Pedro Infante | El primer sol de México: Pedro Infante, el ídolo inmortal | mariachi Perla de Occidente | Corazón de amor | lulu beltran

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Pedro Infante | El primer sol de México: Pedro Infante, el ídolo inmortal | mariachi Perla de Occidente | Corazón de amor | lulu beltran

La otra tarde le pregunté a mi abuela si conocía al borracho bigotudo de la foto. Ella reaccionó muy ofendida. «¡Mocoso atrevido! Más respeto con pedro infante“¡El ídolo de Guamúchil!” me gritó. Minutos después, más tranquila, pasó a contarme que lo vio, en vivo y en directo, en uno de los varios conciertos que el cantante y actor mexicano ofreció durante su única visita a Lima, en enero de 1957. Se refería a la presentación. eso se desarrolló en el teatro La Cabaña (“era el antiguo auditorio de Radio Victoria y estaba lleno, de barco en barco”, me dijo). Le pregunté si estaba acompañada de mi abuelo u otro novio, pero en lugar de responder se limitó a cantar, con enigmática coquetería, la letra de Amorcito Corazón.

La imagen que aquí vemos corresponde a la mañana del miércoles 9 de enero de ese año. Un día antes, en un avión de Panagra procedente de Ecuador, el artista -con sombrero mexicano y camisa de manga corta para lucir sus bíceps- aterrizó en el aeropuerto de Córpac junto a los diez integrantes de su compañía de mariachi Perla de Occidente. Esa misma noche actuaron en el Ayuntamiento, un famoso cine-teatro que se encontraba en la cuadra seis de la Avenida Venezuela, un edificio Art Deco hoy convertido en una concurrida iglesia evangélica.

LIMA, 10 DE ENERO DE 1957 EL ACTOR Y CANTANTE MEXICANO PEDRO INFANTE VISITA LIMA. FOTO: EL COMERCIO

Horas antes del concierto, Infante sostuvo un encuentro con periodistas en el hotel Bolívar, donde se alojaba. Allí le tomaron esta foto, en la que parece haberse bebido ya toda la botella de Pilsen que lleva en la mano derecha, al igual que los dos cronistas de ojos vidriosos que lo flanquean. “No era bebedor, era abstemio y tampoco fumaba, ¡por eso se mantuvo tan guapo!” dijo mi abuela, evocando la imagen del cantante en el escenario de La Cabaña, vestido de charro, con pistolas al cinturón, tarareando. Ay Chabela. Era cierto: Infante sólo bebía si sus papeles cinematográficos lo requerían; su único vicio conocido era el ejercicio. La botella de la foto era sólo un montaje. El fotoperiodista de El Comercio constató que estaba vacío.

La felicidad que irradia la imagen puede resultar un poco impactante si pensamos que apenas tres meses después, el 15 de abril, el artista falleció pilotando un avión en Yucatán. Había sobrevivido a dos percances anteriores -por eso lo apodaron El Inmortal-, uno de los cuales obligó a los médicos a colocarle una placa de metal en el cráneo y un injerto de cabello. El tercero fue el fatídico. Tenía sólo 39 años.

En aquel enero del 57, antes de salir del Perú, Pedro Infante escribió una carta (publicada por el diario Última Hora) donde les decía a sus seguidores que próximamente filmaría una película con Marlon Brando y otra con la actriz francesa Martine Carol. No pudo completar ninguno de los proyectos. Lo último que hizo durante su estadía en Lima fue dejar que Dandy, un mago local vestido de blanco, le leyera la palma. El tipo le mostró una cruz en la mano derecha y predijo un “accidente grave”.

“Justo el año que murió Tizoc, lo sacaron en el cine”, me dijo mi abuela, en alusión a una de las películas más famosas del mexicano, donde dicen que besa apasionadamente a María Félix. ¿Y con quién fuiste a verlo? Le pregunté. Su única respuesta fue cantarme Estas son las Mañanitas.

 
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