Justo cuando el verdadero crimen parecía haber perdido fuerza, llega netflix dispuestos a renovar nuestros votos por el género con la impactante “Mi reno de peluche”la sórdida historia de acoso y consentimiento basada en las experiencias reales de su creador y protagonista, Richard Gadd.
Por la puerta de atrás y tras haber cosechado un rotundo éxito en los escenarios del Festival Fringe de Edimburgo, el proyecto firmado por este actor y humorista escocés da el celebrado salto a la pequeña pantalla, convirtiéndose con reconocimiento unánime en una de las miniseries más vistas y comentadas. En los días recientes. Y la verdad es que no es para menos.
Donny Dunn (Richard Gadd), un camarero del norte de Londres con aspiraciones fallidas como comediante, desvela hasta el último detalle su terrible experiencia como blanco de las perversas fantasías y escabrosos delirios de una mujer con una enfermedad mental llamada Martha Scott (Jessica Gunning), quien al más puro estilo Kathy Bates en “Miseria” establecerá un extraño vínculo con su víctima, superando los límites de todo lo que hemos visto hasta ahora en historias de naturaleza similar (con permiso, claro está, de “Podría destruirte” (20), del que bebe bastante).
Cada hecho ocurrido a lo largo de este periodo de la vida de Gadd (fechado en la ficción entre 2015 y 2017) parece más increíble que el anterior. Sin embargo, y tal y como ha afirmado en distintas entrevistas, todo lo narrado en el metraje de la serie sucedió realmente. A descargo de responsabilidad dicho al inicio del primer episodio que nos hará helar la sangre cada vez que lo recordemos a lo largo del mismo.
Huyendo de clichés, e incluso jugando en ocasiones con la comedia más negra, “Mi reno de peluche” Se trata de un progresivo y brillante ejercicio de autoanálisis para su protagonista y líder, quien, consciente de abrirnos las puertas de su vida, se entrega hasta la médula en una actuación sumamente sentida y arrolladora. Sin reparos y en primera persona, el actor profundiza en el dolor y revive desde el compromiso más crudo el camino hacia su desgracia, regalándonos apabullantes monólogos de corazón abierto y convirtiendo la crónica de su tragedia en un particular estudio sobre el trauma y la culpa. Con todo, Gadd evita caer en la autocomplacencia y no se presenta del todo como una víctima, sino como un individuo complejo y lleno de aristas que deseará ser descubierto y comprendido.
Su discurso riza el bucle del malestar y aún así consigue no perdernos. Y aunque a priori nos pueda parecer que su historia no tiene suficientes episodios, pues su respectivo protagonista quita capas y revela otros datos relacionados con su personalidad y su bagaje más íntimo (especialmente en el cuarto episodio), lo entenderemos (y abrazar) su respectiva duración. Tanto es así que hasta el cuerpo nos pedirá con un apetito voraz que devoremos sus siete partes sin interrupción y de una sola vez.
Con el propósito purgante de mostrarnos los caminos inescrutables que puede recorrer una mente dañada y de la mano de la confidencialidad propia de un texto autobiográfico, “Mi reno de peluche” Se presenta como una demoledora y magnífica reflexión sobre el deseo excesivo de aprobación externa, el abuso de poder, lo dañina que puede ser una carga traumática y las consecuencias impredecibles de nuestras relaciones con los demás. Una catarsis inquietante que difícilmente puede pasar desapercibida en un presente en el que la confianza y la privacidad se han desdibujado por completo.
