Los repetidos ataques ucranianos a refinerías de petróleo dentro de Rusia han provocado reacciones contrastantes de Estados Unidos y Europa: Washington pidió un alto a los ataques mientras una serie de líderes europeos han aceptado en gran medida el derecho de Kiev a defenderse.
La vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, pidió a Volodymyr Zelenskyy que detuviera los ataques en marzo, informó The Washington Post, mientras que funcionarios estadounidenses advirtieron en audiencias la semana pasada que los ataques corren el riesgo de desestabilizar los precios del petróleo y podrían violar el derecho internacional, en medio de la preocupación por los ataques contra objetivos civiles.
Por el contrario, los funcionarios europeos han expresado pocas reservas sobre la campaña de ataque de Ucrania contra la infraestructura energética rusa, que ha visto atacadas a más de una docena de refinerías de petróleo y se estima que ha afectado al menos el 10% de la capacidad de las refinerías de Rusia.
Funcionarios de al menos ocho países europeos se han abstenido de condenar los ataques en declaraciones públicas o entrevistas con Semafor, con respuestas que van desde un estímulo activo hasta una aceptación cautelosa de los esfuerzos de Ucrania para perturbar la industria petrolera rusa.
Mientras Rusia lleva a cabo un ataque sostenido a la infraestructura energética que destruyó la mayor planta de energía de Kiev a principios de abril, “los ucranianos tienen derecho a hacer lo mismo”, dijo a los periodistas la semana pasada el Ministro de Defensa de Estonia, Hanno Pevkur.
“Estonia siempre ha apoyado la disminución de los ingresos rusos por el petróleo y el gas”, dijo a Semafor el Ministro de Asuntos Exteriores de Estonia, Margus Tsahkna, señalando que los ataques contra objetivos legítimos en Rusia podrían servir a ese propósito.
El presidente ruso Vladimir Putin ha dicho que Rusia se ha visto obligada a responder a los ataques de Ucrania a las refinerías de petróleo lanzando ataques contra sitios energéticos ucranianos. Moscú comenzó a atacar las instalaciones energéticas ucranianas más de un año antes de que Kiev lanzara su campaña en suelo ruso.
