La lista de “violaciones graves” a la dignidad humana – .

La lista de “violaciones graves” a la dignidad humana – .
La lista de “violaciones graves” a la dignidad humana – .

El documento del Dicasterio para la Doctrina de la Fe: ‘Dignitas infinita’, ha tardado cinco años en completarse e incluye la enseñanza papal de la última década: de la guerra a la pobreza, de la violencia contra los inmigrantes a la violencia contra las mujeres, del aborto a la gestación subrogada y eutanasia, de la teoría de género a la violencia digital.

Andrea Tornielli

Tres capítulos ofrecen los fundamentos de las declaraciones contenidas en el cuarto, dedicado a “algunas violaciones graves de la dignidad humana”: se trata de la declaración “infinito digno” del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, documento que conmemora el 75 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y reafirma “la esencialidad del concepto de dignidad de la persona humana dentro de la antropología cristiana” (Introd.) La principal novedad Del documento, resultado de cinco años de trabajo, es la inclusión de una serie de temas clave de la reciente enseñanza pontificia que flanquean a los bioeticistas. En la lista “no exhaustiva” ofrecida, entre las violaciones a la dignidad de los derechos humanos, junto al aborto, la eutanasia y la maternidad subrogada, aparecen la guerra, el drama de la pobreza y los emigrantes, y la trata de seres humanos. El nuevo texto contribuye así a superar la dicotomía que existe entre quienes se centran exclusivamente en la defensa de la vida naciente o moribunda, olvidando tantos otros ataques contra la dignidad humana y, por el contrario, quienes se centran únicamente en la defensa de los pobres y de los inmigrantes. olvidándose que la vida debe ser defendida desde la concepción hasta su fin natural.

Principios fundamentales

Las tres primeras partes de la Declaración recuerdan los principios fundamentales. “La Iglesia, a la luz de la Revelación, reafirma y confirma absolutamente” la “dignidad ontológica de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios y redimida en Cristo Jesús” (1). Una “dignidad inalienable” que corresponde a “la naturaleza humana más allá de cualquier cambio cultural” (6) y es “un don recibido”, por lo que está presente “por ejemplo, en un niño no nacido, en una persona inconsciente, en un anciano en agonía» (9). “La Iglesia proclama la igual dignidad de todos los seres humanos, independientemente de su condición de vida o de sus cualidades” (17) y lo hace basándose en la revelación bíblica: mujeres y hombres han sido creados a imagen de Dios; Cristo, al encarnarse, “confirmó la dignidad del cuerpo y del alma” (19), y al resucitar nos reveló que “el aspecto más sublime de la dignidad del hombre consiste en su vocación a la comunión con Dios” (20).

Dignidad de cada persona

El documento destaca el malentendido que representa la posición de quienes prefieren la “dignidad personal” a la expresión “dignidad humana”, “porque entienden por persona sólo “un ser capaz de razonar””. En consecuencia, afirman, “el feto no tendría dignidad personal, ni los ancianos incapacitados, ni los discapacitados mentales. La Iglesia, por el contrario, insiste en que la dignidad de toda persona humana, precisamente porque es intrínseca, permanece más allá de todas las circunstancias” (24). Además, afirma que “se abusa del concepto de dignidad humana para justificar una multiplicación arbitraria de nuevos derechos… como si hubiera que garantizar la capacidad de expresar y realizar cada preferencia individual o deseo subjetivo” (25).

La lista de violaciones

La declaración presenta luego la lista de “algunas violaciones graves de la dignidad humana”, es decir, “cualquier cosa que amenace la vida: homicidios de cualquier tipo, genocidio, aborto, eutanasia y el propio suicidio deliberado”; pero también “cualquier cosa que atente contra la integridad de la persona humana, como, por ejemplo, las mutilaciones, las torturas morales o físicas, los intentos sistemáticos de dominar la mente de los demás”. Y, finalmente, “cuánto ofende la dignidad humana, como las condiciones de vida infrahumanas, las detenciones arbitrarias, las deportaciones, la esclavitud, la prostitución, la trata de mujeres y niñas blancas; o condiciones de trabajo degradantes, que reducen al operador al rango de mero instrumento de lucro, sin respeto a la libertad y responsabilidad de la persona humana. También se cita la pena de muerte, que “viola la dignidad inalienable de toda persona humana más allá de cualquier circunstancia” (34).

