Orly Anan: “Me fui de Nueva York porque llegó Trump y no me inspiré en la cultura estadounidense”

Orly Anan: “Me fui de Nueva York porque llegó Trump y no me inspiré en la cultura estadounidense”
Orly Anan: “Me fui de Nueva York porque llegó Trump y no me inspiré en la cultura estadounidense”

Las creaciones multidisciplinarias de este colombiano-israelí logran lo imposible: fascinar en un mundo en el que ya todo parecía inventado. Ha creado desde videos musicales y portadas de discos para Bomba Estéreo y Nicolás Cruz, hasta altares con zapatillas diseñadas para Nike para el Día de Muertos. Recientemente, en el marco del festival de arte y tecnología MUTEK, una de sus piezas de videoarte, que acompaña la actuación del cantante de ópera japonés Hachis Nois, fue programada en el museo Diego Rivera Anahuacalli.

Hay quienes definen a Ory Anan como “un artista de artistas de artistas”. Ya sea en sus instalaciones, en sus vídeos o en el vestuario que diseña, muestra un universo onírico basado en máscaras, criaturas surrealistas, colores tropicales, símbolos y misticismo, donde lo teatral y lo cósmico conspiran de una manera aún más hipnótica que en El ciclo cremaster por Matthew Barney.

Proyecto de retrato.Noel Higareda

La estética que caracteriza la obra de Orly Anan (36 años) surge de una amalgama de culturas y fuentes de inspiración, reflejando un viaje que ella misma califica como “infinito”. Pasó su infancia en Barranquilla (Colombia), su adolescencia en Tel-Aviv y estudió diseño de interiores y comisariado de arte en Barcelona. Más tarde se mudó a Nueva York, donde se curtió durante la mayor parte de sus veintes, involucrándose en el cine y el diseño escénico. Ya con voz propia, se mudó hace unos años a la Ciudad de México para dedicarse por completo a su arte “sin miedo al éxito”, frase que suele repetir a modo de mantra. El suyo, señala, ha sido un viaje tanto externo como interno.

Preguntar. ¿Qué inspira tu trabajo?

Respuesta. Crecí en el Caribe colombiano, en Barranquilla, que es un lugar muy rico culturalmente. Me inspira mucho esta diversidad cultural, donde la influencia indígena se entrelaza con la de los inmigrantes africanos, españoles y judíos y árabes. Sobre todo me inspira su carnaval; el ritmo, el color, el vestuario.

P. Por otro lado, su obra también aborda la fe, los rituales…

r. Me considero una persona muy espiritual. Dedico tanto tiempo a explorar otros países y culturas como a explorar otras versiones de mí mismo. Siempre estoy buscando qué es la vida a través de diferentes herramientas. A veces me engancho a las meditaciones profundas, los baños de sonido o los cánticos nativos americanos, otras al tarot, las plantas psicodélicas o la cábala. Siento que me vienen ideas cuando se abre un canal. Simplemente traigo esas ideas a este plano.

P. Y a nivel de creadores, ¿qué otros artistas hispanos te inspiran?

r. Muchos. Ana Mendieta, Doris Salcedo, Rita Indiana, Graciela Iturbide, Camila Falqués, Zulu Padilla…

P. ¿Cómo fue ser un inmigrante en Nueva York?

r. El encanto de Nueva York es que es la ciudad de todos y de nadie. Incluso si sabes que no es tu idioma ni tu cultura, no estás solo. Hay muchas personas que viven la misma situación. Históricamente, Nueva York ha sido un gran puerto para artistas de todo el mundo. Lo que me costó fue entender cómo funciona la mente americana, que gira mucho en torno a lo correcto, de una forma muy rígida. En ese sentido me sentí incomprendido, pero era parte de una comunidad de amigos muy linda, en su mayoría hispana. Y muchos de ellos siguen siendo grandes amigos, como la fotógrafa Camila Falqués. Ambos empezamos al mismo tiempo. Ella todavía vive allí.

P. Buscó refugio en la comunidad hispana.

r. Siempre iba a lugares latinos a buscar trabajo. Trabajé en el Havana Social, en el bar Caracas Arepas… Sabía que la comunidad hispana no me iba a abandonar, que siempre me iban a dar una oportunidad. Durante siete años trabajé principalmente como camarera y anfitriona. Y también hizo escenografía para estudiantes de cine, en su mayoría hispanos que estudiaron en la Academia de Cine de Nueva York o la Universidad de Columbia.

P. Además de la cultural, ¿qué otro tipo de barreras encontraste?

r. La barrera del idioma, pero también la étnico-racial. Tuve experiencias muy fuertes trabajando con estadounidenses; Yo pasaba diez horas al día ayudándolos pero no me llamaban por mi nombre, no sabían mi nombre.

P. ¿Por qué fuiste a México?

r. No me sentí inspirado por la cultura estadounidense y Trump llegó al poder. Por otro lado, tenía muchas ganas de regresar a América Latina y siempre tuve el presentimiento de que viviría en México. Es un país con un peso muy fuerte en nuestra cultura, desde Frida Kahlo, los muralistas… y ha sido refugio de muchos artistas. La riqueza de colores, sabores… A pesar de la colonización, todo sigue siendo muy vibrante y geográficamente es un puente entre Estados Unidos y América Latina.

P. ¿Fue eso lo que te impulsó a dedicarte exclusivamente al arte?

r. Nueva York fue una gran escuela de vida, me dio una gran experiencia y soy quien soy gracias a eso. Pero sentí que iba contra corriente mientras México parecía gritar “¡Bienvenidos!”. De hecho, a los tres días de llegar conocí a un galerista que me sugirió exponer mi obra en su galería de arte, cuando ni siquiera tenía mucho trabajo. Decidí despedirme de la hostelería y dar el paso de atreverme a hacer mi propio arte. Ha sido una evolución gradual, una mezcla de perseverancia y disciplina.

P. Hablando de disciplina, ¿hay un horario impuesto a la hora de trabajar?

r. Mi disciplina es el compromiso con el momento en que me llega la inspiración. En ese sentido trabajo de lunes a domingo, incluidos festivos.

P. No tiene agente, pero ha trabajado con marcas como Nike, Spotify y Converse. ¿Cómo lo encuentran?

r. Vivimos en la era de Internet, todo funciona. El otro día, Erykah Badu volvió a publicar una de mis publicaciones en Instagram. Tienes control de lo que publicas, pero si la cuenta es pública, nunca sabes quién la verá.

P. Ya has logrado ganarte la vida con tu arte, ¿cuál es tu sueño ahora?

r. Estoy tomando un curso de dirección teatral en la UNAM porque todo lo que he hecho ha sido silencioso, aunque cargado de una simbología que cualquier entendido de antropología puede reconocer, pero ahora quiero explorar el lenguaje humano. Siempre he negado lo humano dentro del personaje y ahora quiero trascender esa fantasía. Por otro lado, acabo de regresar de Nueva York, donde colaboré haciendo el vestuario para una coreografía de Andrea Miller. Ésa es la dirección que quiero que tome mi trabajo; Aléjate de las grandes marcas y adéntrate más en la actuación, en el teatro, en el escenario.

 
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