Los cien años de Marlon Brando: ¿Cómo se coló el actor en el discurso coloquial peruano? | El Padrino | Un tranvía llamado deseo | Julio César | Literatura | Argot peruano | Cine | Actuación

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Los cien años de Marlon Brando: ¿Cómo se coló el actor en el discurso coloquial peruano? | El Padrino | Un tranvía llamado deseo | Julio César | Literatura | Argot peruano | Cine | Actuación

En la Lima de los años 50, el periodista Guido Monteverde popularizó el término “marlonbrandeado”, para referirse a personajes de la sociedad capitalina con aire ‘playboy’. El gracioso neologismo no es exagerado: por aquel entonces, la protagonista de “Rat’s Nest” era considerada un misterioso e indescifrable ‘sex symbol’. “Marlon Brando “Es una Greta Garbo con pantalones”, dijo el productor Samuel Goldwin, refiriéndose a su enigmático personaje. Y Brando, como Garbo, no tenía un solo rostro ni un solo carácter: eran ídolos tan volubles como el clima.

Como señala el crítico Ricardo Bedoya, el mito Brando, mezcla de narcisismo y rechazo al sistema, aparece en su debut cinematográfico con “Los hombres” (1950) de Fred Zinnemann, pero especialmente en “Un tranvía llamado deseo” (1951). ), de Elia Kazán. Una película, afirma Bedoya, que le convierte en un modelo actoral para sus compañeros, y que también revela su imagen de galán provocativo.

¿Dónde reside la fuerza del actor? Para entenderlo, Bedoya revisa modelos anteriores de actuación en el cine. En el cine mudo la actuación se basaba en códigos gestuales propios del teatro del siglo XIX. Con la llegada del sonido, el modelo actoral cambia y se impone la sobriedad absoluta, con estrellas como Henry Fonda, John Wayne o Robert Mitchum como ejemplos de presencia escénica. “Para ellos era suficiente estar delante de la cámara y no tropezarse con los muebles”, afirma el crítico.

Hasta que Brando aparece para cambiarlo todo: en tiempos de neurosis y existencialismo de posguerra, el actor nacido el 3 de abril de 1924 en Omaha, Nebraska, restablece los artificios del cine mudo, pero dándoles otro significado. “Lo suyo es el artificio del naturalismo cotidiano, aportando tanto la palabra como el lenguaje corporal a su registro actoral. Así, en ‘Un tranvía llamado deseo’, ‘Nido de ratas’ o ‘Viva Zapata’, tres películas clave de su primera etapa, se ve cómo ambos lenguajes pueden estar en contradicción”, explica Bedoya.

Como señala el crítico, hay un aspecto de “Cristo” presente en las películas de Brando. Sus personajes participan en peleas y reciben palizas que permiten al actor desarrollar su lado sufriente y angustiado. “Brando puede ser golpeado y humillado pero, después del sacrificio, siempre se recupera. Incluso si muere, sigue siendo una figura mítica”, señala.

“Brando llegó para cambiarlo todo: en tiempos de neurosis y existencialismo de posguerra, el actor restablece los artificios del cine mudo, pero dándoles otro significado”.

Para las generaciones más jóvenes, el mito de Brando está vinculado a la aclamada “El Padrino” (1972), película dirigida por Francis Ford Coppola. Bedoya lamenta que, debido al rechazo del cine en blanco y negro por parte de los espectadores más jóvenes, el Brando más seductor y explosivo quede en el olvido. En cualquier caso, la crítica propone otro papel para el fascinante Brando de los años setenta: el coronel Kurtz de “Apocalypse Now”. “Para mí, Brando es la silueta retroiluminada de este personaje esquivo, que representa la maldad pura, aislado como un Buda en una cultura que no es la suya. Ese es el actor que Coppola quería dejarnos: un Brando en decadencia, convertido en icono, redimido, mítico, eterno”, añade.

 
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