Así enfrenta la industria los riesgos económicos del racionamiento de agua en Bogotá y zonas aledañas |Noticias de hoy| – .

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Así enfrenta la industria los riesgos económicos del racionamiento de agua en Bogotá y zonas aledañas |Noticias de hoy| – .

Diferentes actividades que se realizan con el agua recolectada, debido a la crisis hídrica en Bogotá: Lavado de autos, cocina, tareas de limpieza y otras.

Foto: Mauricio Alvarado Lozada

“Tenemos que tomar conciencia, porque nos vamos a quedar sin agua… Hará falta la cultura de los bogotanos para optimizar este recurso”. Este es el llamado de Claudia y Juan Diego, vendedor de la Plaza del 7 de Agosto y empresario gastronómico, quienes estuvieron entre los primeros ciudadanos en vivir el racionamiento de agua en Bogotá, el pasado 11 de abril. Sus palabras demuestran que la gente tiene claro lo que significa deberían hacer en estos tiempos de sequía. Sin embargo, el balance del primer día de restricción muestra que aún queda mucho por hacer. Según el Acueducto, la meta de ahorro no se alcanzó: el consumo pasó de 17,3 metros cúbicos por segundo a 15,8. El objetivo es 15 m³/seg.

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El balance mantiene encendidas las alertas, porque mientras los bogotanos no cambien sus hábitos hídricos, el riesgo de escasez seguirá presente, lo que derivará en una medida provisional que podría volverse permanente. Por ahora, los hogares bogotanos tendrán que prepararse para pasar al menos 30 días sin agua en lo que resta del año. ¿La razón? La meta del Distrito es ambiciosa: busca asegurar que los embalses del sistema Chingaza, que abastecen el 70% del agua potable de Bogotá, no sólo se recuperen, sino que se llenen nuevamente al 75% de su capacidad (hoy están al 16%). ). Es decir, lograr pasar de 48 millones de metros cúbicos a 225 millones en los próximos meses, una tarea que parece compleja. Para conseguirlo no sólo se necesita lluvia, sino también compromiso ciudadano y empresarial.

Para Alfonso Rodríguez Díaz, ingeniero del Centro de Estudios Hidrográficos y rector del Colegio de Ingenieros de Colombia, esta medida “debía haberse tomado hace un año, ya que a la crítica situación de los embalses se superpone la alta demanda de agua, que es creciente. ”. Agregó, a nivel técnico, que factores como la desviación del eje terrestre y modificaciones en el sistema traen este tipo de consecuencias.

¿Y el impacto económico?

Mientras se logran los objetivos, hay preguntas que acechan a la ciudad y a la región: ¿cuáles serán los efectos económicos del racionamiento en el aparato industrial y comercial? Si bien hasta el momento no se han sentido, porque la medida apenas comienza, varios sectores ya se están preparando para mitigarlos.

Actualmente, el consumo medio diario de agua en la región es de 18 metros cúbicos por segundo. Y de ellos, el 8% es utilizado por el sector industrial y empresarial. Un porcentaje mínimo respecto al gasto de los hogares de capital y sabana. Sin embargo, queda la duda de cómo se vería afectado el racionamiento, el aparato económico de la sabana y los municipios afectados por la medida.

Lo primero que viene a la mente, cuando se habla de este sector, son los parques industriales y zonas francas, cuyo peso en la economía local es relevante. En las zonas francas cercanas a Bogotá, en Mosquera, Funza y Madrid, se agrupan más de 80 empresas que generan alrededor de 4.000 empleos directos. Además, en este espacio convergen parques industriales, cuya actividad económica seguramente se vería afectada.

Pese a esta conclusión, que a primera vista parecería lógica, los empresarios y el sindicato, de momento, no parecen preocupados por la medida. René Silva, director de Zonas Francas de Occidente, menciona que los parques industriales, bajo jurisdicción del gremio, tienen un as bajo la manga para mitigar el impacto de la contingencia. Menciona que en aras de una actividad industrial sustentable, y como prevención ante períodos de sequía como los actuales, se cuenta con una laguna artificial con 28.000 m³ de capacidad y cuyo nivel está en su máximo.

“En esta laguna almacenamos toda el agua de lluvia, que puede ser suministrada a empresas que necesitan agua cruda para actividades industriales o para la salud de sus empleados”, explicó el director. Asimismo, como medidas de respaldo adicionales, Silva menciona la disponibilidad de camiones cisterna para solucionar cualquier necesidad de líquido. De tal forma que, al menos de momento, ninguna empresa tendrá que parar su aparato productivo por el racionamiento.

Paralelamente a los parques industriales, e incluso en las entrañas de estos colosos de la economía sabanera, se encuentran las bodegas. La alta demanda de los 50.000 m² de bodegas de este corredor es consecuencia del incremento del comercio online que llega al país y la necesidad de almacenar mercancías, que luego serán distribuidas tanto en Bogotá como a nivel nacional. Este auge se ha posicionado como un renglón importante en la economía del departamento.

Sin embargo, en este caso tampoco existen grandes amenazas de racionamiento. Juan José Cabal, director general de M3storage, empresa propietaria de almacenes en este sector, explica que su emprendimiento ha conseguido materializar una logística 100% digital que le permite prescindir, casi por completo, de cualquier atisbo de actividad humana en su cadena de suministro. almacenamiento. Evidentemente, si no hay trabajadores ni servicio fijo de seguridad, no hay necesidad de consumir agua.

Otra situación existe con el sector agrícola. Allí, el agua es necesaria para comprender los posibles impactos del racionamiento en la economía del territorio. El cultivo de flores y otros productos alimenticios se extiende sobre 7.500 hectáreas que necesitan, por supuesto, el líquido de la vida para madurar y posteriormente recoger sus frutos.

De momento, ningún sindicato dedicado a esta actividad se ha pronunciado sobre los efectos del racionamiento y las sequías. Sin embargo, El Espectador logró comunicarse con colaboradores que trabajan en fincas dedicadas al cultivo de flores. Mencionan que, gracias a los invernaderos, ubicados en las 531 fincas dedicadas a la actividad, tienen el objetivo de proteger los cultivos en periodos de sequía como el actual.

En cuanto al suministro de sistemas de riego, elemento clave en su funcionamiento, las fincas florícolas también cuentan con reservas de agua similares a las de las zonas francas. Como un cultivo no consume la misma agua que una familia de dos o tres miembros, y además no necesita el líquido para ser procesado, las lagunas de reserva son suficientes para las próximas cosechas.

Pero si las lluvias siguen brillando por su ausencia a lo largo de 2024, y los efectos del cambio climático se vuelven más pronunciados, las reservas de agua acabarían agotándose. Y ahí es donde realmente habría un problema. Por ahora, a pesar de la última advertencia, los impactos económicos del racionamiento en el aparato económico sabanero parecen estar controlados. Aunque un consumo excesivo y una sequía prolongada podrían cambiar el panorama a medio plazo. De ahí el mensaje repetido al pueblo: cada gota cuenta.

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