosos a hablar con la prensa. El frío y el baño han sido las mayores necesidades de la primera noche en Ciudad Universitaria, por lo que pedirán a la universidad que habilite los sanitarios del aparcamiento las 24 horas.

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