Último minuto de Pedro Sánchez, en directo | Pedro Sánchez sigue al frente del Gobierno tras plantearse su dimisión: “He decidido seguir con más fuerzas si cabe”

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Último minuto de Pedro Sánchez, en directo | Pedro Sánchez sigue al frente del Gobierno tras plantearse su dimisión: “He decidido seguir con más fuerzas si cabe”

Transcripción íntegra de la declaración institucional del presidente del Gobierno

Como saben, el miércoles pasado escribí una carta dirigida a todos los ciudadanos. En él les preguntaba si valía la pena soportar el acoso que sufre mi familia desde hace 10 años a cambio de presidir el Gobierno de España. Hoy, después de estos días de reflexión, tengo una respuesta clara. Si todos aceptamos como sociedad que la acción política permite el ataque indiscriminado a personas inocentes, entonces no vale la pena. Si permitimos que el conflicto partidista justifique el ejercicio del odio, la insidia y la falsedad hacia terceros, entonces no vale la pena. Si permitimos que las mentiras más groseras reemplacen el debate respetuoso, racional y basado en evidencia, entonces no vale la pena. Por muy alto que sea, no hay honor que justifique el sufrimiento injusto de las personas que más se quiere y se respeta, y ver cómo se intenta destruir su dignidad sin el más mínimo fundamento.

Como anuncié, necesitaba detenerme y reflexionar sobre todo esto. Y sé que la carta que les envié puede haber sido desconcertante, porque no obedece a ningún cálculo político. Y es verdad. Soy consciente de que he mostrado un sentimiento que no suele ser admisible en política. He reconocido a quienes buscan quebrarme, no por quién soy, sino por lo que represento; Duele vivir esta situación y no se lo deseo a nadie. También porque sea cual sea nuestro trabajo, nuestra responsabilidad laboral, vivimos en una sociedad donde sólo se nos enseña y se nos exige seguir moviéndonos a toda costa. Pero hay ocasiones en las que la única manera de avanzar es detenernos, reflexionar y decidir con claridad hacia dónde queremos caminar.

He actuado desde una clara convicción. O decimos basta o esta degradación de la vida pública determinará nuestro futuro, condenándonos como país. Es cierto que he dado este paso por motivos personales, pero son motivos que cada uno puede entender y sentir como propios, porque responden a valores fundamentales de una sociedad solidaria y familiar como es España. Porque esta no es una cuestión ideológica. Estamos hablando de respeto, dignidad, principios que van mucho más allá de las opiniones políticas y que nos definen como sociedad. Esto no tiene nada que ver con el debate legítimo entre opciones políticas. Tiene que ver con las reglas del juego.

Si permitimos que bulos deliberados dirijan el debate político, si obligamos a las víctimas de estas mentiras a tener que demostrar su inocencia contra la norma más básica de nuestro Estado de derecho. Si permitimos que el papel de la mujer vuelva a quedar relegado al ámbito doméstico, teniendo que sacrificar su carrera profesional en beneficio de la de su marido. Si, en última instancia, permitimos que la sinrazón se convierta en rutina, la consecuencia será que habremos causado un daño irreparable a nuestra democracia.

Exigir una resistencia incondicional a los líderes a los que apunta esta estrategia es poner el foco en las víctimas y no en los agresores. Y confundir la libertad de expresión con la libertad de difamación es una perversión democrática con consecuencias desastrosas. Por tanto, la pregunta es sencilla: ¿queremos esto para España? Mi esposa y yo sabemos que esta campaña de desprestigio no se detendrá. Llevamos diez años padeciendo esto. Es grave, pero no es lo más relevante. Podemos con ella. Lo importante, lo verdaderamente trascendente, es que queremos agradecer de corazón las muestras de solidaridad y empatía que hemos recibido, desde todos los ámbitos de la vida. Lógicamente me permitirán un agradecimiento especial a mi querido Partido Socialista. En cualquier caso, gracias a esta movilización social que ha influido decisivamente en mi reflexión y que una vez más agradezco, quiero compartir con todos vosotros lo que finalmente he decidido. Ya se lo he informado previamente al Jefe de Estado esta mañana.

He decidido seguir y seguir con más fuerza, si cabe, al frente de la Presidencia del Gobierno de España. Esta decisión no es un punto y final, es un punto y final. Lo garantizo. Por eso asumo ante ustedes mi compromiso de trabajar incansablemente, con firmeza y con serenidad, por la pendiente regeneración de nuestra democracia y por el avance y consolidación de los derechos y libertades. Asumo la decisión de continuar con más fuerza, si cabe, al frente de la Presidencia del Gobierno de España. Sólo hay una manera de revertir esta situación: que la mayoría social, como lo ha hecho estos cinco días, se movilice en una apuesta decidida por la dignidad y el sentido común, poniendo freno a la política de la vergüenza que también llevamos sufriendo. largo, porque no se trata del destino de un líder en particular. Eso es lo de menos. Se trata de decidir qué tipo de sociedad queremos ser. Y creo que nuestro país necesita hacer esta reflexión colectiva. De hecho, durante estos cinco días ya hemos empezado a hacerlo. Una reflexión colectiva que abre el camino a la limpieza, la regeneración y el juego limpio. Llevamos demasiado tiempo dejando que el barro colonice impunemente la vida política y la vida pública, contaminada por prácticas tóxicas inimaginables hace apenas unos años.

Apelo, en consecuencia, a la conciencia colectiva de la sociedad española. Una sociedad que, a través de acuerdos generosos, supo superar las terribles y profundas heridas de lo peor de su pasado. Una sociedad que logró superar de manera ejemplar todos los desafíos democráticos que sufrió, que superó exitosamente una pandemia, que a pesar del difícil contexto geopolítico que sufrimos con guerras en Medio Oriente y en Ucrania, vive un muy buen momento económico y se respira paz social.

Una sociedad que asombró al mundo con su entusiasta aceptación de los derechos y libertades, pasando de ser un país oscuro a un referente internacional de libertades y democracia, progreso y convivencia. Hoy pido a la sociedad española que vuelva a ser ejemplo, inspiración para un mundo convulso y herido. Porque los males que nos aquejan no son ni mucho menos exclusivos de España. Son parte de un movimiento reaccionario global que aspira a imponer su agenda regresiva a través de la difamación y la falsedad, el odio y apelando a miedos y amenazas que no corresponden a la ciencia ni a la racionalidad. Mostremos al mundo cómo se defiende la democracia. Acabemos con este fango de la única manera posible: mediante el rechazo colectivo, sereno, democrático, más allá de siglas e ideologías, que me comprometo a liderar con firmeza como Presidente del Gobierno de España. Gracias.

 
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