Pobreza, guerra y trata de personas

En primer lugar, está el “drama de la pobreza”, “una de las mayores injusticias del mundo contemporáneo” (36). Luego está la guerra, “otra tragedia que niega la dignidad humana” y “es siempre una ‘derrota de la humanidad’” (38), hasta el punto de que “hoy resulta muy difícil sostener los criterios racionales madurados en otros siglos para hablar de una posible “guerra justa”» (39). Continúa con “el trabajo de los emigrantes”, cuyas “vidas corren peligro porque no tienen medios para formar una familia, trabajar o alimentarse” (40). El documento se detiene luego en la “trata de seres humanos”, que adquiere “dimensiones trágicas” y se define como “una actividad innoble, una vergüenza para nuestras sociedades que se consideran civilizadas”, invitando a “explotadores y clientes” a hacer un examen serio. de conciencia (41). Asimismo, llama a luchar contra fenómenos como “el comercio de órganos y tejidos humanos, la explotación sexual de niños y niñas, el trabajo esclavo, incluida la prostitución, el tráfico de drogas y armas, el terrorismo y el crimen organizado internacional” (42). También menciona los “abusos sexuales”, que dejan “profundas cicatrices en el corazón de quienes los sufren”: son “sufrimientos que pueden durar toda la vida y que ningún arrepentimiento puede remediar” (43). Continúa con la discriminación contra las mujeres y la violencia contra ellas, citando entre estas últimas “la coerción al aborto, que afecta tanto a la madre como al niño, muchas veces para satisfacer el egoísmo de los hombres” y “la práctica de la poligamia” (45). Se condena el “feminicidio” (46).

Aborto y gestación subrogada

Claro en su condena del aborto: “entre todos los crímenes que el hombre puede cometer contra la vida, el aborto provocado presenta características que lo hacen particularmente grave e ignominioso” y se recuerda que la “defensa de la vida naciente está íntimamente ligada a la defensa de cualquier derecho humano”. derecha» (47). También es contundente el rechazo a la gestación subrogada, “a través de la cual el niño, inmensamente digno, se convierte en un mero objeto”, una práctica “que ofende gravemente la dignidad de la mujer y del niño… fundada en la explotación de una situación de necesidad material para el madre. Un niño es siempre un regalo y nunca objeto de un contrato” (48). La lista menciona luego la eutanasia y el suicidio asistido, definidos confusamente por algunas leyes como “muerte digna”, recordando que “el sufrimiento no hace perder al paciente esa dignidad que es intrínseca e inalienable” (51). Luego habla de la importancia de los cuidados paliativos y de evitar “cualquier obstinación terapéutica o intervención desproporcionada”, reafirmando que “la vida es un derecho, no la muerte, que debe ser abrazado, no administrado” (52). Entre las graves violaciones a la dignidad humana también se incluye el “descarte” de personas con capacidades diferentes (53).

Teoría de género

Tras reafirmar que es necesario evitar “toda forma de discriminación injusta y, sobre todo, toda forma de agresión y violencia” contra las personas homosexuales, denunciando “como contrario a la dignidad humana” el hecho de que en algunos lugares se encarcele, tortura e incluso priva a las personas del bien de la vida “únicamente por su orientación sexual” (55), el documento critica la teoría de género, “extremadamente peligrosa porque borra las diferencias en su pretensión de hacer a todos iguales” (56). La Iglesia recuerda que “la vida humana, en todos sus componentes, físicos y espirituales, es un don de Dios, que debe ser recibido con gratitud y puesto al servicio del bien. Querer tenerse a uno mismo, como prescribe la teoría de género[…] No significa otra cosa que ceder a la vieja tentación del ser humano de convertirse en Dios” (57).

La teoría de género “pretende negar la mayor diferencia posible entre los seres vivos: la diferencia sexual” (58). Por tanto, “cualquier intento de ocultar la referencia a la evidente diferencia sexual entre hombres y mujeres debe ser rechazado” (59). También es negativo el juicio sobre el cambio de sexo, que “por regla general, corre el riesgo de atentar contra la dignidad única que la persona ha recibido desde el momento de la concepción”, si bien “esto no quita que se descarte la posibilidad de que “una persona afectada por anomalías genitales, que ya son evidentes al nacer o que se desarrollan posteriormente, pueden optar por recibir asistencia médica con el objetivo de resolver dichas anomalías” (60).

Violencia digital

La lista se completa con “violencia digital”, citando “Nuevas formas de violencia difundidas por el medios de comunicación social, por ejemplo el ciberacoso” y la “difusión de pornografía y explotación de personas con fines sexuales o mediante juegos de azar” en la web (61). El comunicado concluye instando “respeto a la dignidad de la persona humana, más allá de todas las circunstanciasse sitúa en el centro del compromiso con el bien común y de todos los ordenamientos jurídicos” (64).

 
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